Juan Manuel Ramírez G.

México, 10 feb (EFECOM).- El Tren Maya, una faraónica obra con la que el Gobierno mexicano pretende revitalizar el sureste del país, avanza con la licitación del primer tramo físico y con el interés de empresas nacionales y extranjeras, entre las que suenan las españolas Sacyr, Acciona, FCC, CAF, Grupo Fomento y Gestamp, pese a la polémica generada en ciertos sectores.

Con una inversión pública de unos 120.000 millones de pesos (unos 5.845 millones de euros), la obra es impulsada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien ha remarcado en los últimos días la importancia de su construcción, que ha sido cuestionada por la oposición por sus posibles daños al medio ambiente.

"El Tren Maya va", anunció López Obrador el pasado jueves en su conferencia diaria, al señalar que "la gente lo quiere" y apoya la obra.

El mandatario ha reiterado que la obra, con una extensión de 1.460 kilómetros, ayudará a reactivar la economía en cinco estados del sureste de México: Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.

Dicha región, la más rezagada del país, cuenta con 12 millones de habitantes y un potencial de 17 millones de turistas al año, la mayoría de los cuales suele viajar al polo de atracción que representa el balneario de Cancún y la Rivera Maya, en el Caribe mexicano.

La decisión de construir la obra, que se contempla entre en operación en 2023, se adoptó mediante una consulta a todas las comunidades a medios de diciembre pasado y, según los resultados, la mayoría votó a favor de la construcción del Tren Maya.

Según el Gobierno mexicano, la obra cuenta con la supervisión de dos agencias de Naciones Unidas: ONU-Habitat y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops).

El director del Fondo Nacional del Fomento al Turismo (Fonatur), Rogelio Jiménez Pons, explicó en enero los detalles de las licitaciones e indicó que había interés de 85 empresas. Fueron 65 nacionales y 20 internacionales provenientes de España, Canadá, Portugal, Brasil y China.

Precisamente el pasado viernes comenzó la licitación de los tramos uno (Palenque-Escárcega, de 226 kilómetros) y dos (Escárcega-Calkiní, de 254 kilómetros), mientras que el tres (Calkiní-Izamal, de 140 kilómetros) se licitará el 21 de febrero; el cuatro (Izamal-Tulum, de 196 kilómetros) ocurrirá el 28 de febrero, y el cinco (Tulúm-Cancún, de 135 kilómetros) será el 6 de marzo.

Los fallos de las licitaciones se darán a conocer entre abril y mayo y posteriormente arrancará las construcción de los primeros dos tramos del tren, el 30 de abril; el tercero el 18 de mayo y los últimos dos el 27 de mayo.

López Obrador ha explicado que la inversión en el tren "no es crédito, ni deuda, sino ahorros por no permitir la corrupción" y que con la obra "no se afecta al medio ambiente, al contrario, se mejora todo el ambiente".

Además dijo que será beneficiosa para el medio ambiente, contribuyendo "a una reducción de emisiones a la atmósfera del más del 50 %" por ser menos contaminante que el transporte terrestre.

Los grupos y comunidades que se oponen a la construcción del tren, entre ellos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), han acusado en distintas ocasiones al Ejecutivo de querer imponer la construcción del tren en las comunidades y de haber simulado las consultas a los pueblos indígenas, afectados por la obra.

Parte de este rechazo lo escenifican siete ONG -entre estas el Frente Peninsular por la Vida y la Selva o Ka Kuxtal Much' Meyaj- que denunciaron en una misiva el pasado 16 de noviembre que el presidente no busca construir "con nosotros los mayas" una relación directa, pues no dio la información pertinente y "regala migajas" a cambio de aceptar su proyecto.

Pero la visión de López Obrador es muy distinta: Tienen "ganas de afectarnos, de no aceptar que nuestro gobierno cumpla con sus compromisos y que haya progreso y justicia para la gente. Así es el conservadurismo, aunque se disfracen de gente de izquierda o ambientalistas", dijo recientemente el presidente.

Acerca de los posibles daños en las regiones por donde pasará el tren, López Obrador dijo que "no se afecta en nada porque el derecho de vía se tiene desde la década de 1950 (...) y en donde no hay vía es por la carretera".

El mandatario ha explicado en varias ocasiones que ya existe un derecho de vía de más de 50 metros en buena parte del trayecto y el tren necesita 15 metros, de manera que "no se afecta nada, no se abre una montaña, no se tiran árboles, no se despoja a nadie de sus tierras, no hay contaminación".

El Tren Maya es uno de los grandes proyectos de López Obrador, junto con el nuevo aeropuerto de Santa Lucía, que dará cobertura a la capital mexicana, y el tren de mercancías que atravesará el istmo de Tehuantepec, que unirá el océano Pacífico con el golfo de México.

La infraestructura, pensada para el transporte de pasajeros y mercancías, contempla 18 estaciones y unirá puntos turísticos como las ciudades de Cancún y Mérida con los sitios arqueológicos de Chichén Itzá y Palenque.