Juan Sanhermelando Clara Alba

Respuesta contundente de Bruselas al ‘boicot’ que Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí, pretendían imponer en Europa para obstaculizar la fusión de CaixaBank y Bankia por posibles riesgos de competencia. La Comisión Europea ha dejado claro que debe ser la autoridad competente española la que valore esta posibilidad, por lo que desde Bruselas no pondrán trabas en este sentido a la operación.

Fue el pasado 7 de septiembre cuando los tres eurodiputados huidos obligaron a Europa a pronunciarse al presentar una pregunta parlamentaria sobre la fusión. En concreto, solicitaban un análisis de las consecuencias que la operación tendrá en términos de crédito al consumo y costes de financiación para las familias y pymes, “tanto a nivel nacional como regional”. Además, preguntaban a la Comisión si había analizado el riesgo sistémico para el sector bancario en España.

Consciente de que Bruselas es extremadamente estricta para evitar cualquier movimiento contrario a la competencia, la Generalitat también intentó que el Ejecutivo comunitario asumiera el control de la operación.

Oficinas bancarias en una misma calle.

Pues bien, la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, ya ha emitido su respuesta, dejando claro que este análisis solo sería de su competencia “si al menos uno de los bancos implicados realizase fuera de España, como mínimo, un tercio de su volumen de negocios”. Y no es el caso de ninguna de las dos entidades. “Corresponde a las partes que se fusionan evaluar si la concentración entra dentro de la jurisdicción de la UE”, insiste Vestager.

La responsable de Competencia matiza que, “en caso de que la concentración deba notificarse a la Comisión, se evaluará con arreglo al Reglamento". Pero insiste en que por el momento, no están en condiciones de pronunciarse "sobre los resultados potenciales de una investigación, ni respecto a posibles efectos sobre la competencia en España o en cualquiera de sus regiones”.

Respecto al posible riesgo sistémico para el sector bancario, Vestager se limita a señalar que, “debido a su tamaño, complejidad, interconexión e importancia para la economía, tanto CaixaBank como BFA Tenedora de Acciones (matriz de Bankia) se consideran ‘otros bancos de importancia sistémica’, lo que implica un requisito adicional de colchón de capital, de conformidad con las Directrices de la Autoridad Bancaria Europea”.

En este sentido, indica que el colchón tendría que reajustarse para reflejar cualquier aumento del riesgo que pudiera suponer el banco resultante de la concentración, algo que ya está dentro de los planes de las entidades.

¿Problemas con Competencia?

CaixaBank y Bankia reunirán el viernes a sus consejos para avanzar en la fusión y aprobar la convocatoria de sus respectivas juntas de accionistas. Si todo sale según lo previsto, el encuentro podría celebrarse entre finales de noviembre y la primera semana de diciembre, y solo restaría el visto bueno del Ministerio de Economía (puro trámite burocrático) y el de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

Desde las entidades no esperan ningún tipo de obstáculo en este sentido y aspiran a cerrar la operación en el primer trimestre de 2021, con la integración tecnológica plena a finales de ese año.

Es cierto que las duplicidades en oficinas, especialmente en algunas regiones, son bastante evidentes para el que se convertirá en el mayor banco por activos en España, con un volumen de casi 665.000 millones de euros y 6.600 sucursales.

Según cálculos de AFI basados en el número de oficinas, los tres principales bancos españoles acumularán tras la fusión una cuota de mercado que supera el 60% en términos de activos y algo más del 50% en términos de red de oficinas. “Esas cuotas eran del 53% y del 42%, respectivamente, en los momentos previos a la integración, por lo que la integración incrementa en torno al 15% el grado de concentración, medido por la cuota de las tres mayores entidades”, explican los expertos.

Cuota de mercado en términos de oficinas por provincias.

Sin embargo, matizan que medir ese riesgo en bruto no es realista, y hay que tener en cuenta otros aspectos que ejercen de ‘contrapeso’ frente al efecto dañino en los niveles de concentración. Por ejemplo, la entrada de nuevos jugadores digitales y la fuerte presencia de entidades territoriales y cooperativas de crédito, con menos cuota nacional, pero muy elevada en sus regiones de influencia.

A su juicio, esto ayudará a mantener una elevada rivalidad competitiva. Menos riesgo se observa en otro de los indicadores más utilizados para medir el grado de concentración en el sistema bancario, el índice HHI.

Se estima que si el indicador se sitúa en unos 1.500 puntos, la concentración del sistema es baja o moderada, mientras que valores superiores a 2.500 ya presentan algo de riesgo, pero poco. Una situación de monopolio rondaría los 10.000.

Pues bien, el HHI resultante tras la integración de Bankia en CaixaBank, y sin tener en cuenta los cierres de oficinas que se llevarán a cabo, rondaría los 1.250 puntos. La cifra está por encima de los 900 puntos que el sistema presenta actualmente, pero sigue por debajo de los umbrales que indican excesiva concentración.

Baleares, Murcia, Valencia y Madrid serían las regiones con mayor riesgo en este sentido. Pero los expertos insisten en que el daño a la rivalidad competitiva se vería compensado por el cierre de oficinas, la irrupción de las fintech o la propia digitalización del sector que opera sin tanta presencia física.

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