Que José Ignacio Goirigolzarri ha cosechado un éxito rotundo con su gestión al frente de Bankia nadie lo pone en duda. Como tampoco la admiración que su figura despierta en todo el sector, incluidos sus competidores directos. Es algo que se ha ganado a pulso en estos últimos ocho años al frente de la entidad, no solo con una gestión casi impecable, sino también por un carácter afable que el pasado viernes dio paso a cierto sentimiento de nostalgia por lo que él mismo denominó "el fin de una etapa muy bonita".

Durante la presentación del proyecto de fusión celebrada este viernes en Valencia, el directivo no ocultó los sentimientos encontrados ante la operación que marca un final y un nuevo comienzo para el sistema financiero español.

Por un lado, ilusión y plena confianza en el proyecto que creará el mayor Banco de España por activos. Por otro, melancolía por todo el trabajo realizado para mantener a Bankia 'a salvo' en unos años extremadamente difíciles para el sector. 

Bankia y CaixaBank presentan su proyecto de fusión.

Durante la presentación del proyecto de fusión celebrada este viernes en Valencia, Goirigolzarri dejó ciertas notas de emoción ante las preguntas de los periodistas sobre sus sensaciones por la desaparición de Bankia como marca.

Una melancolía que se adelanta al verdadero inicio del fin del color verde en las sucursales a pie de calle que, si todo va según lo previsto, comenzará a partir del próximo mes de marzo. "Es el final de una etapa muy bonita para Bankia y me da mucha pena la desaparición de la marca… a mí y a muchísima gente", reconocía el directivo ante los medios de comunicación.

Especial mención en este punto a los empleados que el viernes seguían la presentación de la nueva CaixaBank desde otros puntos como las Torres Kio de Madrid.

También para su número dos durante estos años, el consejero delegado de Bankia, José Sevilla. "Si alguien se ha partido el pecho estos últimos años y también para que salga adelante la fusión, ese ha sido Pepe Sevilla, que tendrá un puesto importante en el consejo de dirección", insistía el banquero.

Una mochila demasiado pesada

Pese a la recuperación extraordinaria de la ‘marca Bankia’ en los últimos años, Goirigolzarri es consciente de la realidad que rodeaba a un nombre manchado por los errores del pasado. Nunca ha evitado menciones a la mochila con la que la entidad inició una nueva andadura tras los escándalos judiciales heredados de su antigua cúpula.

Goirigolzarri sabe bien que, pese a la recuperación de la marca, esas connotaciones negativas también han sido claves para que CaixaBank termine por convertirse en el nombre de la entidad fusionada.

Goirigolzarri, durante la presentación del proyecto de fusión.

"En los últimos ocho años hemos realizado un esfuerzo enorme, y gracias a ese trabajo la marca se ha recuperado, pero la de CaixaBank está mucho más asentada", recuerda Goirigolzarri.

Añade que CaixaBank tiene una cuota de mercado superior y unas sinergias extraordinarias con la Fundación. "Sería muy costoso cambiar el nombre de CaixaBank solo para rememorar a Bankia", insiste.

Con poderes limitados

La desaparición de la marca no es lo único que genera cierto sentimiento de melancolía a Goirigolzarri. Tras ocho años dirigiendo la entidad, su papel como presidente de la nueva CaixaBank le restará, sin duda, poder ejecutivo. El directivo se esforzó durante la presentación del viernes en mostrar su satisfacción por la operación que empezó a fraguarse el 25 de agosto, pero es evidente que su poder será limitado. Él mismo quiso poner en valor que, en la nueva entidad, será Gonzalo Gortázar quien lleve la batuta

Ante su futuro como presidente de la entidad resultante de la fusión, el banquero indicó que "no tengo compromiso de permanencia", pero dejó claro que "el hecho de ser ejecutivo, significa que soy parte del equipo de este proyecto, como uno más".

En este punto, aseguró "estar al servicio de lo que quieran los accionistas y el consejo de administración", sacando de nuevo a relucir su interés en contribuir a ese final para Bankia que, a su juicio, es la mejor opción para los accionistas y los contribuyentes. "Personalmente, tenía la obligación de involucrarme en este proyecto porque es el final de una etapa y creo que puedo hacer mi contribución. Así lo han entendido los accionistas y el consejo y, cuando entiendan que ya no soy de utilidad, me voy a mi casa tan contento", sentenció.

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