Algo pasa con el vino, y es lo suficientemente importante para que tenga preocupados a los ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE). Hay un decrecimiento "significativo" de las exportaciones, ha admitido el titular español, Luis Planas. La caída es del 2% del valor global y del 10% en cuanto al volumen.
Sobre todo preocupan las exportaciones de vino de la UE a países terceros. Planas ha apuntado que está en contacto con Francia e Italia para analizar la situación, ciertamente mala para el global de España si se observa lo sucedido en los tres primeros meses de esta campaña: hasta octubre, las exportaciones cayeron un 8,5% tanto en valor como en volumen.
En términos absolutos, fueron 66,3 millones de euros y 475.142 de hectolitros menos, de acuerdo con los datos recopilados en un reciente informe de la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE).
Y estas ni siquiera son cifras "necesariamente" malas, "en comparación con cómo venían las cosas los meses anteriores", apunta a EL ESPAÑOL-Invertia Rafael Del Rey, director general del Observatorio Español de los Mercados del Vino.
Del Rey remarca que el consumo nacional "parece que se está recuperando" y las exportaciones mejoran algo en volumen, "aunque parece que caen un poco más en valor". "Pero las previsiones no son especialmente malas. Y el hecho de que haya habido una cosecha corta ayuda a que haya un mejor equilibrio en el sector", subraya.
Cambios de consumo
Es cierto que tras ese golpe inicial de campaña, la situación remonta, pero demasiado tímidamente como para despejar los miedos en Bruselas. El dato más reciente, publicado esta misma semana, habla de lo sucedido en noviembre. Ese mes registró una caída de la facturación de vinos de España del 2,3%, hasta los 2.909,9 millones, lo que supone 68 millones de euros menos que en el mismo mes del año anterior.
En términos de volumen, la caída fue más acusada, del 3,4%, hasta los 2.025,4 millones de litros (-70,7 millones).
"Se trata de una tendencia mundial que viene desde hace tiempo: no se venden muchas más botellas ni litros, pero sí a más altos precios", apunta Del Rey.
El fenómeno está acompañado de una "bipolarización". "Se venden muy bien los vinos de alta gama, aunque en un nicho pequeño, y también los vinos más populares, frescos y fáciles de beber, entre los que se incluyen los blancos, espumosos, vinos de menor graduación y tintos más golosos", cuenta.
Es un cambio de consumo. Del Rey insta a entender lo que está pasando en los mercados para que el sector español se adapte "con la mayor celeridad posible". Y lo que está pasando es que el tinto, cuando no se trata de grandes Rioja, Ribera del Duero, Borgoña o Burdeos, pierde fans.
"Es cierto que hay una tendencia mundial hacia vinos blancos y espumosos. Y eso es también una oportunidad. No es tanto que se ponga en tela de juicio un sistema o una forma de hacer vino, como la constatación de que hace ya años que el consumo de vino se ha globalizado, que cada vez beben más quienes no lo producen y, por lo tanto, de forma diferente y con gustos distintos a los productores tradicionales", expone.
Teniendo esto en cuenta, Del Rey considera que para España, en general, "es una gran oportunidad porque tenemos mucho potencial en la gama alta y muchas oportunidades en los vinos más populares".
"Si seguimos esas tendencias y somos capaces de adaptarnos a ellas como están haciendo gran parte de nuestras bodegas, es más una oportunidad. En el caso de España, tenemos aún muchas posibilidades de hacer más vinos de excelencia y alta gama y muy buenas posibilidades de hacer vinos populares y muy agradables de beber", comenta.