La presión mediática y la necesidad de desviar la atención del foco político de la actualidad, es lo que posibilitó que el gobierno de la nación decidiese, temporalmente eso sí, bajar la factura de la luz reduciendo el tramo impositivo del recibo. Siendo sin duda una buena noticia lo cierto es que oculta el fondo de la cuestión. 

La luz es cara porque producirla, transportarla y distribuirla, es muy costoso. Y además soporta una incomprensible elevada carga fiscal. La consecuencia de todo ello en un bien tremendamente inelástico es que cuanto más se eleva el precio mayor es el impacto en el consumo.

Lo mismo ocurre con el combustible. Dejar de utilizar el transporte privado no es una opción para la gran mayoría de las familias. El debate de colorear de verde nuestra vida está muy bien pero cuando se lleva a la práctica, la realidad es que el consumidor no es tan ecológico como pensaba. 

Por mucho que nos encomendemos a Eolo y a Helios, la mitad del consumo de energía primaria sigue teniendo en el crudo su origen

En el fondo de todo está el petróleo, que hoy por hoy sigue siendo la fuente de energía más importante. Por mucho que nos encomendemos a Eolo y a Helios, la mitad del consumo de energía primaria sigue teniendo en el crudo su origen. Por lo tanto, queramos o no, somos absolutamente dependientes de su producción y de su consumo. 

Es por ello que la evolución de los precios resulta crítica en las decisiones de consumo. En lo que llevamos de año, el precio de la gasolina de 95 octanos se ha incrementado algo más de un 15%. Con los precios actuales llenar un depósito medio de 55 litros cuesta 74,25 € frente a los 57 € que costaba en abril del año pasado en el punto más bajo como consecuencia del confinamiento. El incremento de consumo y precio, supone en términos anuales entre 250 € y 300 € al año más de media. 

Puede parecer asumible, pero es un coste al que hay que sumar lo que se encarecen la luz y el gas más lo que se nos repercute desde el sector de consumo no discrecional por el encarecimiento generalizado de los costes de producción (transporte, energía, almacenamiento, distribución…). Absolutamente todo consume energía, que a su vez forma parte de una cadena cuyos precios siempre se acaban trasladando al consumidor.

¿Por qué sube el crudo cuando el resto de materias primas han frenado su escalada?

El mercado mundial del petróleo está pidiendo un aumento sustancial de los suministros como consecuencia de la reactivación de la demanda. Sin embargo, se espera que la OPEP+ proporcione solo una fracción de lo que piden los consumidores.

No podemos olvidar que la OPEP es un cártel que lo forman países que viven casi exclusivamente del crudo por lo que no pueden permitir que los precios suban

Esa teórica tensión es lo que está provocando una escalada en el precio. Los precios internacionales del crudo se han disparado a un máximo de 2 años y 8 meses por encima de los 75 USD el barril a medida que la demanda se recupera de la caída provocada por la pandemia. 

Ahora mismo los 100 USD por barril se plantean como una realidad de medio plazo. Sin embargo, no podemos olvidar que la OPEP es un cártel que lo forman países que viven casi exclusivamente del crudo por lo que no pueden permitir que los precios suban de tal manera que se atraigan otras fuentes de producción alternativas, como el esquisto, aguas profundas o las arenas bituminosas, que el año pasado no eran rentables y provocaron una oleada de quiebras sin control.

Por otra parte, los temores frente a la inflación están alimentando futuras subidas de tipos y eventuales retiradas de estímulos, lo cual no casa muy bien con precios altos del crudo.

La Agencia Internacional de Energía ya está instando a la OPEP+ a cubrir el déficit de suministro, quien por su parte, se reunirá el 1 de julio cuando se espera que reactive un poco más su producción detenida, según una encuesta de Bloomberg. Sin embargo, con Riad decidido a proceder con cautela, los observadores del mercado esperan que cualquier aumento de producción deje al mercado con ganas de más.

Los últimos precedentes de precios en 100 dólares el barril son de 2007 y por aquel entonces se mantuvieron en ese nivel por siete años

La consecuencia de todo ello es que estamos incorporando otro tick de riesgo a una lista que empieza a ser demasiado larga. Los elevados precios de la energía son un freno para el consumo ya que están apalancados a una enorme presión fiscal, por lo que tarde o temprano los agentes tendrán que tomar decisiones relativas a elegir entre consumir bienes o energía. Y eso no es bueno para la economía.

Cuanto podría durar esta situación es complicado. Los últimos precedentes de precios en 100 dólares el barril son de 2007 y por aquel entonces se mantuvieron en ese nivel por siete años. Un período, por cierto, en el que la inflación en Europa se mantuvo estable en el 2% pero solo porque coincidió con el estallido de la GCF y el hundimiento del consumo privado. 

El análisis actual es un poco más complicado porque vivimos un boom alimentado por estímulos sin control y una política monetaria sin fin. Eso puede provocar que la inflación acabe por desbocarse y abandonar su etiqueta de transitoriedad.

Lo cierto es que intentar predecir el precio del crudo es un ejercicio tan agotador como vano, ya que nadie tiene esa capacidad. Lo importante es la tendencia y las señales que nos dejan. Y no son nada buenas.  

** Alberto Roldán es partner de Divacons-Alphavalue

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