Aunque el mundo sigue comentando el lamentable acto de violencia que protagonizó Will Smith en la última ceremonia de los Oscar, la Unión Europea acaba de dar su propia bofetada a las Big Tech a través de la Ley de Mercados Digitales, aprobada la semana pasada. Pero, a diferencia del guantazo que propinó el actor, el de la UE no solo no agrede, sino que está tan justificado que ha sido celebrado de forma casi unánime.

Y no es de extrañar. Mientras Estados Unidos, cuna del libre mercado, lleva años buscando sin éxito una forma de reducir el enorme poder que compañías como Google, Amazon, Facebook (digo, Meta), Apple y Microsoft han amasado a base de innovación, pero también de malas praxis corporativas, la futura norma europea tiene en cuenta prácticamente todos los tejemanejes monopolísticos de las Big Tech.

Cuando se aborda el tema de los gigantes digitales, resulta fácil pensar que todos actúan de la misma manera y se aprovechan de las mismas cosas. Pero cada uno opera en su propio sector y explota sus propias ventajas, aunque a veces se solapen. Por ejemplo, mientras que Apple y Google encierran a los usuarios en sus sistemas operativos, Meta combina los datos de Facebook, Instagram y WhatsApp, y Amazon prioriza sus productos frente a los de la competencia.

Por supuesto, la lista de mecanismos que utilizan en su propio beneficio es más larga. Por eso, lo importante es que la Ley de Mercados Digitales los contempla prácticamente todos. Entre otras cosas, cuando entre en vigor, ninguna gran compañía digital podrá cruzar los datos de los usuarios que utilizan sus distintos servicios ni obligarles a usar todo su paquete de funciones.

Quien posea un smartphone Android ya no tendrá que utilizar el navegador Chrome ni el buscador de Google ni su tienda de aplicaciones. Y, lo más importante, las grandes plataformas de mensajería deberán garantizar la interoperabilidad con otras más pequeñas, por lo que un usuario de WhatsApp podrá comunicarse directamente con quien utilice cualquier otro servicio, como Telegram y Signal.

Quien posea un smartphone Android ya no tendrá que utilizar el navegador Chrome ni el buscador de Google ni su tienda de aplicaciones

Gracias a esta amplitud de miras, la Ley de Mercados Digitales no solo se empodera a los usuarios dándoles más capacidad de elección, también ayuda a las empresas más pequeñas a competir con las grandes. Dado que los datos son el nuevo petróleo, la capacidad de las Big Tech de concentrarlos impide que sus homólogos de menor tamaño tengan opciones de desarrollar productos y servicios a la altura. Y la ausencia de interoperabilidad entre sistemas de mensajería condena a los menos populares por culpa de los efectos de red que premian aún más a los que tienen más usuarios.

Sin embargo, el aplauso no ha sido 100% unánime. Según varios medios internacionales, Google afirma que "algunas de las normas pueden reducir la innovación". ¿La suya? Por supuesto. Pero, a nivel europeo, la Ley de Mercados Digitales podría generar un "aumento del 1,5% del PIB anual hasta 2030 y generar entre hasta 1,4 millones de puestos de trabajo", según el propio texto.

Por su parte, Apple ha expresado su preocupación las posibles vulnerabilidades de privacidad y seguridad que podrían surgir. En este punto, el gigante, famoso por ofrecer los productos más cerrados y, por ende, más seguros, podría tener razón. Sin embargo, estos riesgos no se eliminan impidiendo una legislación más justa, sino desarrollando estándares resistentes y de calidad, por difícil que resulte.

Y luego están los 30 legisladores de EEUU que, según la CNBC, han escrito al presidente, Joe Biden, alertando de que la norma europea supone una "discriminación de facto" hacia las empresas estadounidenses al excluir a las asiáticas y favorecer a las europeas. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.

El borrador de la Ley de Mercados Digitales no solo no menciona a ninguna empresa en concreto, sino que ha establecido unos criterios de volumen de negocio y usuarios para definir qué compañías estarán sujetas a la regulación. Por tanto, la norma afectará a cualquier gigante digital que los cumpla, ya sea estadounidense, asiático o de Albacete[A1] . Y, por si fuera poco, contempla un mecanismo de apelaciones para las compañías que finalmente acaben incluidas.

Dada la ambición de la Ley de Mercados Digitales y el aplauso generalizado con el que ha sido recibida, ya hay quien la ve como la sucesora del RGPD, que no solo definió las bases de la privacidad en Europa, sino que su ejemplo sigue calando en todo el mundo. Puede que sea dura con las empresas que tengan que someterse a ella, pero, dados los abusos a los que las Big Tech llevan sometiéndonos desde hace años, es innegable que esta sí es la clase de bofetada que necesitamos.