"Estimados señores y señoras diputados,

Me dirijo a esta honorable asamblea para presentar una moción de censura contra el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Como economista, he estudiado detenidamente la situación económica del país y he llegado a la conclusión de que la gestión económica del actual Gobierno ha sido desastrosa.

El señor Sánchez ha prometido una serie de medidas para mejorar la economía del país, pero desafortunadamente ha sido incapaz de cumplirlas. La tasa de desempleo sigue siendo extremadamente alta y la economía está en una situación de estancamiento".

Así empezaría el discurso de Ramón Tamames si lo hubiese escrito una inteligencia artificial. En concreto, ChatGPT ha tardado menos de cinco segundos en hacerlo, siguiendo un comando tan sencillo como “escribe un discurso de unas 700 palabras para una moción de censura contra Pedro Sánchez como si fueras Ramón Tamames”.

No es un discurso excesivamente profundo, pero sí acertado en su planteamiento, y en el estilo. Como suelen hacer los políticos en el Congreso, se dirige al presidente del Gobierno como “señor Sánchez” y encabeza y cierra su locución con las formas adecuadas, fiel a las maneras de la Cámara Baja.

He llegado a la conclusión de que la gestión económica del actual Gobierno ha sido desastrosa

Y es que, lo creamos o no, la inteligencia artificial está llamada a jugar un papel muy importante en la política del siglo XXI. Ya hay precedentes en Japón, Corea y Dinamarca. En el país del sol naciente, un robot llamado Michihito Matsuda se presentó en 2018 a las elecciones de un distrito de Tokyo, con la promesa de acabar con la corrupción. Quedó en tercera posición.

En Corea del Sur han empleado tecnología deep-fake para transformar un candidato de mediana edad en un avatar digital atractivo para los votantes jóvenes. Mientras, en Dinamarca, el Partido Sintético, liderado por una inteligencia artificial, ha elaborado un programa político con el objetivo de atraer al 20% de las personas que no suelen ir a votar en las elecciones.

Son ejemplos anecdóticos- no tanto en el caso danés- pero que sirven como anticipo para vislumbrar lo que puede suponer la irrupción de la inteligencia artificial en el escenario político. ¿Ayuda para responder las preguntas parlamentarias? Eso es algo que ya puede hacer hoy mismo ChatGPT de manera gratuita.

La IA que está asombrando al mundo tiene algunas limitaciones. Como anticipar escenarios futuros, pues se nutre de lo que ya se ha escrito y se ha plasmado en Internet con anterioridad. Pero es bien capaz de responder preguntas y recopilar información, en tiempo récord. Puede y debe ser una gran ayuda para los asesores parlamentarios.

¿Y para los speech writers? Este trabajo, que existe al menos desde el año 1920, podría estar en riesgo de desaparición si la inteligencia artificial sigue afilando su ingenio. Porque a capacidad de recopilar y ordenar información no tiene nada que envidiar a los seres humanos. De hecho, sin ponernos por ello demasiado apocalípticos, podemos decir que ya los supera.

En Corea del Sur han empleado tecnología deep-fake para transformar un candidato de mediana edad en un avatar digital atractivo para los votantes jóvenes

ChatGPT es más rápida y más eficiente que cualquier escritor de discursos, aunque no tan brillante. Le falta ingenio, le falta gracia y ese toque de picardía bien entendida, que suele acaparar los titulares de la prensa política tras la aparición del dirigente de turno. Ahora bien, ¿qué puede hacer ya por los dirigentes de este país?

Como ya hemos dicho, puede ayudarles a elaborar sus discursos, comunicados de prensa y propuestas políticas, generando textos coherentes y bien redactados. De hecho, es tan versátil, rápido y fácil de usar que puede permitir hacer varias versiones de un mismo texto, adecuándolas, por ejemplo, a distintos grupos de edad. Facilitar la conexión con los votantes y la obtención de su apoyo.

Además, ChatGPT puede utilizarse para simular debates y discusiones políticas. Una ayuda crucial para formar portavoces. Puede generar respuestas a posibles preguntas y objeciones, lo que permite a los políticos prepararse mejor para sus intervenciones en público y entrevistas con los medios de comunicación. Esto puede ayudarles a afinar sus argumentos y mejorar sus mensajes, preparándoles mejor para defender sus posiciones y ganar apoyos.

Por último, ChatGPT es capaz de analizar grandes cantidades de datos e información, como los datos de las encuestas y las tendencias de las redes sociales. Esto puede ayudar a los políticos a comprender mejor los temas que son importantes para los votantes y a elaborar propuestas más acordes con la opinión pública. De este modo, ChatGPT puede contribuir a que la política responda mejor a las necesidades y preocupaciones de los ciudadanos y a generar confianza y apoyo a los líderes y partidos políticos.

Hace unos días me preguntó Fernando Garea, a quien le debo el titular, si la inteligencia artificial podría ganar una moción de censura y la respuesta es hoy contundente. No puede hacerlo, o no al menos con el sistema español, porque la IA no puede cambiar las matemáticas. Y por muy bien que se prepare Ramón Tamames –o quien sea- y muchas herramientas que use para su discurso, la aritmética parlamentaria seguirá dictando el resultado, en esta ocasión previsible.

Otra cosa es la huella que deje. Eso dependerá de muchos factores y, cada vez más, de lo bien o mal que sepa emplear la inteligencia artificial.

*** Alicia Richart es directora general de Afiniti para España y Portugal.

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