Los casos de corrupción que acorralan al Gobierno, junto al fiasco de la inversión en defensa sufrido en la cumbre de La Haya y el dudoso papel del Estado en la opa del BBVA al Sabadell, han dejado a Sánchez "sin activos" para cumplir su objetivo de ganarse a la aristocracia empresarial española.
En lugar de crear un entente de entendimiento con los intereses de las grandes compañías, la debilidad del Gobierno tras los casos de corrupción y la presión de sus socios políticos han abierto frentes en sectores como la banca o las eléctricas, difíciles de solventar a corto plazo.
Tampoco convence a los empresarios el papel de una SEPI a la que ven debilitada y sin terminar de fijar un rumbo fijo en Indra, cuyo objetivo debe ser agrupar en torno a ella toda la industria de defensa; y sin definir cómo será la Telefónica del futuro cuyo papel principal debiera ser el de crecer en base a fusiones transfronterizas.
Sin embargo, no toda la élite empresarial piensa igual.
La victoria electoral de Salvador Illa en Cataluña y la apuesta por la normalización política de la comunidad han servido para firmar una tregua entre las empresas catalanas y el Gobierno.
En cambio, la deriva de los últimos meses ha distanciado aún más a Moncloa de las cúpulas directivas en la capital.
La vuelta de las sedes sociales de la Fundación Bancaria 'La Caixa' y Criteria a Barcelona fue el hito clave de ese proceso de reconciliación catalán, junto con la defensa de la autonomía del Sabadell en la opa del BBVA.
Pero la falta de consistencia de la argumentación jurídica y la injerencia estatal que supone el bloqueo de esa opa han caído mal en la élite de algunas grandes empresas, que ven un precedente intervencionista muy peligroso a futuro, que puede afectar a cualquier sector.
El acercamiento empresarial catalán estaba personificado en la figura de Ángel Simón al frente de CriteriaCaixa, pero su salida en apenas un año y la llegada de Francisco Reynés han devuelto las aguas a su sitio en un grupo guiado siempre por la rentabilidad que huye de la política.
Un guiño a Cataluña fue poner a Marc Murtra como presidente de Telefónica, con la idea de que pudiera hacer más grande la compañía una vez que la SEPI se había dejado más de 2.000 millones para hacer frente a la toma de control de los árabes de STC.
Fuentes conocedoras de ese proceso admiten que, tras la llegada de Murtra, lo lógico era incorporar a su órbita la parte 'tech' de Indra, Minsait, algo que ha sido imposible de hacer apenas seis meses después.
Indra no solo no cederá su filial. Es que a Telefónica se le ha cruzado en el camino la posibilidad de comprar Vodafone España.
Un proceso mucho más complicado y menos rentable, con el que Murtra no contaba, por más que pudiera encajar en el marco de crecimiento europeo al que la operadora aspira en los próximos años.
Las dudas en Defensa
El otro camino que eligió el Gobierno para acercarse a los empresarios de la capital pasa por la inversión millonaria en defensa.
En concreto, por el proceso de "unificación de las estructuras industriales españolas" en ese sector, para captar contratos en el millonario plan de rearme de la UE.
El centro de operaciones está en Indra, controlada en un 28% por el Estado, que se pretende hacer grande a pasos acelerados. Incluida la fusión con la empresa familiar de su nuevo presidente, Ángel Escribano, y la integración de Hispasat e Hisdesat.
La jugada perfecta era comprar la filial española de General Dynamics, Santa Bárbara, única en Europa junto al gigante alemán Rheinmetall capaz de ensamblar blindados de alto nivel y capacidad.
Una operación que no salió adelante. Ahora lo que hay sobre la mesa es una operación de integración con Escribano, que cuenta con el beneplácito de Moncloa y que genera dudas entre los consejeros independientes de Indra.
Todo con el objetivo de hacer crecer la compañía y conseguir que se pueda integrar en un consorcio europeo como puede ser el del gigante alemán de la defensa.
Por si fuera poco, el 'papelón' de Sánchez en la cumbre de La Haya haciendo valer su 2,1% del PIB de inversión en defensa ante Trump, frente a todos los socios de la OTAN, ha vuelto a socavar la débil confianza que el sector privado tenía en su estrategia en torno al sector.
La guerra del apagón
El remate en sus relaciones con las empresas ha sido la 'guerra del apagón', con las energéticas y Red Eléctrica en medio, que ha reavivado un frente que estaba apagado tras la retirada del impuesto a las energéticas.
Tanto los informes de Redeia como del Gobierno han lanzado acusaciones directas contra las centrales que no aportaron energía asíncrona para frenar el 'cero total' en el que se cayó el 28 de abril.
Iberdrola, Endesa y Naturgy aparecen como las principales sospechosas de las primeras investigaciones, que el próximo informe de la CNMC debe poner negro sobre blanco, con expediente, depuración de responsabilidades y propuesta de sanciones.
El enfrentamiento directo entre la semipública Redeia e Iberdrola no se ha hecho esperar, en el momento más bajo de credibilidad del Ejecutivo a nivel europeo. Y es solo el inicio de un proceso legal, administrativo y civil que puede durar una década.
Con los incendios declarados en energéticas, banca, telecomunicaciones y defensa, Sánchez afronta ahora uno de los veranos más 'calientes' de su mandato, en lo climatológico y en lo político, para intentar llegar al otoño sin quemarse demasiado.
