Eduardo Ortega Socorro Invertia | Agencias

Un 55,9% de los trabajadores españoles desarrolla su actividad laboral en un entorno de riesgo de contagio por Covid-19, el mayor porcentaje entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que registran un riesgo medio del 48,1%. 

La causa es el elevado grado de proximidad física entre colegas de trabajo y la mayor frecuencia de interactuación con el público.

"La proporción de trabajadores empleados en trabajos en riesgo varía del 39% en Luxemburgo al 56% en España, lo que refleja las diferencias entre los países en cuanto a la composición ocupacional", apunta la institución en su informe 'Perspectivas de empleo 2020'.

En este sentido, la OCDE advierte de que las mujeres y los trabajadores más jóvenes son relativamente más propensos a trabajar en empleos con más riesgo de contagio en todos los países de la OCDE. Lo mismo es cierto para los trabajadores de bajos ingresos, que con mayor frecuencia se ocupan en trabajos que los exponen al contacto físico y a un mayor riesgo de infección.

Una camarera prepara la terraza de una Cervecería 100 Montaditos.

Por el contrario, entre los 24 países de la OCDE analizados, España registra el segundo porcentaje más bajo en empleos que pueden realizarse desde casa, con solo el 24% del total, únicamente por delante del 22,2% de Eslovaquia y muy por debajo del 31,2% de media en el 'club de los países ricos'.

De este modo, la OCDE señala que, además de continuar alentando el teletrabajo, hay que dar prioridad a las prácticas de seguridad y salud ocupacional que limitan la propagación del contagio. 

Más golpeado por la crisis

España es uno de los países de la OCDE cuyo mercado de trabajo se está viendo más golpeado por la crisis, y su tasa de paro  a finales de año podría acercarse al umbral del 20 % o incluso superarlo en caso de una segunda oleada del coronavirus que agrave el impacto económico de la pandemia del coronavirus.

En el informe publicado este martes, la OCDE, establece dos escenarios de destrucción de empleo, uno si la pandemia no se reproduce y otro peor si hay rebrotes y segunda oleada a partir de septiembre. 

En ese primer marco, la tasa de desempleo sería del 19,2 % de media en 2020 (un escenario similar al que maneja el Gobierno) y podría empezar a descender al 18,7% el próximo año. Sin embargo, en el segundo marco, las cifras ascenderían hasta el 20,1 % en 2020 y hasta el 21,9 % en 2021.

Varios demandantes a las puertas de una Oficina de Empleo, en una foto de archivo. Efe

Estas cifras apuntan a un importante agravamiento del empleo en lo que queda de año. La OCDE precisa que tras los importantes e históricos incrementos del paro entre marzo y abril, el desempleo se estabilizó en mayo en un 14,5 %.



Sin embargo, para el órgano, este escenario va deteriorarse todavía más a lo largo del año, puesto que en mayo había casi tres millones de trabajadores en mayo estaban acogidos a un expediente de regulación de empleo temporal (ERTE) excepcionales por el Covid-19.

Aunque el órgano no aclara este argumento, la expectativa es que la destrucción de empleo y el ingreso de trabajadores en las listas del paro se dispare en la segunda mitad del año por la salida de personas del abrazo protector de estos ERTE y que el pico de desempleo se alcance a finales de 2020, haya o no nuevos brotes del Covid-19.

Según indica el informe, la caída del empleo en España este ejercicio va a ser de las más intensas de los países miembros, del 5,28 % en caso de que no haya una segunda oleada de la pandemia y del 6,37 % si eso se produce, frente a una media del 4,09 y del 4,98 %, respectivamente en el conjunto de la OCDE.



De hecho, solo se esperan cifras peores en Portugal, Irlanda, Estados Unidos y Colombia.

Desempleo elevado de base

El director del Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la organización, Stefano Scarpetta, ha indicado a EFE que España comenzó la crisis con un nivel de desempleo muy alto, únicamente superado por Grecia.



El hundimiento de la actividad está siendo de los más pronunciados por la severidad de las medidas de confinamiento y por el fuerte peso específico que tienen algunos de los sectores que se están viendo particularmente afectados por el choque de la Covid-19 como el turístico.



El bajón del producto interior bruto (PIB) será del 11,1 % en el caso menos desfavorable y del 14,4 % en el escenario más negativo.



Además, en la pérdida de empleos también está influyendo la alta proporción de empleo temporal, que ha dado lugar a la no renovación de muchos de ellos.



Scarpetta constata que España ha hecho reformas para limitar los efectos de la gran segmentación del mercado de trabajo e insiste en que hay que promover contratos más estables y garantizar que las personas en situación de precariedad tengan acceso a ayudas sociales y a una recalificación que facilite su reinserción laboral.



En este sentido, la OCDE considera una buena medida el Ingreso Mínimo Vital instituido por el Gobierno en junio ya que confía en que con él en los próximos meses se alivie la situación de personas en riesgo de pobreza o con ingresos laborales muy bajos, así como la de otros "trabajadores atípicos", particularmente afectados por la crisis. 

Despidos

Por otro lado, en su informe la OCDE destaca que España prohibió explícitamente a las empresas despedir a los trabajadores mientras participaban en el ERTE, así como durante un "corto" periodo después de seis meses. "A medida que la economía reabre, debería considerarse la reintroducción de una condicionalidad más estricta para las empresas", recomienda.

De hecho, Scarpetta, ha destacado que la decisión de países como España e Italia de legislar para prohibir los despidos durante el periodo de confinamiento para contener la propagación de la pandemia "fue una medida razonable dadas las circunstancias".ç

No obstante, una vez superada esa fase, el experto advierte de la necesidad de trazar una línea entre los incentivos para la contratación de nuevos trabajadores por parte de las empresas y el apoyo a los empleados.

Scarpetta aboga por introducir una mayor diferenciación en el uso de los distintos esquemas de protección temporal del empleo, como los ERTE, con una mayor condicionalidad en el caso de aquellos sectores en los que se haya reanudado la actividad y manteniendo el apoyo al resto de sectores.

"Congelar los despidos conlleva un riesgo de que los empleadores recurran a los contratos temporales, aumentando la dualidad del mercado laboral", señala.

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