Bruselas

De nada han servido las múltiples críticas que ha escuchado en la Eurocámara. La responsable de supervisión del Banco Central Europeo (BCE), Danièle Nouy, no ha admitido este lunes ningún error en la intervención del Banco Popular y ha culpado de la crisis a los directivos de la entidad. El BCE no podía hacer nada más para salvar al banco, ha sostenido.

Para Nouy, la resolución del Popular y su venta por un euro al Banco Santander es un ejemplo de "éxito" de cómo debe abordar la UE las crisis bancarias: la entidad ha podido continuar operando sin problemas, no se ha utilizado dinero de los contribuyentes y no ha habido efecto contagio. El BCE no ha fallado en la supervisión. "Consideramos que hemos hecho lo que podíamos", ha subrayado durante una comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo.

La jefa de supervisión del BCE ha invitado además a España a investigar las retiradas de depósitos por parte de algunas comunidades autónomas y ayuntamientos en los días previos a la intervención. "Hay ciertamente margen para que la justicia española investigue estos movimientos y vea si ha habido información privilegiada para ayudar a algunas personas a tratar de protegerse mejor que los pequeños depositantes", ha dicho Nouy a preguntas de los eurodiputados del PDeCAT, Ramon Tremosa, y de Podemos, Miguel Urban.

La banquera francesa ha vaticinado que habrá "mucha litigación" por las pérdidas que han sufrido accionistas y titulares de deuda subordinada y ha mostrado su confianza en la justicia española para resolver estas cuestiones. No obstante, ha dejado claro que los compradores de estos productos deben ser conscientes de los riesgos y que en general no deberían venderse a particulares.

El último paso de la enfermedad

Los eurodiputados han lamentado el triunfalismo y la complacencia del BCE. Le han reprochado que no interviniera antes para tratar de salvar al Popular. Y han interrogado a Nouy sobre cómo es posible que una entidad que aprobó los test de estrés realizados por la UE en verano de 2016 haya desaparecido menos de un año después. Nouy se ha escudado en la exigencia de confidencialidad para no dar respuestas detalladas a estas preguntas.

Para la responsable del BCE, el problema fue que los test de estrés incluían un escenario económico benigno para España y por eso no detectaron el auténtico alcance de la crisis del Popular. No obstante, ha destacado que la entidad obtuvo la tercera peor nota. El supervisor europeo era consciente de la precaria situación del banco desde hace meses, envió inspectores a su sede y le obligó a aumentar las provisiones y a ampliar capital.

Nouy ha matizado las declaraciones del BCE, Vítor Constâncio, que atribuyó la caída del Popular no a problemas de solvencia sino a una fuga de depósitos imparable. "Cuando un banco quiebra, la liquidez es el último paso de la enfermedad y la manera que se materializa. No era sólo un problema de liquidez, había problemas más estructurales", ha señalado la responsable de supervisión. El BCE no tuvo otra alternativa que declarar que la entidad estaba en quiebra cuando constató que ya no podría pagar a sus depositantes.

"Desafortunadamente, incluso con los datos que tenemos ahora no sé qué podríamos haber hecho de forma diferente. Es la primera vez en tres años que declaramos que un banco está en quiebra y es doloroso, es un acontecimiento triste. (...) Pero a veces, un banco puede desaparecer porque los gestores no han tomado las buenas decisiones cuando deberían haberlas tomado", ha sentenciado.

No obstante, Nouy ha reconocido que la exigencia de proporcionalidad que establecen las reglas de la UE limita el margen de maniobra del BCE para realizar intervenciones tempranas como supervisor, por ejemplo forzando el cambio de directivos en un banco. Y ha reclamado a los legisladores que estudien si es posible flexibilizar la norma.

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