La inflación de costes que hemos sufrido durante 2022 proviene de la subida del precio de la energía agravada con la guerra de Ucrania. Los costes del gas y de la electricidad elevaron el IPC europeo hasta los dos dígitos. España no fue la única. Europa se vio arrastrada por el sunami energético.

España y Portugal acordaron con la UE una "excepción ibérica" que le permitió reducir el IPC más rápido que otros países. A partir del verano la política del BCE con subidas del tipo de interés básico de 50 puntos en 50 puntos también redujo la inflación en toda la zona euro que perdió los dos dígitos.

La inflación de costes energéticos se trasladó durante 2022 a otros productos con efectos en la inflación subyacente (sin energía y productos frescos) y al resto de los componentes de la cesta de la compra. Eso iba a ocurrir tarde o temprano. Se llama inflación de segunda ronda.

"Las leyes de la economía son implacables. Es más, cuando se intentan contradecir toman represalias"

Era de esperar. Las leyes de la economía son implacables. Es más, cuando se intentan contradecir toman represalias. Por ejemplo, cuando se reduce la oferta de alquileres debida a las reglas impuestas por el Gobierno ignorando la ley del mercado. Al intentar proteger a los inquilinos con subidas menores del 2% anual de la renta de alquiler (con inflaciones muy superiores), se restringe la oferta de pisos y los nuevos alquileres son mucho más caros.

Era de esperar. Entonces, ¿qué ha hecho el Gobierno? La postura del avestruz. Negarse ante la evidencia. Mientras tanto ha inyectado liquidez monetaria al sistema sin medida.

Más de 16 millones de españoles reciben mensualmente ingresos de las Administraciones. Ingresos que generan una demanda de consumo sin que oferten productos al mercado. Entonces se produce una inflación de demanda.

"Más de 16 millones de españoles reciben mensualmente ingresos de las Administraciones"

El Gobierno también está cebando la liquidez del sistema con la concesión de ayudas empresariales (PERTE entre otros) que, por los retrasos de gestión, aún no están ofertando productos y no aumentan la oferta que podría responder a más demanda.

Por ende, las Administraciones públicas, instaladas en un año electoral, no reducen el déficit porque no les importa aumentar el gasto público improductivo

Ya se sabe que cuando la demanda supera a la oferta los precios suben. Esto es lo que está pasando ahora por el exceso de liquidez monetaria del sistema.

De manera que no es casualidad el repunte de la inflación de enero: 0,1 en el IPC general (5,8%) y 0,5 en la subyacente (7,5%) y aún más en los alimentos frescos. Se han roto cuatro meses seguidos de inflación a la baja.

[La inflación sube al 5,8% en enero por el fin de la bonificación a la gasolina y la subyacente ya está en el 7,5%]

Conclusión: la inflación en 2023 ya no es debida a los precios de la energía (estabilizados o fluctuantes en menor medida); tampoco al arrastre de costes, en parte digeridos por la bajada del IVA en muchos productos. La inflación en 2023 se va a deber al exceso de transferencias y gasto improductivo de las Administraciones públicas.

"La inflación en 2023 se va a deber al exceso de transferencias y gasto improductivo de las Administraciones públicas"

¿Y de dónde sale todo este dinero? De tres fuentes: a) impuestos, cada vez más asfixiantes a la clase media y trabajadora y que este Gobierno quiere aumentar. Son impuestos que desincentivan la producción (de ahí la bajada de autónomos según la EPA del cuarto trimestre de 2022); b) fondos de la UE, los PERTE; c) deuda pública que, en lugar de decrecer, crece superando los 1,54 billones en diciembre.

La inflación es el impuesto a los pobres. Las rentas altas se defienden bien de ella. Con la política económica del Gobierno parece que defiende a las clases medias y trabajadoras, cuando ocurre lo contrario.

Además, esa inflación obliga al BCE a subir los tipos de interés. El Euríbor está ya en 3,3% y tiende al alza. Otra carga para los hipotecados y los que quieran adquirir una vivienda.

Si los Gobiernos, el español entre ellos, no fueran tan manirrotos, sería menos fuerte la inflación de tercera ronda (la que viene después de la subida de los precios de energía y la posterior incidencia en costes). Entonces el BCE no tendría que hacer una política monetaria restrictiva y subir de manera violenta los tipos de interés.

Por eso se puede decir que: ahora sí, ahora la inflación es culpa del Gobierno.

*** J. R. Pin es profesor del IESE.

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