Santander
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Latinoamérica puede ser un buen socio para Europa en el nuevo contexto geopolítico que se ha abierto tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y el endurecimiento de los conflictos bélicos en Ucrania y Gaza.

En este nuevo escenario, la Unión Europea tiene la oportunidad de posicionarse como un actor más, con voz para el resto, pero aún debe realizar un gran esfuerzo para ganar autonomía. Un posicionamiento en el que puede serle muy útil Latinoamérica, región con la que comparte ciertos rasgos y con la que España puede ser la puerta de entrada gracias al idioma común.

Para Manuel Aguilera, director general de Mapfre Economics, el servicio de estudios de la aseguradora, en este nuevo contexto "el área que menos reacción está teniendo es, precisamente, Europa", como explica en una entrevista con EL ESPAÑOL-Invertia.

Es por eso que "Europa sí debiera buscar ampliar sus áreas de influencia" y, en este sentido, Latinoamérica "es el área de influencia natural para Europa".

Aunque, en su opinión, el continente aún peca de no tener una estrategia clara hacia Latinoamérica, puede encontrar una vía para lograr ese posicionamiento estratégico en llevar parte de la inversión a esta región.

Y un primer paso puede ser la firma del acuerdo Mercosur, sobre la que algunos países, como Francia, están teniendo reticencias.

Así lo cree Aguilera, que ha participado estos días en el X Encuentro de Empresas Multilatinas, celebrado en Santander y organizado por la Fundación Iberoamericana Empresarial, la Secretaría General Iberoamericana, la UIMP, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, la Fundación ICO y el BID.

-¿Qué nivel de crecimiento económico se espera para Latinoamérica en los próximos meses?

En términos agregados, el crecimiento de América Latina para los siguientes dos años estará en torno al 2%, que es una tasa de crecimiento que está por debajo del nivel potencial que tiene. Es interesante señalar que América Latina es, quizás, la región emergente que va a mostrar el menor ritmo de crecimiento en los siguientes dos años comparado con los emergentes asiáticos. Cuando uno habla de América Latina, habla de muchas realidades. Hay economías que van a crecer por encima del ese 2% para salvar ese promedio y otras que se están ralentizando más, como es el caso de la economía mexicana. En el lado más positivo está Argentina, con este crecimiento de cerca del 5% que tiene, que es un efecto base, pero también es un efecto de la reactivación económica que se está dando en ese país. Y, por otro lado, México, que va a tener un crecimiento mucho más modesto que el que había venido teniendo los años pasados.

-Latinoamérica tiene que enfrentar retos sociales estructurales que son difíciles de combatir, como la pobreza, el crimen organizado, el narcotráfico o la seguridad. ¿Es sostenible el crecimiento económico de la región con estos desafíos?

Creo que uno de los principales factores, si no el principal, que en este momento y desde hace varios años está limitando el crecimiento de América Latina o la materialización de ese potencial tiene que ver con la debilidad institucional y con las características de la gobernanza, de la gestión, que no permiten crear ese entorno de seguridad jurídica, de seguridad pública, que hace más sencillo que la inversión se materialice. Se trata, sin embargo, de un factor de naturaleza muy estructural y que es muy difícil de modificar en el corto plazo. Es algo que se va construyendo a lo largo del tiempo y que sólo en la medida en la que se va fortaleciendo va dando sus frutos. Sin duda, respondiendo a la pregunta, en los temas de seguridad pública, que no son sólo de seguridad pública, sino también de seguridad jurídica, están siendo uno de sus limitantes para que América Latina no crezca al ritmo que se ve en otros países emergentes.

-¿Es este el motivo por el que Latinoamérica va a ser la región emergente que menor crecimiento va a mostrar en los próximos dos años?

Tiene que ver con estos factores. Si uno analiza, por ejemplo, la fortaleza institucional de los emergentes asiáticos, es muy distinta a la que se tiene en América Latina y eso influye. Las tasas de criminalidad en América Latina están muy por encima del promedio mundial.

