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Mercados

La gestión de las inversiones y el peligro del efecto manada

Debilidades humanas están detrás de grandes decisiones de inversión.

11 octubre, 2021 02:59

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Cuando alguien cede su dinero a un gestor para que se lo administre, busca beneficios y no va a disculpar el no obtenerlos. Y va a criticar al que toma las decisiones salvo quizás en un caso, ya que no hay nada peor que tener pérdidas cuando la mayoría gana: que haya un crash global y todos pierdan, entonces puede que sea más comprensivo.

Y los profesionales lo saben muy bien, saben que los inversores –grandes y pequeños- tienen acceso a toda la información y en concreto en los fondos se vigilan los ranking de rentabilidad y deciden muchas veces por esos datos, y eso también supone un mayor o menor salario para el gestor.

Esto hace que los mercados tengan un comportamiento similar al de los rebaños, muy pocos se arriesgan a no hacer lo mismo que la mayoría y prefieren pertenecer a la manada que ser arrollados por ella; el riesgo de no estar, por ejemplo, invertido en bolsa en un año de subidas generalizadas puede arruinar el currículo de un gestor.

Quizás esto explique la aparente irracionalidad de muchos movimientos y más cuando desde hace años es la liquidez –en general fruto de las inyecciones de los bancos centrales y sus bajos tipos de interés que desincentivan el ahorro conservador- el principal motor de todo.

Hay quien sigue creyendo que son la economía y sus expectativas lo que más pesa pero una y otra vez los hechos contradicen esa impresión. No son los datos macro de cada país o los resultados empresariales, sino las políticas de los bancos centrales las que más influyen.

Y es que demasiados activos tienen comportamientos poco lógicos y eso es algo que pasa en todo el mundo pero si algún gestor apuesta a la contra de la dirección que toma toda esa liquidez que es la de la mayoría de inversores y le sale mal, se juega su puesto.

Y al final los mercados financieros, por mucho que avance la gestión automatizada generada por algoritmos, se componen de la suma de muchas voluntades humanas, y los factores personales de un gestor que sabe que tiene garantizado su trabajo y un buen salario si no se sale del camino general, pesan mucho.

La suerte es sólo un factor

El que inventó la metáfora de equiparar los mercados bursátiles con el casino creo estuvo desafortunado ya que pareció olvidar que en el casino -en la ruleta- se juega contra la banca y la suerte es lo principal pero en la bolsa se apuesta contra otros participantes y la suerte sólo es un factor más

Si hubiera que compararlo con un juego yo lo haría con el póker. Los otros puede que tengan más dinero, algunos incluso hasta pueden tener algunas cartas marcadas, pero es la estrategia y no la suerte lo que puede llevar al beneficio

Es por eso que año tras año los mejores jugadores de póker, los que llegan a las finales del campeonato del mundo, suelen ser los mismos. ¿Cómo podría ser así si sólo fuera la suerte? Lo mismo pasa con los mejores gestores de fondos, a lo largo de una década se ve quién es el mejor… y desde luego no hay racha de fortuna que dure 10 años.

Hasta Warren Buffet

El ejemplo más socorrido es el de Warren Buffet, que tiene su propia compañía cotizada desde la que gestiona todas sus inversiones: Berkshire Hathaway.

Es el octavo valor que más pondera en el mayor índice bursátil del mundo (el S&P500), por encima por ejemplo de JP Morgan. 

Nadie duda de su capacidad como inversor, y de su sabiduría para cambiar de opinión y ser flexible en sus criterios, algo que no es muy común entre aquellos que ya están en la cima.

La prueba de ello es que, tras renegar en varias ocasiones de ella, Buffet decidió en el primer trimestre de 2016 invertir en Apple, sumándose a la tendencia general por las tecnológicas, algo a lo que, en general, el inversor había dado la espalda durante su carrera. 

Hasta ese momento, y salvo una pequeña inversión en IBM, sus inversiones siempre se habían enfocado en la economía tradicional: desde el ferrocarril hasta las baterías de automóviles y teléfonos pasando por compañías de seguros, muebles para el hogar o ventas minoristas. 

Ahora la gran revalorización de Apple y su fe en ella, han llevado a que sólo esa compañía suponga el 45% del total de las inversiones de Berkshire Hathaway, algo que desafía totalmente el consejo más básico de todos que es el de la diversificación. 

Buffet, como se mano derecha Charles Munger, hace tiempo que advierten contra la sobrevaloración que existe en la renta variable pero, como se puede ver en su portfolio de inversiones, al final también se han sumado al efecto manada

El ejemplo de las criptomonedas 

¿Cuántos inversores  bancos de inversión las despreciaron durante años y cuántos han acabado incluyéndolas en sus decisiones de inversión? Son muchos, y puede que a alguno haya cambiado realmente de opinión, pero seguramente lo que les haya pasado a muchos es que saben que si los demás están en un producto, ellos también deben estar ahí

Y encuentras a gestores que justifican la compra de un valor concreto de bolsa basándose en parámetros técnicos como el ROE, el Ebitda, el PER, etc. que de repente asumen recomendar la compra de tokens virtuales sin que ninguno de los motivos que siempre ha utilizado para justificar sus decisiones, exista. 

Un ejemplo de cambio de opinión es la del legendario inversor G. Soros que en 2018 pronunció frases como esta: "decirle criptomoneda es un error y es una típica burbuja que siempre se basa en cierto malentendido" o 

"Una ‘moneda' que fluctúa 25% en un día no puede ser considerada una reserva de valor, no se puede pagar un salario a alguien con algo así". 

Sin embargo, en julio de este año entró en el negocio de las criptomonedas, de la mano de su empresa Soros Fund Management LLC. 

El peligro del “efecto manada”

Si los grandes hedge funds, las mayores fortunas y el sistema financiero en general compran con su dinero activos de renta fija y de renta variable y activos reales y virutales menospreciando los riesgos y los razonamientos más lógicos y prudentes, lo normal es que pase como con la burbuja inmobiliaria española, que todos se apunten al movimiento crean o no en él.

Aunque lleve muchos años subiendo la bolsa y bajando las rentabilidades de la deuda, lo cierto es que resulta contraproducente que se apueste a la vez por tipos bajos durante largo tiempo y subidas sin parar de las cotizaciones bursátiles. En el primer caso es un síntoma de bajo crecimiento y política expansiva de los bancos centrales para frenar la deflación, y en el segundo se descuentan mayores beneficios y por lo tanto consumo al alza que aumentará la inflación y frenará y revertirá las actuales políticas de los bancos centrales.

¿El mayor riesgo de todo esto? Que esa manada que hoy lo compra todo entrará conjuntamente en estampida cuando toque darse la vuelta y en su impulso arrase con todo y con todos, no sería la primera vez que pasa algo así.