Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha explicado este miércoles que el 'helicóptero de dinero' no forma parte en este momento de las opciones a explorar por el Consejo de Gobierno de la institución. Ha afirmado que  "nunca ha debatido la cuestión" en sus reuniones desde que está al frente de la institución.

El 'helicóptero de dinero' es una herramienta para los bancos centrales a través de la que se procede a ingresar dinero de manera directa a empresas y ciudadanos. Una técnica que fue implementada por Ben Bernanke al frente de la Reserva Federal de EEUU (Fed) en la crisis financiera de 2008-2009. Ahora, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha optado por un mecanismo similar de cheques personales a los ciudadanos estadounidenses.

La presidenta del BCE ha explicado este punto en una respuesta al eurodiputado Philippe Lamberts, copresidente de los Verdes. Lagarde asegura que "el BCE no ha adoptado una posición formal al respecto", puesto que el Consejo de Gobierno de la entidad "nunca ha debatido la cuestión del helicóptero de dinero". De este modo, la puerta no queda cerrada a esta opción.

En este sentido, la banquera francesa advierte de que el concepto ha sido asociado con una amplia gama de propuestas, que a menudo no abordan completamente las complejidades operativas, contables y legales asociadas ni proporcionan un análisis integral de coste-beneficio del impacto económico y monetario completo.

Asimismo, la presidenta ha señalado en respuesta a una pregunta del eurodiputado ultraderechista Marco Zanni que el Tratado sobre el Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) recoge expresamente en su artículo 123 la prohibición de que el BCE y los bancos centrales nacionales adquieran deuda emitida por instituciones europeas, así como gobiernos nacionales, regionales o locales, para evitar la financiación directa de los déficits públicos.

Maniobra en las emisiones privadas

Lagarde, quien ocupó la cartera de Economía y Finanzas del Gobierno de Francia entre 2007 y 2011, recuerda que esta prohibición, que no existe en el caso de la deuda emitida por el sector privado, pretende alentar a los Estados a perseguir unos presupuestos saneados, impidiendo que la financiación directa de déficits públicos condujese a unos desequilibrios negativos y unos niveles de deuda excesivos.

"Se entiende que los Tratados indican que la compra de deuda pública en el mercado primario, es decir, el financiamiento directo de los gobiernos, socavaría la capacidad de alentar una política presupuestaria disciplinada", apunta Lagarde, recordando que, por este motivo, los programas de compra de activos del BCE solo pueden adquirir deuda pública de manera indirecta, es decir en el mercado secundario.

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