El pasado julio, en un momento crucial para el futuro de la economía española, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, negociaba en sede comunitaria la llegada de un paquete de ayudas con el objetivo de paliar los efectos de una crisis sin precedentes. Tras días de negociaciones, la reunión concluía con la aprobación de ayudas que suponían la inyección de 140.000 millones de euros en la economía española.

En total, el conjunto de recursos movilizados por el bloque comunitario es de 740.000 millones de euros. Este capital, junto al capital ya aportado, supone la mayor movilización de recursos de la historia de la Unión Europea.

Un auténtico plan Marshall que nace con la intención de dotar de capacidad a los distintos Estados miembros para afrontar una crisis como la actual, pues es una situación sin precedentes en nuestra historia, y a la que, además, economías como España debían enfrentarse sin margen de maniobra.

Hablamos de una deuda que en la ratio deuda/PIB, que ya se encontraba muy cercana al 100%, mientras que el déficit público sorprendía en Bruselas tras su auditoria y ese mayor acercamiento al 3% establecido en los Pactos de Estabilidad y Crecimiento (PEC) que tratan de estimular la estabilidad presupuestaria de los países miembros.

Ese escaso fondo de maniobra y los precedentes de España dentro del bloque comunitario -por los efectos de crisis pasadas y la política de gasto público de los últimos años- situaron a nuestro país en el foco de atención de los llamados 'frugales'. Unos países que han condicionado la llegada de fondos a la presentación de proyectos que, en cierta forma, sean considerados una inversión retornable para España.

Inversiones para las que se han dispuesto fondos por valor de 72.000 millones que llegarán en forma de ayudas directas y que no deben ser posteriormente devueltas. Mientras, los 68.000 millones restantes, llegarán en forma de préstamos. Estos sí, computando a la deuda y con la estricta condición de ser devueltos. Las ayudas de este Plan Marshall equivalen a una inyección del 11% del PIB español.

El Plan Marshall europeo equivale a una inyección del 11% del PIB español

Es un plan bastante ambicioso y pese a no contar con la totalidad de recursos que, a priori, exigían España o Italia, ayudará a estos países a afrontar sus desafíos con mayor capacidad.

Sin embargo, todo ello estará regido por una condicionalidad impuesta por el conjunto de países miembros, pudiendo estos paralizar la llegada de fondos si una mayoría de la Comisión considera que el destino de estos va a ser un incremento del gasto público sin miramientos.

No olvidemos que hablamos de economías con unas cuentas muy comprometidas en materia de gasto. Unas cuentas públicas que, hoy en día, y por situaciones como la de las pensiones, entre otras cosas, se muestran al borde del colapso. 

Las condiciones impuestas exigen a España la presentación de planes de inversión que, siendo reformas rentables y que garanticen la sostenibilidad futura del país, deben ser aprobados por Bruselas.

Planes de inversión que deben pasar por mejorar, en primer lugar, la sanidad; así como promover una transición real hacia la energía verde, consiguiendo, de una vez, que la inversión en energías renovables, además de rentable, trate de relajar la permanente dependencia de fuentes de energía importadas que corrigen el gran superávit comercial que presentaría España si fuera energéticamente hablando autosuficiente.

La inversión en energías renovables debe relajar la permanente dependencia de fuentes de energía importadas que corrigen el superávit comercial

Sin embargo, además de estas inversiones que recomienda Bruselas, España necesita otra serie de inversiones que, aprovechando dichas ayudas, podrían beneficiar en gran parte a nuestra economía.

Y no hablo de infraestructuras precisamente, sino de inversión en, por ejemplo, I+D y capital. Unas partidas en las que España, en contraste con otras economías, queda relegada a los últimos puestos del ranking.

En este sentido, invertir en I+D y capital son inversiones que podrían ser muy rentables. No olvidemos que uno de los primeros eslabones del crecimiento económico es el aumento de la productividad. Invertir en estas partidas es también uno de los mejores alicientes para incrementar la productividad, algo necesario teniendo en cuenta que hablamos de un país que lleva 20 años con una productividad estancada. 

España es de los países que menos invierten en la partida de I+D, muy por debajo de la media europea

Para hacernos una idea, Alemania, en lo que a inversión en capital per cápita se refiere, invierte aproximadamente un 50% más que España. Si esto lo hacemos para la inversión en I+D, podemos ver cómo España es de los países que menos invierten en esta partida, muy por debajo de la media europea. 

Junto a estas inversiones que recomienda Europa, tampoco está de mas recordar otras que, junto a las que podrían realizarse en capital humano o en la mejora de nuestro tejido productivo, tendrían un gran impacto en nuestra economía. Pero siempre abordadas desde el rigor que exigen los distintos organismos independientes que, como la AIReF, llevan advirtiendo sobre la necesidad de revisar nuestras cuentas públicas y el rendimiento del gasto acometido (spending review).

Si no hacemos inversiones rentables y seguimos aumentando el gasto, no solo vamos hacia un futuro más deteriorado de lo que ya se muestra y se prevé, sino que vamos hacia un colapso económico que, por nuestra irresponsabilidad, tendrán que pagar las generaciones venideras.

*** Francisco Coll Morales es economista.