Bruselas

Durante su primera comparecencia ante la Eurocámara como presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christie Lagarde se ha salido del discurso que le habían preparado sus asesores con su característico toque personal y un lenguaje más directo que el de su antecesor. Ha empezado confesando que el momento más "emocionante" de sus semanas iniciales de mandato fue cuando su familia le pidió tener cuanto antes el primer billete de 20 euros firmado por ella, que se pondrá en circulación en la segunda mitad de 2020.

"Me encuentro en plena curva de aprendizaje, un aprendizaje acelerado. Estoy intentado  aprender alemán, pero también estoy intentando aprender el lenguaje de los bancos centrales para no decepcionar a los que creen que cada palabra está cargada con cien años de determinación de política monetaria. Así que les pido que tengan paciencia conmigo y no sobreinterpreten", les ha dicho a los eurodiputados medio en broma medio en serio.

Su diagnóstico sobre el estado de la eurozona no deja mucho margen para el optimismo: Lagarde avisa de que el frenazo económico empieza a contagiarse desde la industria al resto de sectores. "El crecimiento de la eurozona sigue siendo débil, con un crecimiento del producto interior bruto de apenas el 0,2% en el tercer trimestre de 2019. Una debilidad que se debe sobre todo a factores globales", ha explicado.

"Las perspectivas para la economía mundial siguen siendo débiles e inciertas. Esto reduce la demanda para los productos y servicios de la eurozona y también afecta a la confianza de las empresas y a la inversión. Al ser el sector más directamente expuesto a esta evolución global, la industria manufacturera es la que más ha sufrido. Estamos también viendo signos de contagio a otras partes de la economía, con recientes datos de encuestas que apuntan a una cierta moderación en el sector servicios", señala la presidenta del BCE.

La única nota positiva es que el consumo sigue resistiendo "bastante bien". "Las condiciones del mercado laboral han continuado mejorando, lo que anima a los consumidores a mantener la confianza y seguir gastando", apunta Lagarde.

No obstante, la "prolongada ralentización en la actividad económica" ha afectado a la evolución de los precios, que continúa deprimida. Según el último avance de Eurostat, la inflación se mantuvo en noviembre en el 1%, muy lejos del objetivo del 2% que se ha fijado el propio BCE. "Las expectativas de inflación están en mínimos históricos", ha admitido Lagarde.

"¿Tenemos las herramientas para responder si la situación no mejora?. Sí, las tenemos y  estamos determinados a usarlas. Nuestro mandato es la estabilidad de precios y haremos lo que tener que hacer. Pero todos los actores tienen que hacer también lo que les corresponde y espero que lo hagan", ha dicho la presidenta del BCE.

Un mensaje dirigido a países como Alemania o Países Bajos, a los que Lagarde ya ha pedido varias veces que gasten más para combatir la amenaza de recesión porque tienen margen presupuestario. También ha pedido un presupuesto para la eurozona capaz de estabilizar a los países que sufran crisis específicas.

Lagarde ha aprovechado su primera comparecencia en la Eurocámara para quejarse por la falta de mujeres en el Consejo de Gobierno del BCE. Y ha pedido que en el futuro se obligue a los Gobiernos a presentar dos candidatos, un hombre y una mujer, cada vez que se quede un puesto vacante.

"En la actualidad, el Consejo de Gobierno del BCE está compuesto por 25 personas, de los cuales 24 son hombres. Y les tengo mucho afecto y mucha simpatía hacia los hombres en general, pero no es una representación normal de nuestra sociedad y me parece indispensable que esta situación cambie de forma positiva para reflejar mejor la sociedad en que vivimos", ha reclamado Lagarde.

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