“Decidiremos la magnitud de la ampliación cuando sepamos a qué vamos a destinar los recursos. Valoremos la decisión que más valor dé al banco; es una posibilidad más, aunque nuestro plan debe estar en nuestras manos y no depender de terceros”, comentaba Emilio Saracho, a modo de conclusión de su primer discurso ante la junta de accionistas como presidente del Banco Popular.

Reconocía Saracho que esta posibilidad -de ir a la cuarta ampliación de capital en los últimos años, en los que los 270.000 accionistas han desembolsado más de 5.000 millones de euros- sería inevitable si el banco no es capaz de equilibrar, y de manera rápida, el buen desarrollo del negocio principal –el de la gestión de pymes y autónomos– con la desinversión de los 36.000 millones de euros brutos de exposición inmobiliaria, solo provisionados al 46%.

Tras el anuncio de una nueva ampliación, las acciones del Popular se han apuntado en bolsa una caída de más de un 7%, aunque han mitigado ese retroceso minutos después hasta el 4,4%.

Saracho intentó en su discurso transmitir a los accionistas que el banco, a pesar de las dificultades, “ha sido siempre una franquicia orgullosa, con un modelo de negocio rentable”, y que por ello “merece la pena luchar por Popular, pero solo es posible hacerlo sin más dilación, identificando y atacando las dificultades. Sin excusas y sin sentimentalismos. Necesito tiempo, pero no tenemos mucho”.

En su análisis de la situación, Saracho puso sobre la mesa que el Popular “con activos del 13% del PIB es mucho más que las acciones que ustedes representan. Somos un banco sistémico”, apuntaba.

Se quejaba el presidente del Popular de que el banco había sobrevivido a la crisis por sus propios medios y sin ayudas financieras. "Hemos recibido 0 euros; el banco no las pidió y nadie pensó que fueran necesarias”.

Asimismo, achacó a las fuertes exigencias regulatorias como un problema adicional, aunque, según Saracho, “haremos todo lo posible para cumplir con un marco regulatorio estricto, intenso y no concluido a día de hoy”. Una regulación que ha obligado a que el Popular haya tenido que provisionar 25.000 millones desde 2007, y todavía, reconocía Saracho, “seguramente habrá que poner más".

Sobre el futuro de la entidad, el presidente del Popular dijo que “en ningún caso me puedo imaginar la desaparición del banco Popular; la continuidad está asegurada, aunque tenemos que utilizar todos los recursos para garantizar ese futuro”.

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