Sandra Tobar Noelia Ruiz

Que el pan cueste cinco céntimos más desde hace algunas semanas no es casualidad. Tampoco lo es que la leche, los huevos o el aceite de oliva hayan incrementado sus precios. Se debe a los elevados costes de producción (energía, combustibles, abonos…) a los que está sometida toda la cadena agroalimentaria desde el primer al último eslabón. Un problema que tiene un efecto directo: la subida de precios en algunos alimentos.

Ya lo avisan a pie de campo. “Los productos van a aumentar de precio de cara al consumidor por los elevados costes de producción que soportan agricultores y ganaderos”, reconoce a EL ESPAÑOL-Invertia el presidente de Asaja, Pedro Barato

Estamos hablando de la subida de los precios de la energía, combustible, plásticos e insumos agrícolas que son los productos (fertilizantes, abonos, plaguicidas, semillas…). Incrementos que van desde el 30% en piensos al 50% en plásticos. 

También lo alertan los datos. Si atendemos, por ejemplo, al 'Boletín semanal de coyuntura' que elabora el Ministerio de Agricultura, hasta septiembre se observa un nuevo repunte de los precios del trigo blando, con un precio medio un 3,23% más alto que el mes precedente, lo que supone una variación del precio medio del 30,52% respecto al mismo mes del año 2020.

El litro de aceite de oliva cuesta hoy casi un euro más que el año pasado. El precio medio registrado en esta semana es de 3,07 euros el litro, casi un euro superior a los 2,15 euros que costaba en la primera semana de noviembre de 2020, según datos consultados en el sistema de información de precios en origen del aceite de oliva. 

Aceite de oliva en una imagen de archivo.

En comparación con las últimas semanas su precio se mantiene estable, aunque hay que tener en cuenta que esta fecha no es época de aceite de oliva. 

Y no son los únicos. Frutas y hortalizas también registran importantes aumentos. En la semana del 25 al 31 de octubre, el precio de mandarina sube un 3,63% con respecto a la semana anterior, el de la alcachofa se incrementa un 8,55%, el del brócoli 9,5%, el pepino un 21,4% (de 0,46 €/kg a 0,56€/kg) y el repollo un 23,77% (de 0,49€/kg a 0,61€/kg). Y un producto muy navideño, la uva, se incrementa ya un 3,03% (de 0,82€/kg a 0,85€/kg). 

De ahí que el secretario general de Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), Lorenzo Ramos, haya denunciado la “especulación” y los “márgenes superabusivos” que se están dando en determinados productos frescos como las frutas y verduras. “Productos que salen terminados de la explotación o de la cooperativa se multiplica por cinco o 10 el precio que paga el consumidor”, denuncia.

En definitiva, con el incremento de costes de producción y la subida de los precios agrarios, “si las empresas quieren seguir manteniendo sus márgenes de beneficio, tendrán que repercutir en el precio final el incremento de costes de producción”, afirma Miguel Padilla, secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), quien plantea la posibilidad de pedir al Ministerio de Agricultura una mesa de seguimiento de precios de insumo agrícolas. 

¿Y los supermercados?

Hasta aquí hemos hablado de la subida de los precios agrarios, pero ¿qué ocurre cuando el consumidor llega al supermercado de turno y quiere llenar su cesta de la compra? Pues de momento, los datos muestran incrementos en algunos productos. 

Comprar una docena de huevos ahora cuesta más. En Carrefour, ha subido 20 céntimos la docena de huevos L, diez céntimos más los medianos y solo dos céntimos los XL. En Dia el mayor incremento se registra en los XL, que cuestan ahora 20 céntimos más, mientras que en Mercadona los huevos de mayor tamaño permanecen sin cambios en su precio. Por el contrario, los L se encarecen 20 céntimos y los medianos lo hacen en once.

Huevos Guillén.

Los agricultores también se benefician de este incremento, ahora reciben 20 céntimos más por docena que hace un año en los XL, según datos de Asaja relativos a la segunda semana de noviembre de 2020 y la semana actual.

A pesar de estas subidas de precios generalizadas y del incremento de costes para los agricultores, muchos precios en origen se han mantenido o incluso han bajado con respecto a esta misma fecha el año pasado. Tal es el caso del tomate andaluz que ha pasado de 1,14 euros hace un año a 0,75 euros en la actualidad o la cebolla que cuesta ahora doce céntimos menos.

