Llevo casi un mes con la cabeza pegada al escritorio y sin poder dedicarme a nada que no esté relacionado con el golpe separatista en Cataluña. Si los despachos de abogados y las consultoras están saturadas con peticiones de compañías sobre qué hacer con su sede social o su actividad productiva, las humildes detectives de empresas, como una servidora, nos encontramos con una situación muy similar.

Tantas preguntas he recibido por parte de mis clientes sobre este tema que esta semana decidí salir del despacho, coger la gabardina y el sombrero y buscar una gran concentración de políticos y empresarios. El objetivo era obtener la mayor información disponible con el menor trabajo posible. Afortunadamente, era el segundo aniversario del diario EL ESPAÑOL y la fiesta estaba calentita.

No por la presencia de Nadal entre los premiados, que también. Me refiero, concretamente, a la presencia de numerosos altos directivos de algunas de las primeras empresas españolas, así como de numerosas autoridades y políticos.

El monotema

Afortunadamente, debajo de la gabardina llevaba un vestido, porque la cosa iba de glamour y todo el mundo venía atusado. El responsable de una importante compañía de hidrocarburos, por ejemplo, venía del brazo de una llamativa cantante que le sacaba una cabeza a casi todos los señores del lugar y provocaba entre muchos de ellos importantes dolores de cuello. Yo no estaba, literalmente, a la altura de la muchacha, pero aunque el gimnasio sea ese patrocinio institucional que nunca activo, todavía puedo subirme en unos tacones, colarme en una fiesta y escuchar qué se cuenta en los corrillos.

La gente hablaba, básicamente, de ¡Sorpresa! ¡Cataluña!. Pero no era exactamente lo mismo hablar con responsables de grandes almacenes, con tecnológicas, con bancos o con empresas de alimentación.

Los almacenes viven de la gente que sale a pasear por las tiendas, y es complicado que los consumidores salgan a comprar en el centro de la ciudad cuando está ocupada saliendo a la calle a protestar, o asustada de la gente que sale a hacerlo.

Además, por mucho que hablen de ciberguerra catalana, lo cierto es que las incertidumbres económicas hacen que muchos ciudadanos contengan el gasto y esperen hasta que las cosas se tranquilicen antes de comprarse su próxima televisión o móvil de alta gama, especialmente si hay financiación de por medio.

¡Viva el boicot!

Las empresas de productos básicos no sufren tanto la falta de consumo, porque al final incluso el ‘indepe’ más curtido tiene que comerse un filete. Pero las que están radicadas en Cataluña viven a la sombra del boicot. Durante años, las sociedades locales tuvieron que ponerse de perfil para poder vender en España y en Cataluña, pero hoy cada guiño al procés hace que te tachen de revoltoso.

Y muchas veces no hace falta que hayas hecho guiños. Basta que otros lo hagan por ti. ¿Tienes un competidor en Cataluña y quieres aumentar tu cifra de negocio? Aprovéchate del refrán y factura la famosa ganancia de pescadores. Incluso puedes dar entrevistas a medios acusando de independentistas a tus competidores. Que lo sean o no, es otra historia.

Frente a las listas negras de los independentistas que ponen una cruz a quienes no piensan como ellos y se preparan para abusar de ellos en caso de hacerse con el control, la respuesta de muchos en España es ¡escribir más listas negras! En lugar de apoyar a las empresas que tienen que enfrentarse a los delirios de Puigdemont y los suyos, hay quien prefiere boicotearlas para que crezca la desafección por todo lo catalán. Muy loco todo.

Vuelve la tranquilidad

Los bancos empiezan a recuperarse de la fuga de depósitos de los primeros días, y no están especialmente preocupados por las llamadas a las retiradas masivas de efectivo en cajeros, que son nimias. Lamentan, eso sí, la inutilidad de que algunos medios hagan cábalas insensatas sobre las pérdidas de depósitos. Un tipo de actitud que provocó el pánico bancario que llevó al Popular a su triste final. 

Exactamente lo mismo que piensan algunas aseguradoras que tenían sede en Cataluña. Empiezan a comprobar cómo las dudas de sus clientes sobre el futuro de sus planes de pensiones y de inversión, asociados a seguros de vida, quedan resueltas. Se acabó la fuga, y por lo que me cuentan, alguna entidad se ha visto muy afectada, aunque el protagonismo fuera de los bancos. 

Un riesgo muy específico, descubro, es el relacionado con el turismo. Por más que hayamos hablado de turismofobia, los catalanes tienen una gallina de los huevos de oro con esta actividad, que no deja de crecer. Puede que haya que ajustar cosas para que todo encaje bien, pero es una gigantesca fuente de riqueza para todos los catalanes.

De hecho, a España nos va bien con el turismo porque hubo una primavera árabe que trajo consecuencias indeseadas para el norte de África y redirigió a nuestro país a buena parte de los clientes de los países afectados. Las imágenes de revueltas ciudadanas y represión policial no son lo que uno desea para sus vacaciones, ya sean en Túnez o en Sitges. Y si el conflicto se enquista y las cosas se complican, la gallina de los huevos de oro empezará a quedarse sin grano.

Lo que está por venir

Las operadoras de telecomunicaciones también tienen sus temores, porque la incertidumbre no es buena para nadie. Saben que, junto a los medios, la Policía y la banca, los radicales tienen especial querencia por las comunicaciones. Por eso se intentó siempre apoyar la creación de un operador catalán, que ha fracasado una y otra vez. En todo caso, no está claro que en un mundo cada vez más interconectado pueda provocarse un apagón de internet en caso de que la rebeldía vaya mucho más allá.

Salí de la fiesta de EL ESPAÑOL con más dudas que cuando entré. Pero tambien con una foto con Marcelo, con la convicción de que me podría haber ahorrado el cuarto platito de rissotto y con la certeza de que es necesaria una solución al conflicto.

Al día siguiente, en plena resaca, me enteré de que la salida de bolsa de la inmobiliaria Aedas se saldó con una caída de más del 5%, tras salir a un precio que ya estaba en la parte baja de la horquilla inicialmente prevista.

Si los augures griegos se fijaban en la disposición de las tripas de los animales para adivinar el futuro, yo miro estas cosas. Y lo que he visto no me gusta. Necesito una copa. Y otra más. En realidad, necesitaría 155.

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