-Los bancos centrales de Latinoamérica parecen haberse adelantado a los europeos y al de Estados Unidos al hacer un diagnóstico más acertado sobre la naturaleza de la inflación. ¿Coincide con esta conclusión? ¿Qué consecuencias deja eso en el panorama económico mundial?

Como se reconoce a nivel mundial, los bancos centrales en América Latina fueron los primeros en reaccionar ante este problema. Yo creo que tiene mucho que ver con el hecho de que la inflación en América Latina ha tenido una connotación casi emocional durante los años ochenta. En los años noventa, la inflación es en la mayor parte de los países latinoamericanos muy alta, con periodos de hiperinflación que tuvieron un costo económico y social muy fuerte. Y una de las enseñanzas importantes de esa época fue que la necesidad de crear una infraestructura institucional que evitara situaciones que se repitieran es clave. La creación de bancos centrales independientes fue la clave para este objetivo. Entonces, cuando se dio este brote inflacionario después de la pandemia y luego se aceleró con el tema de la guerra en Ucrania, los bancos centrales en América Latina reaccionaron muy rápidamente subiendo tipos de interés para tratar de contener la inflación. Y en la mayor parte, si no es en todos los casos, lo consiguieron. La parte de normalización de la política monetaria, o sea, el proceso de bajada de tipos de interés, también se inició en América Latina. Si uno ve los datos de inflación, en la mayor parte de los países están o ya en los niveles objetivo de los bancos centrales, como el caso de Perú, o muy cerca, como el caso de México o Colombia. O ligeramente por arriba, que es el caso de Brasil.

-Hablando de un país en concreto, varios indicadores macro de la economía argentina van por buen camino desde que Javier Milei llegó a la presidencia, en diciembre de 2023. ¿Le ha sorprendido esta evolución?

El ajuste macroeconómico que ha hecho el Gobierno argentino ha sido muy fuerte, muy duro, para conseguir que el ajuste fiscal, esencialmente, esté dando sus resultados. Evidentemente, este tipo de grandes ajustes macroeconómicos tiene un coste social muy fuerte y a veces el límite para conseguirlos o el aspecto que les da permanencia es la capacidad que tiene la sociedad para entenderlos y para asumirlos. Hasta ahora, para mí la parte más sorprendente es que la sociedad argentina ha aceptado, en términos generales, bastante bien este coste social del impacto del efecto macroeconómico. En materia de crecimiento, en este momento es esencialmente un efecto de base. O sea, por el tan bajo crecimiento que tuvo en el año pasado. De ese crecimiento del 5% habrá que ver en los siguientes años si se mantiene. Por el lado de la inflación, está ya en torno al 45% promedio en el año, que también es un logro, considerando los niveles de más de casi 200% que llegó a tener la inflación en Argentina. Son niveles que siguen bajando y parece que van en la dirección correcta. Ahora, ¿será esto perdurable o no? Es un tema eminentemente de naturaleza política, de si en las siguientes elecciones la sociedad manifiesta esa aceptación del proceso de ajuste votando nuevamente a un gobierno que siga con esta línea en materia económica o si la sociedad no lo encaja bien y plantea un cambio de dirección en materia de política económica. Eso habrá que verlo en los próximos años.

-El nuevo escenario geopolítico está llevando a la Unión Europea a replantearse su papel en el mundo para poder tener voz propia a nivel internacional. ¿Tiene sentido económico unirse a Latinoamérica o hay que buscar otros socios?