Si atendemos al dato del IPC adelantado de octubre, que se anota subidas del 5,5%, en el caso de la alimentación el aumento del precio de los alimentos y las bebidas no alcohólicas está por debajo de la media. Crece hasta la fecha un 1,6% en octubre, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Algo que se ha notado especialmente en los productos ya elaborados, que se han disparado un 1,8%. 

Por eso desde la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) piden calma y mandan un mensaje de tranquilidad. “Hay precios estables y ante el incremento de costes subirán lo menos posible como consecuencia de la fuerte competencia en el eslabón de la distribución”, señala su director, Ignacio Magarzo. 

Hay que tener en cuenta que los supermercados son muy sensibles a la pérdida de poder adquisitivo de los clientes y a su actitud de ahorro. Lo notaron muy pronto con la crisis económica de 2008, por lo que aumentar precios podría provocar una pérdida de consumidores como ocurrió en la anterior crisis, según comentan expertos a este medio.

Una opción es reducir los márgenes de beneficio y asumir ese incremento de costes. Un incremento que su caso hay que sumar también la subida de la luz. “Su incremento en los últimos años ha encendido todas las alarmas en nuestro sector, que puede ver comprometida su sostenibilidad en los próximos meses”, señalan desde la patronal.

Fabricantes que suben

Pero lo cierto es que tienen un gran dilema, ya que una parte de la cadena (los fabricantes) viene avisando de que van a subir sus precios. Y si la cosa va de poner nombres, ahí van los que ya han anunciado una subida de precios: Campofrío, Angulas Aguinaga (La Gula del Norte), P&G, Kraft, Deoleo, Ebro Foods y Danone.

Aunque fuentes del sector aseguran que es una manera de generar "ruido" y "conseguir llegar a acuerdos comerciales más ventajosos". Si bien es cierto, no podrán hacerlo si la competencia no sube los precios. 

La subida de la luz también preocupa a las empresas de envases de vidrio para alimentación, que temen que si el Gobierno no pone remedio los precios de frascos o botellas se encarezcan. “La energía podría causar una subida del precio”, asegura Karen Davies, secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Envases de Vidrio (Anfevi)

De hecho, este sector, que funciona como industria auxiliar de otras, asiste a un pico de demanda por la reapertura del canal Horeca y el acopio que realizan los envasadores que está provocando que, por ejemplo, muchas bodegas no puedan embotellar todo el vino que están produciendo. ¿Por qué? Por la falta de oferta ante una demanda muy elevada. 

Pero que no cunda el pánico que vino no faltará para brindar en las cenas navideñas este año pues las bodegas están dando salida a los vinos embotellados el año anterior, aseguran desde la Federación del Vino (FEV). Cosa distinta es que la cadena de distribución quiera aplicar o no incrementos en el lineal. Algo que desde la FEV ven poco probable. 

Cereales y piensos

De vuelta al origen de la cadena, la subida de los precios agrarios tiene otra derivada que afecta al propio campo. La subida de piensos y cereales es un problema añadido para los ganaderos. “Los cereales están subiendo una barbaridad y supone un problema para los ganaderos porque muchos piensos animales se hacen con cereales”, denuncian desde COAG. 

Asimismo, el aumento de costes se hace notar en la carne. En la entrada al matadero los cien kilos de bovino macho sin castrar estaban hace un año a 340 euros, frente a los 401,86 de finales de octubre, según el Observatorio de Precios de la Junta. Por el contrario, la carne de vaca ha bajado a 93,2 euros los 100 kilos, por debajo de los 106,6 del año pasado por estas fechas.

Y la situación comienza a ser insostenible. Según cálculos de Asaja, cada dos días cierra una explotación ganadera y la viabilidad de muchas de ellas pende de un hilo por la previsible continuidad en el encarecimiento de los costes de producción. 

En definitiva, desde Asaja lanzan otra advertencia: “La cadena alimentaria se rompe si el consumidor paga mucho y el agricultor cobra poco”. Si los costes de producción suben, quizás el agricultor o ganadero bajen la producción.

Eso no quiere decir ni mucho menos que haya desabastecimiento, pero es un aviso que reduciría la oferta. Hay que recordar que en plena pandemia la cadena agroalimentaria hizo un esfuerzo por no romperse y garantizar el suministro. 

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