Sabemos que la deuda es limitada, lo que no sabemos es donde está el límite. Y también sabemos otra cosa: las deudas siempre se pagan. La paga quien la debe o la paga quien deja de cobrar. Pero ¿¿y si la economía que nos han enseñado ya no es coherente con la nueva realidad?

Si se genera dinero sin base que lo soporte, se genera inflación. Pero si esta base es más deuda, mientras no se pretenda hacer cash, la proyección temporal es proporcional al tiempo que se tarde en liquidar la posición.

En eso está basado el sistema: en generar la confianza ficticia suficiente para evitar la liquidación, momento en el cual, el sistema saltaría por los aires porque no existe respaldo a la cantidad de deuda acumulada.

Los optimistas piensan que la deuda no se puede pagar y que no pasará nada y que la solución estará en las quitas de deuda. Los pesimistas pensamos que el sistema colapsará porque no se podrá canjear deuda por activo tangible. Y es que no es lo mismo la deuda pública de un país que si no afronta sus pagos puede canjear por activos (la empresa china Cosco tiene una participación muy importante en el Puerto de El Pireo y en otros importantes puertos europeos) que la deuda no publica, no canjeable por activos reales. La palabra mágica en éste perímetro es "riesgo".

Si inviertes mal, te arriesgas a perder lo invertido. Y sino que se lo pregunten a los bonistas del Credit Suisse, que se han dejado 16.000 millones de euros en bonos CoCos, con la desfachatez añadida de que los accionistas se han repartido los 3.000 millones de UBS para hacerse con el banco.

Los pesimistas pensamos que el sistema colapsará porque no se podrá canjear deuda por activo tangible.



El dinero se refugia en la deuda publica a tipos bajísimos, incluso con calificación BBB, porque los activos país son, en el fondo y en la forma, activos liquidables a corto. Es decir, el dinero busca seguridad, más que rentabilidad, lo que en un entorno de inflación controlada, garantiza ese escenario.

El dinero busca un patrón de referencia y lo encuentra en la deuda publica. Si la inflación se controla subiendo tipos y aplicando, además, medidas restrictivas tendentes a frenar la actividad económica, el paraguas estará asegurado para mantener la situación.

Por el contrario, caso poco probable, si la inflación se descontrola en Europa y en Estados Unidos no será posible inyectar dinero basado en deuda porque se acelerará el escenario de la tentación de liquidar por parte de los inversores, ante la imposibilidad de pagar por parte de los deudores.

La deuda pública (de los Estados) tendrá que liquidarse vía desprendimiento de activos país, pero la deuda de riesgo sujetada en activos financieros no podrá liquidarse y, en consecuencia, el sistema podría saltar por los aires.

Para un país o espacio económico, eso siendo un grave problema, se resolverá vía devaluación y consecuente empobrecimiento, pero los inversores particulares irán a pérdidas descomunales al no poder liquidar su deuda.

El problema no es de inflación, el problema es que el sistema basado en la confianza en los activos financieros deje de existir, sencillamente porque esa deuda pase a ser papel mojado al desaparecer la confianza por la vía de los hechos (otra vez: que se lo pregunten a los bonistas de Credit Suisse).

Si la inflación se descontrola en Europa y en Estados Unidos no será posible inyectar dinero basado en deuda.

Inyectar dinero en un banco para resolver una crisis solo es posible si el movimiento sísmico no es sistémico. En caso contrario, ante una demanda masiva de solicitud de liquidez de deuda privada (y retirar fondos de un banco por un particular, por ejemplo, lo es), el sistema se vendría abajo.

Estamos demasiado cerca del riesgo real y quizá no lo sabemos, pero, de concretarse, una cosa es segura: el nuevo paradigma será radicalmente distinto. Los valores refugio toman protagonismo, es decir, los activos liquidables. Nos hemos excedido en la emisión de filfa, en generar papel deuda no soportado y no es real. Eso es tan irreal como insostenible. No conocemos el tiempo disponible.

Recuerdo una clase de Xavier Puig, en la que al referirse a liquidar, se pasaba horizontalmente el reverso de perfil de la mano por el cuello. Tenía razón: liquidar es sinónimo de eso, de liquidar en sentido físico.



Si la inflación se dispara, el dinero buscará refugio en activos reales (ya está pasando) y el problema no será sólo liquidar, sino que se deje de invertir en deuda.

El "milagro Draghi" se produjo porque la deuda y los instrumentos financieros se convirtieron en soporte tangible y la inflación fue a parar ahí, pero no sabemos cuánto aguantará la confianza en esos mismos instrumentos que no están vinculados a activos de valorización real.

*** Jaime Batlle es director académico del postgrado de Dirección de Negocios Sostenibles en la UPF Barcelona School of Management.