La geopolítica está reconfigurando el panorama del mundo. Yo veo esencialmente cuatro grandes jugadores y está, por un lado, EEUU con esta nueva visión un tanto más aislacionista de la economía americana. Esta idea de los aranceles como una forma de crear una política para reindustrializar EEUU en el largo plazo no prosperará. Pero finalmente lo están colocando como un polo muy claro de interés geopolítico. Otro actor es China, en un eje un poco circunstancial con los rusos, con Rusia oponiéndose a lo que a lo que hace EEUU y tratando de ganar hegemonía regional y mayor relevancia a nivel global. El otro polo, que son el sur global, los grandes emergentes globales, como Sudáfrica o Brasil, tratando de, en esta reconfiguración geopolítica, tener un sitio y alzando la voz a través de los BRICS. Y el otro es Europa. Y yo siento que el área que menos reacción está teniendo es, precisamente, Europa en esta reconfiguración geopolítica. Respondiendo a tu pregunta, mi opinión en este contexto es que Europa sí debiera buscar ampliar sus áreas de influencia y este es el área de influencia natural para Europa, en mi opinión, por cuestiones culturales y homogeneidad étnica. Realmente la cultura en América Latina es la cultura en Europa. América Latina hacia donde debiera estar, en mi opinión, mirando es hacia Europa, más que hacia Asia para ampliar sus relaciones comerciales. América Latina tiene esos puntos de contacto tan importantes con Europa. Podría haber, como dicen los negociadores, un gana-gana [win-win], en el que ganaría Europa al tener un área de influencia mayor y ganaría también América Latina al tener un acuerdo o acuerdos que permitieran fortalecer sobre todo estos temas de institucionalidad.

-¿La firma del acuerdo de Mercosur podría ser un primer paso?

Así es como lo hecho ya [la Unión Europea] con otros países de América Latina. Con México tiene ya la Unión Europea un acuerdo, con algunos países centroamericanos también y este del Mercosur podría conformar un panorama más amplio. Ahora, independientemente de estos acuerdos, que siguen siendo un tanto fragmentarios, yo creo que lo que sigue faltando en Europa es una estrategia global hacia América Latina. ¿Cuál debe ser el rol de Europa en América Latina? ¿Cómo puede impulsar este fortalecimiento institucional y beneficiarse mutuamente de ello?

-Desde el punto de vista económico, ¿qué puede hacer la Unión Europea para posicionarse como un actor estratégico?

La clave es la inversión. Ese es el factor que genera este tipo de influencia y estos acuerdos. Básicamente, se trata no solamente de incrementar las bases para el comercio entre países, sino también para la inversión. Europa es una economía que en algunos sentidos está más saturada, desde el punto de vista de la inversión. Y América Latina ofrece mercados muy amplios como para que esa inversión vaya y se coloque. Entonces, yo creo que ese posicionamiento estratégico pasa por establecer mecanismos a través de los cuales más inversión europea pueda fluir hacia América Latina.

-Aterrizando en la economía española, ¿qué previsiones de crecimiento tienen en Mapfre Economics para los próximos meses?

España en el contexto europeo es una de las economías que destaca. Con el poco crecimiento de Alemania, Francia e Italia, España está mostrando tasas de crecimiento muy superiores al promedio de la eurozona aprovechando un poco esta coyuntura que se está dando en este momento. El desempeño que prevemos para la economía española sí está por encima del promedio de las grandes economías europeas.

-Pero, ¿qué puntos débiles tiene la economía española en este momento?

En el caso español, el mayor factor que está impulsando el crecimiento tiene que ver con los servicios, sobre todo con el turismo. Siempre es bueno que haya un balance. En el extremo opuesto están los alemanes, con una economía esencialmente industrial, que en ciertos entornos económicos sufre, y otras economías, basadas en los servicios y no tanto en desarrollo industrial, también en ciertos entornos pueden sufrir. Por ejemplo, situaciones como la pandemia afectan esencialmente a economías donde la movilidad o el contacto personal es el factor clave. Siempre es mejor un balance, pues siempre ayuda a que a que una economía pueda enfrentar mejor esos entornos cambiantes en contra. Más estructuralmente, la economía española tiene el tema del envejecimiento poblacional, que es una característica que limita en el largo plazo el crecimiento de la productividad y el crecimiento económico. Es algo que también se combate o se compensa un poco con los temas migratorios, que revitalizan el tejido social y ayudan a limitar los efectos sobre la productividad.