Antes del próximo 20 de agosto, la Generalitat Valenciana deberá decidir sobre si concede al Valencia CF la prórroga que ha solicitado sobre la ATE (Actuación Territorial Estratégica Valencia Dinamiza) o si, finalmente, la resuelve por incumplimiento. El ayuntamiento valenciano, por su parte, ha pedido su anulación porque el club no ha cumplido los plazos administrativos. La ATE es el acuerdo del club de fútbol con la Generalitat. Establece las fechas de venta de las parcelas del actual Mestalla, y el traslado al nuevo.

Más allá de estos actores, hay otros que también miran de reojo la resolución de la situación. Y esos no son otros que CaixaBank y FCC. La entidad financiera se ha convertido en el principal acreedor del Valencia CF después de la fusión con Bankia. FCC, junto con el grupo Bertolín, formaron la UTE que arrancó las obras del Nuevo Mestalla allá por 2007.

CaixaBank, según las cuentas del Valencia CF, es ahora el único banco al que el club debe dinero. En concreto, 163,68 millones de euros (datos de 2019). Los solares de Mestalla son el aval de la principal hipoteca del club.

Por lo que respecta a FCC, se adjudicó la obra por un importe de 82 millones de euros. De salir adelante la construcción, es probable que haya una nueva licitación. En la misma, FCC partiría con cierta ventaja no sólo por la experiencia que tiene en la construcción y remodelación de estadios (el Bernabéu, por ejemplo). También por haber desarrollado todo lo que ya se ha construido.

Tanto CaixaBank como FCC son algo así como convidados de piedra en esta situación que puede dar un nuevo vuelco. Viven su particular compás de espera. Hay que tener en cuenta que el solar de Mestalla, cada día que pasa, pierde valor. Sobre todo la parte terciaria. No sólo por la crisis relacionada con el coronavirus, sino porque la demanda cada vez es menor.

Estadio cinco estrellas

Fue en 2004 cuando el Ayuntamiento de Valencia firmó un acuerdo con el club Che. Le cedía una parcela de 90.000 metros cuadrados en la avenida de las Cortes Valencianas a cambio de la recalificación de los terrenos que ocupa el estadio de Mestalla: 89.000 metros cuadrados.

Diseñado por el estudio de arquitectura Reid Fenwick Asociados, era un estadio cinco estrellas, según los parámetros de la UEFA, con capacidad para 75.000 espectadores. En 2007 arrancaron las obras, que tuvieron que parar dos años después por la crisis económica. Un parón temporal, se dijo. No había liquidez. Cuando los cielos parecían volver a abrirse a finales de 2011, después de firmar un acuerdo con Bankia, la entidad financiera fue intervenida un año después.

Si finalmente se anulara la ATE, el Valencia CF perdería alrededor de 40.000 metros cuadrados de suelo. Traducido a euros, más de 15 millones de euros. Y acabar la construcción del Nuevo Mestalla sería un daño colateral. Aunque hay expertos que dicen que no impediría su finalización, el proyecto se vería de nuevo tocado.

Por eso, tanto la entidad financiera como la constructora, esperan que haya definitivamente un plan. Un planteamiento que concrete los pasos que se van a dar una vez está claro que el Nuevo Mestalla no estará concluido en la temporada 2022-2023.

Prórroga

Según la prórroga que ha pedido el Valencia CF, la fecha de la ATE se trasladaría hasta 2030. Es decir, cinco años más respecto de la actual. Se retomarían las obras del estadio en 2024, y estaría finalizado en 2026.

Pero el incumplimiento por parte del club está ahí: en mayo de este año debería haber acabado la urbanización del nuevo estadio que incluía el espacio comercial anexo al mismo, y un polideportivo público. Las obras de este último arrancarían ahora en enero de 2022, según comunicó la entidad deportiva.

La conselleria de Política Territorial de la Generalitat ha propuesto que se multe al Valencia CF con 2,36 millones de euros por sus incumplimientos. De llevarse a cabo, el club recurriría.

La ATE fue firmada el 25 de mayo de 2015. Una década después, todas las actuaciones deberían estar concluidas. No va a ser así, de ahí la solicitud de prórroga. El esqueleto del estadio, y las vallas con los nombres de FCC y Bertolín, siguen durmiendo su particular sueño de los justos. CaixaBank, por su parte, está a la expectativa de la prórroga y del planteamiento que pueda surgir.

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