El reloj corre, y de qué manera, para que Unicaja y Liberbank den luz verde a su fusión. Tras los consejos ordinarios celebrados el pasado jueves y viernes por las entidades, fuentes financieras confirman que la ecuación de canje ya estaría cerrada, siendo la gobernanza el principal escollo para una operación que, de salir adelante, podría confirmarse esta misma semana.

Según explican desde las entidades, el proyecto de fusión se está elaborando a partir de los estados financieros cerrados del primer semestre del año, con una auditoría que expira a los seis meses. Por eso, si la fusión no llega a buen puerto antes de que termine el año, con los festivos navideños de por medio, las entidades tendrían que partir de cero con una nueva auditoría que tome como referencia las cuentas del cierre de 2020.

Teniendo en cuenta que los bancos suelen aprobar sus cuentas anuales a finales de enero, el 'ok' definitivo a la operación podría retrasarse incluso al segundo trimestre, si es que finalmente se alcanza un acuerdo, pues las juntas de accionistas tendrían que convocarse más allá de febrero, tal y como está previsto si la fusión se pacta antes de que termine el año.

Últimos flecos

Las fuentes consultadas dejan claro que “está todo bastante adelantado y no existe una sensación de ruptura” pese a lo enrocadas que se han mantenido las negociaciones en las últimas semanas. Sin embargo, y tras la experiencia de 2019 cuando ambas entidades rompieron sus negociaciones tras nueve meses de ‘tira y afloja’, no se puede descartar nada.

Lo único seguro es que el desenlace de la operación se concretará en los consejos extraordinarios que ambas entidades convocarán “en días” para anunciar su decisión final. Una decisión que pende del hilo de la estructura directiva que presentará el nuevo banco fusionado.

En concreto, los últimos datos apuntan a un peso del 59,5% para Unicaja y del 40,5% para Liberbank. Y la cifra coincide con la previsión del mercado para la operación, aunque en este caso, los inversores son algo más generosos con Liberbank.

Teniendo en cuenta que la capitalización bursátil de Unicaja ronda los 1.140 millones de euros y la de Liberbank los 818, los inversores estarían otorgando un peso del 41,7% para la asturiana, y del 58,3% para la malagueña.

La fusión podría conllevar un nuevo plan de ajustes en la nueva entidad.

El papel de la Fundación

Con una horquilla de variación de medio punto porcentual arriba o abajo según fuentes financieras, lo que está claro es que la Fundación Unicaja mantendrá una participación superior al 30% en la nueva entidad, tras haber elevado al 50% su participación en Unicaja para evitar el impacto fiscal.

Sin embargo, la caída del 50% actual a ese 30% podría inquietar, según explican desde varias casas de análisis consultadas, a la institución presidida por Braulio Medel. Sobre todo ante la perspectiva del momento en el que Manuel Azuaga, actual presidente de Unicaja con 73 años, decida retirarse, con lo que Manuel Menéndez, CEO de Liberbank, ganaría más influencia.

Nadie quiere perder ni un milímetro de poder en la entidad fusionada, que pasará a ser el quinto mayor banco de España (teniendo en cuenta la nueva CaixaBank) con unos 110.000 millones de euros en activos.

Hay que recordar que, tal y como también ha quedado reflejado estos días en los movimientos directivos en Banco Sabadell, el Banco Central Europeo (BCE), está recomendando a las entidades eliminar las presidencias ejecutivas, cargo que actualmente ostenta Azuaga, con lo que lo más seguro es que esta silla tenga poderes limitados.

Eficiencia frente a la crisis

Según explican los analistas, está previsto que el consejo de la entidad se reparta en la misma proporción que el capital, dejando claro que Ángel Rodríguez de Gracia, actual CEO de Unicaja, también tendrá un cargo de peso en la entidad combinada, que llegará, si finalmente se aprueba la fusión, con una plantilla de 9.972 empleados (6.274 de Unicaja Banco y 3.698 de Liberbank) y una red de 1.608 sucursales (1.029 de Unicaja y 579 de Liberbank).

Según cálculos de UBS, las entidades asumirían unos costes de restructuración de 290 millones de euros, para alcanzar unas sinergias de 97 millones.

Precisamente, uno de los objetivos de la fusión es mejorar la eficiencia en un entorno macroeconómico complejo y un escenario de tipos de interés en mínimos que complica, y mucho, la mejora de márgenes vía ingresos. Además, con la fusión de CaixaBank y Bankia en el horizonte, ganar masa crítica resulta clave para seguir compitiendo en el sector.

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