La espera de la recesión se ha convertido ya en un “esperando a Godot” y todo apunta a que la enorme masa de liquidez inyectada durante y después de la pandemia (junto con la expansión del crédito) es la causante de ese retraso.

Los argumentos son tan aplastantes en favor de que “Godot llegue” que, como en esa obra de teatro del absurdo, cada dato que se publica parece anunciar que “Godot no vendrá hoy, pero mañana seguro que sí”.

El absurdo de ese teatro económico y financiero, según lo dicho, parece que tendría que residir en esos 12 billones (trillion) de dólares de expansión monetaria (por parte de los cuatro bancos centrales más importantes) utilizados para financiar el enorme gasto público extra no sanitario por una cantidad casi equivalente.

También residiría en los cuatro billones adicionales en avales proporcionados por los estados a las empresas, y en el billón de las más recientes bonificaciones gubernamentales a los precios de la energía.

De modo que nos encontramos en un período en el que los indicadores adelantados (también llamados indicadores blandos o de opiniones empresariales y de los consumidores) sobre la situación económica y financiera vienen dando señales de alarma desde hace meses, pero los datos reales, que llegan con mucho más retraso, continúan diciendo que la economía global sigue en expansión.

La espera de la recesión se ha convertido ya en un “esperando a Godot” y todo apunta a que la enorme masa de liquidez inyectada es la causante de ese retraso

Eso sí, una expansión que se desacelera, como ha mostrado la semana pasada el crecimiento de la economía de Estados Unidos, que, aunque en el cuarto trimestre de 2022 creció una cifra provisional de 0,7% trimestral, lo hizo evolucionando de mejor a peor, con retroceso de la inversión empresarial y aumento de las existencias, robándole esto último (las existencias) vigor al primer trimestre de 2023, en el que lo normal será que las empresas se dediquen a liquidar ese inventario que arrastran del trimestre anterior antes que ponerse a acumular nuevos productos.

En definitiva, que, en Estados Unidos, la demanda decae, pero la economía resiste, a la vez que las tasas de variación de los precios, cuando se los compara con los de idénticos meses del año anterior, van disminuyendo.

En Estados Unidos, la demanda decae, pero la economía resiste

Otro tanto puede decirse del magro crecimiento provisional del PIB español (+0,2%, trimestral) que, a pesar de la cifra, también provisional, del 5,5%, de subida en el año 2022 completo, aún no da para llegar al nivel de 2019, produciéndose durante estos últimos cuatro años (por la coincidencia de la subida del empleo en medio millón de personas) una caída de la productividad de la economía española de un 6%.

Las tasas anuales de crecimiento trimestral del PIB son decrecientes desde el segundo trimestre de 2022: 7,8%, 4,8% y 2,7%, respectivamente.

Tampoco China, con su política de Covid cero, ha logrado una cifra de actividad en 2022 a la altura de lo que normalmente se espera de ella. Según su Instituto Nacional de Estadística, el PIB chino creció un 2,9%, muy lejos de esos 6% a 8% a los que nos tenía acostumbrados.

Y eso contando con que nos creamos esa cifra oficial, pues según una “regla del dedo” que usa el mismísimo primer ministro chino, Li Keqiang, ese crecimiento podría haber sido de solo el 1,4% (calculado por Refinitiv Datastream/Fathom Consulting). Algo que, en China, equivaldría a una recesión, y cuya gravedad se nota en que la cifra de paro urbano en las 31 principales ciudades ha subido del 4,7% de 2019 al 6,9% de mayo de 2022 (en diciembre último estaba en 6,1%).

Tampoco China, con su política de Covid cero, ha logrado una cifra de actividad en 2022 a la altura de lo que normalmente se espera de ella

Entre tanto, 20 senadores republicanos (casi la mitad de los que tiene el partido) le han escrito al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, una carta anunciándole que no votarán a favor de elevar “el techo” de la deuda pública que pueden emitir el país si no se produce simultáneamente una reducción del gasto público equivalente a la nueva cantidad de deuda adicional.

Y le señalan el orden de prelación a la hora de efectuar los pagos que tiene que hacer el Tesoro, desde el pago de intereses y principal de la deuda pública hasta el pago a los veteranos, pasando por los programas de gasto social protector de las personas de edad.

Aunque Biden solo necesitaría que votaran en favor de su propuesta 7 senadores republicanos para conseguir, junto con otros independientes, llegar a una mayoría del 60% favorable en la votación en el Senado, ya se vislumbra que en esa negociación se llegará muy probablemente “al borde del abismo” del impago, como sucedió, según lo que recordábamos la semana pasada, en el verano de 2011.

En ese "esperando a Godot” de la recesión global se ha producido una señal de alarma muy importante que solo el tiempo dirá si merecía la atención que debe tener ahora: la caída de casi un 4% en el volumen del comercio global en los dos últimos meses para los que hay datos (octubre y noviembre). Una caída que se aceleró del -1,4% anual de octubre al -2,6% de noviembre. Con ello, el comercio global se ha estancado en niveles de hace casi dos años.

El comercio global se ha estancado en niveles de hace casi dos años

Lo que impresiona de ese descenso, si se ve en un gráfico, es la caída vertical en esos dos meses, además del hecho de que haya entrado en tasa negativa de variación anual, al bajar del 6% de septiembre al -1,5% de noviembre. Cae de la misma manera brusca con que empezó a caer en 2008 y en 2020.

De hecho, en 2008 necesitó cuatro meses para bajar de forma equivalente (a pesar de que, por en medio, ya se había producido la quiebra de Lehman Brothers) y en 2019-2020 necesitó cinco meses para superar esa caída reciente. En 2001 (con la burbuja tecnológica desinflándose y recesión en Estados Unidos) necesitó seis meses de caída para superarla.

En los 20 últimos años el comercio global ha dado dos falsas alarmas de este tipo (aunque más suaves): en enero de 2012 (con Europa y Japón en recesión, y Estados Unidos evitándola por los pelos) y en enero de 2016, con China en un aparente caos de política económica, el Deutsche Bank tambaleándose, alarma de recesión mundial y Estados Unidos viéndose obligado a detener en seco durante 12 meses su primer intento de subida de los tipos de interés desde el año 2006.

¿Qué quiere decir esto, que la desglobalización ha sufrido un acelerón o que solo es algo transitorio, fruto del parón en el crecimiento chino o incluso mundial? Es pronto para saberlo, aunque los datos ya publicados del comercio internacional de China, Japón, Corea del Sur, Taiwan, Singapur, USA y Brasil apuntan a que el comercio global probablemente habrá empeorado en diciembre también.

Nuestro “esperando a Godot” es doble: a la recesión y a la desglobalización

Como se ve, nuestro “esperando a Godot” es doble: a la recesión y a la desglobalización. La señal y el criterio para definir la desglobalización es que el comercio global crezca menos que el PIB. Vaya usted a saber si no se compensan el uno con el otro. Podría ser.

Al fin y al cabo, Samuel Beckett, el autor de Esperando a Godot, también le hacía decir a uno de sus personajes (Pozzo) que “en el mundo hay una cantidad constante de lágrimas. Por cada uno que empieza a llorar, hay otro que deja de hacerlo. Y lo mismo sucede con la risa”. ¿Quién será el último que llore? ¿Quién será el último que ría?