La última oleada de la fiebre por el bitcoin tiene un componente que la diferencia de las anteriores. Se trata del papel que esta vez están desempeñando los grandes inversores. Las manos fuertes del mercado ya son dueñas de una de cada tres de estas criptomonedas en Europa. Una cota que evidencia que los recientes máximos históricos del más novedoso de los activos no son consecuencia solo de los movimientos de pequeños especuladores.

Nunca antes el peso de los grandes inversores había sido tan representativo en un activo tan volátil y polémico como el bitcoin. Y, por si fuera poco, la situación se repite en Norteamérica, donde también un 30% de estas monedas digitales ya es propiedad de institucionales, bien se trate de entidades de inversión colectiva, firmas financieras o empresas que confían parte de su tesorería a la criptomoneda reina al estilo de Tesla.

Esta es una de las principales conclusiones a las que llega un estudio elaborado por el Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge en plena pandemia. El mismo del que Citigroup se acaba de hacer eco para señalar que, esta vez sí, el bitcoin se encuentra “en el punto de inflexión” para pasar a convertirse en un activo habitual más en las carteras de inversión.

Una "nueva dimensión"

El gigante de Wall Street es uno de los pocos de su especie que aún se resiste a tomar parte activamente en la imparable expansión del bitcoin, pero en su análisis no duda en calificarla como “Estrella Polar” de todo el universo de las criptomonedas. Algo que, según su análisis, se traduce en que es la más brillante y la que marca el rumbo al resto de las de su clase.

Desde el banco de inversión estadounidense reconocen que todavía es muy difícil prever en qué medida conservará esta posición destacada y hasta qué punto podrá acelerar una “potencial transformación de la economía” hacia modelos más digitales y fundamentados en la tecnología blockchain. Sin embargo, sus analistas se muestran convencidos de que ”el viaje del bitcoin ha entrado claramente en una nueva dimensión”.



En este sentido, incluso en mercados financieros menos desarrollados el peso del bitcoin entre los institucionales ya empieza a ser significativo. Tal es el caso de Latinoamérica, donde la fuerte depreciación acumulada por muchas divisas nacionales se convierte en un acicate para su uso. Allí, un 10% de las posiciones en esta criptomoneda ya es atribuible a las manos fuertes de la inversión.

Además, a pesar de la euforia desatada en torno a esta moneda digital y la irrupción de muchos nuevos inversores, hay varios datos más que resultan claves para Citigroup a la hora de comenzar a tomarse en serio el bitcoin. Una estrategia que con más o menos disimulo están adoptando firmas de inversión de todo el mundo, también españolas.

Cuentas más grandes y estables

Uno de estos factores clave es que el número de cuentas con más 1.000 bitcoins en cartera se ha más que cuadruplicado en los últimos diez años. El vertiginoso ascenso se concreta en el paso de menos de 500 cuentas por este volumen significativo en 2010 a cerrar el año pasado por encima de las 2.000, según datos de Coin Metrics. Hoy por hoy, un volumen así supone una valoración de unos 5 millones de dólares en función de la valoración de la criptomoneda.

El segundo es la menor rotación de bitcoins. Algo que, a la postre, implica una menor especulación cortoplacista en torno a la criptomoneda. A pesar de su abultadísima volatilidad -solo en febrero se ha movido un 44% entre máximos y mínimos- lo cierto es que estas monedas digitales ahora cambian de manos mucho menos que hace unos años.

Cerca de un 50% no cambia de manos en el último año, una cota que llegó a rebasar el 60% a mediados del turbulento año 2020. Mientras tanto, un 10% permanece inmóvil en billeteras digitales desde hace más de cinco años, tal y como han destacado varios estudios al respecto.

Más allá del hecho de que el bitcoin no está soportado por ningún fundamental o institución de garantía, sino solo por la convicción del mercado en torno a su valor, desde Citi señalan que precisamente esta descentralización extrema es su gran ventaja para considerar su “alcance global” y su “neutralidad”. Dos características que, a juicio de la entidad, bien podrían hacer al bitcoin merecedor de convertirse en “la moneda elegida para el comercio internacional” de un futuro que podría no resultar tan lejano.

Negocios ilícitos

El principal punto negro a esclarecer para que estas previsiones pudieran materializarse está en su uso para actividades ilícitas. Un estigma que el bitcoin se va aliviando a golpe de regulación y con el esfuerzo de muchas plataformas de negociación pero que sigue siendo el principal argumento de los grandes inversores que se niegan a mirar a esta criptomoneda como un posible activo a incluir en sus carteras.

Aquí, el estudio es tajante al dar por buenas las cifras que señalan que solo un 0,34% de las transferencias de valor en bitcoin celebradas a lo largo de 2020 es sospechosa de prácticas al margen de la legalidad. Un porcentaje que supone una clarísima mejoría frente al 2,13% que se estimó para el mismo concepto en el ejercicio 2019.

Potencial innovador

En cualquier caso, los expertos de Citigroup no dudan en señalar que lo que está ocurriendo con el bitcoin es solo la cresta de un iceberg que implica una “revolución” en el modo de entender las transacciones de pago y los depósitos de valor. Una prueba mucho más doméstica de ello es que varias iniciativas de criptomonedas y muchas más sobre tecnología blockchain han acudido ya a la primera convocatoria del sandbox fintech español.

Desde el gigante estadounidense, se echa mano de la filosofía para aventurar cuál podría ser el futuro de la criptomoneda reina. Con una cita de Schopenhauer recuerdan aquello de que: "Toda verdad atraviesa tres fases: primero, es ridiculizada; segundo, recibe violenta oposición; tercero, es aceptada como algo evidente".

De momento, Citi parece apuntar ya hacia la última fase. Sin embargo, aunque la entidad se moja en una de las cuestiones que más debate despierta actualmente en el terreno financiero, por el momento evita la zambullida por la que han optado ya algunos de sus colegas.

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