La plantilla de los sanitarios de las cárceles está bajo mínimos. En concreto, el 72,5% de las plazas de médicos de los centros penitenciarios está sin cubrir. Y esto es una situación que cada año se agrava más. Desde los sindicatos denuncian que apenas se cubre ni un tercio de la plantilla y cientos de los puestos ofertados se quedan vacíos.
Para ser exactos, este año se han ofertado un total de 520 plazas para médicos y sólo se han cubierto 143 (últimas cifras de junio), según los datos proporcionados por Acaip-UGT que se basa en cifras del Portal de Transparencia y de estadísticas oficiales del Ministerio del Interior.
Unas cifras que tampoco están muy alejadas de lo que ocurrió el año pasado. En el mismo periodo de 2024, había disponibles 517 y sólo 169 fueron ocupadas. Es decir, esto supone que se quedaron el 67,31 % sin cubrir. Aunque se ha ampliado el número de plazas ofertadas (un poco), desde el sindicato denuncian que no es suficiente.
"Hasta ahora, el déficit de profesionales sanitarios se ha ido sobrellevando poco a poco, antes en un centro faltaban sólo dos médicos, tres, pero es que ya nos encontramos cárceles en las que no hay directamente. Esto dificulta mucho la atención al interno", denuncia Joaquín Leyva, funcionario de prisiones y miembro de ACAIP UGT.
Todo esto, como aclara Leyva, se está intentando suplir con colaboraciones exteriores o contrataciones temporales.
Actualmente, de los 80 centros penitenciarios que hay en España y dependen del Ministerio del Interior (excluidas las cárceles de Navarra, País Vasco y Cataluña que tienen las competencias de prisiones), 15 están sin médicos. Entre ellas, se encuentra la cárcel de Albacete, Alcázar de San Juan, Ávila o Cáceres.
Por otro lado, muchas de ellas cuentan con un sólo médico. En total hay 25, entre las que destacan Alicante Cumplimiento, Almería, Burgos, Castellón, Daroca (Zaragoza) o Herrera de la Mancha (Ciudad Real) sólo cuentan con un médico.
Centros penitenciarios sin médicos
- Albacete
- Alcázar de San Juan (Ciudad Real)
- Ávila
- Cáceres
- Ceuta
- Cuenca
- Logroño
- Madrid VII (Estremera)
- Málaga II
- Menorca
- Santa Cruz de la Palma
- Soria
- Teixeiro (A Coruña)
- Teruel
- Valladolid
Mal pagados
Una de las causas por las que hay ese déficit de facultativos es porque la profesión en los centros penitenciarios está mal remunerada. Tienen salarios que están muy por debajo que los de los médicos que trabajan en centros sanitarios públicos.
"Ser médico en la cárcel requiere tener una formación multidisciplinar: de medicina familiar, interna o psiquiatría. Y estos, claramente, se dirigen hacia otros campos de ejercicio donde las especialidades están más reconocidas y, sobre todo, mejor remuneradas", añade Sonsoles Castro, representante nacional de médicos de Administraciones Públicas (MAP).
Se convocan sucesivamente oposiciones y se actualizan las bolsas de trabajo para atraerlos. "Pero, estos ni se presentan para ejercer dicha especialidad en las cárceles", continúa Castro.
Por otro lado, las masivas jubilaciones que no están siendo sustituidas por nuevo personal sanitario están agravando, aún más, la situación.
"Cada año el descenso de médicos es constante porque no se convocan las plazas suficientes, las que se convocan no se cubren y, a eso, se le suma que se están jubilando los médicos que tenemos", añade el funcionario. Cabe destacar que "la mayoría de las prisiones españolas cuentan con una plantilla envejecida con una media de 60 años". Lo que está provocando a los centros totalmente en los huesos.
Sociedades como la de Psiquiatría Legal (SEPL) y la de Sanidad Penitenciar (SESP) llevan años denunciando la crítica situación en las que se encuentran las cárceles.
Agresiones y atención asistencial
Según destaca el funcionario, desde las cárceles han observado que el aumento de la conflictividad y las agresiones ha coincidido con el mayor pico de ausencia de médicos. Además, ese déficit de facultativos impide una atención asistencial continuada y de calidad.
"La falta de médicos influye también en la conflictividad en el centro, por varios motivos. Primero, por el aumento de internos que ingresan con algún tipo de enfermedad mental. Si en las primeras revisiones dentro de la prisión no se les detecta (ya que muchos de ellos vienen sin diagnosticar), en muchas ocasiones la enfermedad no sale a la luz hasta que no llegan a cometer la agresión", precisa Joaquín Leyva.
Además, cuando un preso tiene un comportamiento violento, necesita que pase por supervisión médica para ser aislado, si no hay médicos no puede realizarse.
"Muchas veces estas acciones se quedan sin acción totalmente. Entonces, la percepción que tiene el resto de la población reclusa es que no hay consecuencias a esos actos violentos", continúa Leyva.
Es importante matizar que el 30% de los reclusos toma algún tipo de medicación psiquiátrica, lo que requiere una supervisión continuada de médicos que actualmente está resultando difícil de ser atendida.
