No se imaginan la cara que he puesto cuando el primer hashtag que he visto en Twitter sobre el Premio Nobel de Química de 2020 ha sido el de #PremiosNobelPolitizados. Al parecer, hay gente a la que no le ha hecho gracia que, por primera vez en la historia, el galardón haya ido a parar a dos mujeres y ningún hombre.

La Academia de Ciencias Sueca anunció ayer que concedía el premio a las investigadoras Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna por "el desarrollo de un método para editar el genoma humano", es decir, por CRISPR, la tijera capaz de hacer corta-pega con el ADN.

Por suerte, este comentario machista no ha sido más que una opinión marginal en mi muro de Twitter. Pero también es cierto que mi red social sí se ha llenado de comentarios criticando que los suecos hayan decidido no incluir en el premio al microbiólogo de la Universidad de Alicante, Francis Mojica.

Considerado como uno de los padres de CRISPR, fue él quien identificó los primeros indicios de la herramienta en 1993 y quien ayudó a darle su ya famoso nombre. De hecho, el investigador español sí fue galardonado junto a Charpentier y Doudna con el Premio Fronteras del Conocimiento en Biomedicina, que la Fundación BBVA les concedió en 2017 por este mismo hallazgo. 

Aunque el organismo consideró que los tres merecían el logro, parece que la Academia Sueca no está de acuerdo. Así que quizá el autor del hashtag lleve parte de razón y los Premios Nobel estén algo politizados. Pero, seguramente no sea por los motivos que él cree, dado que las mujeres han sido ampliamente ignoradas en la historia del premio científico más importante del mundo.

Así que quizá el autor del hashtag lleve parte de razón y los Premios Nobel estén algo politizados

Y es que Mojica no es el único científico con un papel clave en CRISPR que se ha quedado sin el Nobel. Otro de los nombres que más se reivindicó ayer fue el del investigador del Instituto Broad Feng Zhang, cuya institución posee docenas de patentes para usar la tecnología en células humanas y animales.

Aunque Doudna y Charpentier publicaron la primera descripción de CRISPR como sistema de edición génica capaz de cortar el ADN de manera precisa en 2012, fue Zhang quien demostró que podía adaptar la herramienta para usarla en células de origen vegetal, animal y humano en un artículo publicado a principios de 2013.

"La decisión del Comité de los Nobel de no incluir a Zhang ha sido una de las grandes sorpresas", afirma un editorial publicado ayer en la prestigiosa revista Nature, que, además, señala que "CRISPR no existiría sin Francis Mojica, literalmente". Y puede que sea precisamente el amplio protagonismo de ambos investigadores en CRISPR el que ha provocado que los dos se vayan con las manos vacías.

Cada Premio Nobel puede recaer en un máximo de tres personas, así que puede que la Academia Sueca haya preferido dejar fuera a los dos para no tener que elegir a uno de ellos. Y aquí es donde reside el verdadero problema del galardón. Cada vez más voces critican que el comité sueco se niegue a dar galardones grupales.

A diferencia del Nobel de Literatura, que se otorga de forma individual a la obra de un claro y único autor, la ciencia moderna es "el deporte de equipo más en equipo", afirma este artículo de 2016. "Sí, los investigadores a veces logran avances en solitario, pero eso es cada vez más raro […]. El artículo en el que el equipo de LIGO anunció su descubrimiento tiene una lista de autores de tres páginas", señala este otro reportaje sobre el tema.

Aquel trabajo recibió el Nobel de Física en 2017 por el hallazgo de las ondas gravitacionales. Pero, a pesar de la larga lista de científicos que firmaron la investigación, solo tres de ellos se llevaron el premio a casa. Incluso en el propio artículo que Doudna y Charpentier publicaron en Science para presentar CRISPR figuran otros cuatro autores cuyos nombres probablemente caerán en el olvido.

Queda claro que Mojica y Zhang no son los únicos padres de un gran avance científico que se quedan sin este reconocimiento público a su criatura. Su caso es solo el último del largo historial de injusticias nobelescas.

Algo parecido pasó con Rosalind Franklin, que no fue reconocida por el descubrimiento de la estructura del ADN porque murió cuatro años antes de que Watson, Crick y Wilkins lo ganaran

Algo parecido pasó con Rosalind Franklin, que no fue reconocida por el descubrimiento de la estructura del ADN porque murió cuatro años antes de que Watson, Crick y Wilkins lo ganaran, y la Academia Sueca tampoco permite concederlo de forma póstuma. Aunque tampoco sabemos si se lo hubieran dado de haber estado viva, puesto que sus compañeros ni siquiera la mencionaron en su discurso de agradecimiento.

Sea como fuere, parece que algo anda mal con las normas de los Premios Nobel, pero seguro que no tiene nada que ver con que, por fin, el galardón haya ido a parar exclusivamente a las manos de dos mujeres. Porque ya era hora.