Todo queda en familia… una vez más. Y, de esto, ya ha llovido. En concreto, desde 1926, cuando Juan March Ordinas fundó Banca March. Porque, cuando un March da un paso a un lado, otro March le sustituye. ¿Por qué renovar el esquema si, a pesar de los años, y de las generaciones, funciona? Juan March Delgado ha dimitido como miembro del consejo de administración de Banca March. Le sustituye su hija Catalina March Juan. Cambiar para que todo siga igual.

Como igual, a pesar del paso de los años, es la vida discreta de todos y cada uno de sus integrantes. Esa es una de las cualidades de Juan March Delgado. No se trata de vivir en un segundo plano. No. Más bien es actuar lejos de los focos, sin estridencias, agazapado pero moviéndose con rapidez cuando la circunstancia lo requiere. Más que la circunstancia, los negocios.

Unos negocios que no le han ido nada mal a Juan March Delgado. Ni, por ende, al resto de la familia. Si revisamos la lista Forbes de los más ricos de España, aparece en el puesto 53. Su fortuna está estimada en 400 millones de euros, según la publicación.

Entre hermanos

Dicha fortuna se ha ido gestando durante años y años (más de tres décadas), en los que ha compartido la voz de mando de Banca March y de CFA (Corporación Financiera Alba) con su hermano Carlos. Tan distintos, y tan iguales. Juan siempre ha preferido estar pegado al terruño, a Mallorca. Allí siempre se ha sentido más a gusto que volando a Madrid. Eso, la mayor de las veces, se lo dejaba a Carlos.

¿Algún rifirrafe entre ellos? De haberlo, nunca trascendió. La prudencia, el tacto, la mesura y, por qué no, la reserva han sido, son y serán el santo y seña del clan familiar. La única diferencia entre uno y otro hermano es que a Juan March Delgado se le ha tenido por una persona algo más abierta. A su consanguíneo Carlos hubo quien le etiquetó como “un pelín” antipático.

En 2018, con 78 años, Juan March Delgado dejó la copresidencia de CFA. Ni una voz más alta que otra. Ahora ha dado otro paso más dimitiendo del consejo de administración de Banca March. Y lo ha hecho, una vez más, sin estridencias. Todo, de nuevo, vuelve a estar atado, y bien atado.

A Juan March Delgado nunca le ha gustado dar pasos en falso. Riesgos, los justos. Un claro ejemplo fue la burbuja inmobiliaria, que el clan mallorquín supo sortear porque, quizás por ser más listos que los demás, la vieron venir antes que nadie.

Siempre ojo avizor, los March, en general, y Juan March Delgado, en particular, vivieron (salvando las distancias) lo que en su momento sintió otra saga de millonarios: los Rockefeller. Fue John D. Rockefeller uno de los pocos que se salvó del desastre del crack del 29. Y fue así porque, cuando su limpiabotas le dijo en qué valores tenía que invertir, fue y vendió todas sus acciones.

Sin limpiabotas de por medio, quizás fue su instinto, o su sabiduría, o saber leer mejor que nadie el momento, lo que hizo salvarse a los March de la quema del ladrillo.

Espíritu mosquetero

Los March, a lo largo de su historia, han sido previsores y han puesto ‘los huevos’ en diferentes cestas como Airtel, Simago, Banco Urquijo, Grupo Uralita, Carrefour, Sogecable, San Miguel, Ginés y Navarro (más tarde ACS)… de las que sacaron jugosas plusvalías. Diversificar, otro sello ‘made in March’ del que Juan March Delgado ha hecho gala.

Sin olvidar la prudencia. Tirarse al vacío nunca ha formado parte del vocabulario del banquero, ni de sus antecesores, ni de sus predecesores. Quizás porque, de haberlo hecho, esa perdurabilidad del negocio familiar se hubiera quedado varada en algunas de las tantas crisis sufridas por la economía española.

El código ético de su banca, disponible para directivos y empleados, marca pautas: integridad, honestidad e independencia. También para la saga familiar. En esta última, también está presente el código de los mosqueteros: todo para uno, y uno para todos. Disentir a la hora de votar, no gracias. La pregunta difícil de responder es si Juan March Delgado ha ejercido de D’Artañán, más cuando su hermano Carlos ha defendido los mismos valores codo con codo.

Hasta 2025 está vigente, no los lazos de sangre, sino un pacto de hierro de sindicación de acciones que, entre otros efectos, vincula el voto de todos. Y es así tanto en Banca March como en CFA. Nada mejor que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) como depositaria del mismo. Por cierto, es renovable. Pero eso ya no será menester de Juan March Delgado.

Descendencia judía

Nacido en 1940, estudió bachillerato durante dos años en Sussex (Reino Unido) para acabar convirtiéndose en doctor ingeniero industrial. Lo que no abandonará Juan March Delgado serán los cargos de presidente del Patronato de la Fundación Juan March (que impulsó), y del Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones.

En su dilatada carrera, fue presidente del Banco de Progreso, consejero de Banco Urquijo y del Signet Banking Corporation. También ha formado parte del World Business Council for Sustainable Development (institución con sede en Estados Unidos), donde también la tiene el International Advisory Board. Asimismo, fue patrono de la Fundación Internacional Carrefour para el Mecenazgo y la Solidaridad (Francia).

A modo de curiosidad, los March descienden de los chuetas, unos judíos mallorquines. Quizás por eso su carácter mercantilista e influyente. Siempre han apoyado al árbol que mejor sombra les podía dar, sobre todo en política. Juan March Delgado ha sido uno más.

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