Después de que el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicara este lunes la orden ministerial correspondiente, las comunidades autónomas ya han podido ‘tomar’ legalmente las instalaciones de la sanidad privada en cualquiera de sus territorios para combatir la extensión del coronavirus.

Sin embargo, la colaboración entre el sector público y el privado para combatir la pandemia hace tiempo que existía en muchas regiones. Una cooperación público-privada vital para poner coto a la expansión del COVID-19 en la que ni el precio de las prestaciones ni los esfuerzos están sobre la mesa.

Así lo confirman fuentes del sector de la sanidad privada a Invertia. Entre ellos, Carlos Rus. El presidente de la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE), la patronal del sector, asegura que “siempre hemos estado a disposición de las autoridades públicas”. Y todo ello sin abonos, conciertos o contratos de por medio. “Es curioso", admite. "No se ha hablado en ningún momento de contraprestación económica. Pero es que ahora mismo la prioridad es salir de una situación de crisis”.

Preocupaciones

“Hay que dedicarse a atender pacientes”, explica. “Estamos desprogramando a medida que es necesario y, dependiendo de la zona de la que se trate, toda actividad médica que no sea de carácter preferente se aplaza para focalizar nuestra atención y puesta a disposición de recursos en el coronavirus”.

Sin embargo, Rus también admite que “hay preocupación sobre el futuro en el ámbito privado. Está claro que todo esto tiene y va a tener un impacto importante en el sector, pero de esto habrá que hablar cuando se haya superado la situación. Ahora mismo hay que dedicarse a atender pacientes".

Mesas de coordinación

La alianza entre la sanidad pública y la privada ya era una realidad en las regiones “con mayor presencia de la privada”, explica Rus, entre las que se cuentan Madrid, Andalucía, Cataluña, Baleares, Galicia o Canarias. En ellas se han gestado “mesas de coordinación a nivel autonómico, y en zonas como Andalucía también a nivel provincial”.

Sin embargo, el mejor ejemplo de esta colaboración, el molde que en la batalla contra el coronavirus debería de ser replicado por otras autonomías, es Madrid. “Es el mejor ejemplo, donde ya ya hay una toma directa de recurso de los hospitales privados por parte el sistema público”, indica Rus. “Es el modelo que nosotros, como patronal, estamos trasladando a nuestros afiliados”.

En esta estrategia de coordinación también tienen mucho que ver los inventarios de recursos con los que cuenta la sanidad privada, en los que tienen mayor importancia las UCI y camas disponibles, así como el equipamiento, para que “el sistema público pueda acceder a ellos cuando lo necesite”.

Cuestión de números

Lo cierto que es que la sanidad pública necesita a la privada en la batalla contra la pandemia. Así lo indican los números. Según los datos del Instituto para el Desarrollo y la Integración de la Sanidad (IDIS), si en España hay aproximadamente 800 hospitales, más de la mitad son privados. Y aunque en camas ganan claramente los centros públicos (106.896), los privados podrían hacer que esta cifra creciera en casi un 50% (hay 51.373 camas hospitalarias privadas).

A todo esto hay que sumar las manos que ya está aportando el sector privado. Este ámbito cuenta con 266.728 profesionales sanitarios que ya están trabajando para frenar el COVID-19.

Rus apunta además que ya hay cierto reconocimiento oficial por ello. “En muchos sitios estamos siendo felicitados por esta labor por responsables públicos y políticos de las autonomías, tanto por la disposición de recursos como de información”.

De hecho, según ha podido saber este medio, la privada ya ha recibido el agradecimiento por su aportación del propio Gobierno. El Ejecutivo ha trasladado su intención de alcanzar la “máxima colaboración” con el sector, más allá de las obligaciones legales a las que lo ha atado a través de las órdenes ministeriales aprobadas en los últimos días.

El éxito de esta cooperación entre agentes públicos y privados se antoja clave para lograr frenar y paliar una pandemia que ya se ha llevado a 330 personas y cuenta con más de 9.300 infectados.

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