Comprar un buen fondo y utilizarlo bien son dos cosas muy distintas. Una lección básica que, sin embargo, no termina de calar entre los partícipes minoristas, que parecen estar presos del cortoplacismo, las rentabilidades pasadas y las emociones para guiar sus decisiones de inversión. Por lo general, estas vienen muy condicionadas por lo que haga el resto del mercado, provocando un ‘efecto manada’ que puede suponer un serio golpe para la rentabilidad final conseguida. 

Es cierto que adivinar el momento de entrada y de salida, bien sea a través de fondos o de compra directa de acciones, bonos o divisas, es prácticamente imposible. Pero los datos demuestran que el minorista, al contrario que el institucional, lo hace especialmente mal cuando intenta adelantarse a los movimientos del mercado. 

Así lo demuestran recientes estudios que analizan el ‘fracaso’ de las estrategias de ‘market timing’, en las que el inversor se nutre de indicadores macroeconómicos o análisis técnicos para posicionarse ante las posibles subidas o bajadas que se avecinan. Pero ni por esas. Desde Morningstar explican que “por lo general, el inversor tiende a comprar después de que un fondo haya subido y a vender después de que haya perdido valor”. 

EL GAP ENTRE EL FONDO Y EL PARTÍCIPE

La firma elabora de forma anual el informe ‘Mind the Gap’, en el que analiza la diferencia entre lo que un cliente gana en un fondo de inversión y la rentabilidad del mismo producto que, por lo general, suele ser superior a la del partícipe. Detrás de este ‘gap’ está, precisamente, la ineficacia a la hora de escoger el momento para entrar o salir del fondo en cuestión. 

El estudio de 2017, el último en el que aparecen referencias al mercado europeo, refleja cómo los clientes de fondos domiciliados en Luxemburgo registraron una rentabilidad de 74 puntos básicos (0,74 puntos porcentuales) inferior a la del fondo en la que invirtieron durante un periodo de 10 años. Pero los datos demuestran, además, que esa diferencia entre ‘cliente y fondo’ se amplía en determinadas categorías. Por ejemplo, en los productos de renta variable, el ‘gap’ supera los 153 puntos básicos, demostrando que cuanto mayor riesgo, existe una mayor posibilidad de que el cliente venda cuando’ vienen mal dadas’, perdiéndose los posibles rebotes posteriores. 

Elegir el momento adecuado es, sin duda, una misión casi imposible para los inversores. Pero la experiencia demuestra que mantener la calma y dejar el ‘market timing’ para los especialistas puede ser la mejor estrategia a largo plazo. “Cada año tiene sus baches, pero los inversores deben de estar preparados para afrontarlos”, indican desde JP Morgan AM en su último informe de perspectivas. 

De hecho, según cálculos de la firma, y tomando como ejemplo la evolución del índice MSCI Europe, a pesar que las caídas intraanuales medias han sido del 15,4% en los últimos 40 años (diferencia desde máximos a mínimos del año), la rentabilidad anual final se ha recuperado para ser finalmente positiva en 30 de esos años.

NO HAY BOLA DE CRISTAL

Como ejemplo, los expertos de JP Morgan analizan una inversión de 10.000 euros invertidos entre 2002 y 2017 en el índice europeo. Si el inversor hubiese aguantado todo ese periodo invertido, habría logrado una rentabilidad anualizada del 4,03% respecto a la inversión inicial. Si se hubiese perdido las 10 mejores jornadas del periodo, esos 10.000 euros habrían perdido un 0,78% de su valor. “Con la pérdida de las 30 mejores jornadas las pérdidas serían del 5,41% y casi del 10% si se hubiese quedado fuera de las 50 mejores sesiones”, señalan. 

“La volatilidad en los mercados financieros es normal, y los inversores no deberían reaccionar visceralmente cuando las cosas se pongan difíciles”, insisten desde la entidad. “La lección fundamental es que no hay que asustarse, ya que con frecuencia las caídas en los mercados representan más una oportunidad que una razón para vender”, añaden.

Evitar el 'market timing' no significa, sin embargo, que el inversor deba estar anclado a su fondo para siempre, pase lo que pase. Fernando Luque, editor senior de Morningstar, indica que hay varios motivos para vender o traspasar un fondo de inversión. Por ejemplo, cuando el fondo lo hace de forma sistemática peor que sus comparables o cuando ha cambiado su política de inversión. El experto llama la atención sobre la importancia de las comisiones en la rentabilidad final del partícipe respecto a la del fondo. Luque explica que hay que “comparar las comisiones totales de los fondos con la media de su categoría si está pagando un precio excesivo por la gestión, lo mejor será traspasar el dinero a otro más barato”

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