Hay que ver cómo cambian las cosas de un día para otro en la política. Es increíble. Hace poco más de dos semanas, Pedro Sánchez era un pobre iluso que soñaba con llegar a La Moncloa. En su partido casi ni le consideraban, pese a ser el líder, y cada encuesta sobre intención de voto era peor que la anterior.

Ahora las cosas son distintas. El ‘asalto al poder’ (como diría Pablo Iglesias) ha hecho cambiar la percepción que había sobre él. Es un líder carismático, con una gran visión estratégica, capaz de aprovechar sus oportunidades y medir sus fuerzas. Vamos, una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

Reconozco que su Gobierno me ha sorprendido. No pensaba que fuera capaz de lograr algo similar en tan corto espacio de tiempo, pero como no me fío de mi instinto opté por llamar a algunas empresas del Ibex.

¿Qué me dijeron? Básicamente que mi idea inicial era la correcta. “Acierta en los puestos clave con gente de peso”, me dijeron la mayor parte de mis contactos. Obviamente se referían a Nadia Calviño, Josep Borrell, Grande Marlaska, Margarita Robles… Sin embargo, también me advertían de algo: “si rascas en los demás puestos, la cosa se complica”.

Eché un vistazo y, ¡sorpresa! la ministra que menos apoyo tiene por parte de las empresas es la de Industria, Reyes Maroto, a quien poca gente conoce. Y cuidado, que no me fui a mis clientes más pequeños…

Hasta aquí, la verdad que todo era lo normal. Al menos lo que me esperaba. Sin embargo, un empresario ya jubilado me decía visiblemente enfadado que a este Gobierno “¡sólo le falta un trapecista!”.

Ahí es nada, pensé. Parece que en algunos sectores -me explicaba- no ven con buenos ojos los fichajes de ‘relumbrón’ como Pedro Duque o Màxim Huerta (que por cierto, ya podría pasar por un un sastre porque los kilos han tomado al asalto su cuerpo). Creen que son ‘vedettes’ que sólo van a figurar en busca de atraer el voto y no están pensados para buscar lo mejor para el país.

¿Acertarán? No lo sé. Ojalá se equivoquen, le dije, aunque me temo que no han entendido que este Gobierno está pensado para ser, fundamentalmente, un ticket electoral. Así que me temo que sí, que sí hace falta un trapecista, lo habrá.

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