La economía es así. Hay variables de una relevancia evidente, las que tienen que ver con nuestro bolsillo de manera directa, como si tenemos trabajo o no, nuestro sueldo o si los precios de los productos que compramos bajan o suben. Otras, en cambio, no son dan directas. En apariencia, no tienen que ver con nuestro día a día ni con nuestro empleo; pertenecen a la lejana 'macroeconomía'. Sin embargo, su importancia para el conjunto de la economía y para la nuestra en particular resulta crucial. 

Es lo que ocurre, por ejemplo, con la capacidad (o incapacidad) que tiene España para financiarse por sí misma, sin recurrir a más endeudamiento con el exterior, y con la deuda externa que acumulamos. Difícilmente identificaremos estos conceptos como algo próximo. Pero lo son. Un recuerdo: en 2012, con España contra las cuerdas, el abultado endeudamiento exterior que acumulaba el país, superior al 90% del Producto Interior Bruto (PIB) en términos netos, suponía una losa para España: evidenciaba que no teníamos capacidad propia para financiarnos y que dependíamos, tras acumular necesidades desde financiación desde 1998, del ahorro exterior, con lo que si la desconfianza que generaba el país se traducía en que dejaran de financiarnos, el rescate total o el impago o la refinanciación de la deuda serían inevitables. 

PROGRESA ADECUADAMENTE...

Por eso, uno de los hitos logrados por la economía española durante los últimos años consiste en haber sido capaz de desterrar su tradicional querencia de necesitar financiación exterior para generar capacidad de financiación. Lleva siendo así desde 2012, para dar lugar una secuencia desconocida en la economía española. En 2018, y según los datos del Banco de España, esa capacidad fue de 17.600 millones de euros o un 1,5% del PIB

Invertia77

Gracias a esta mejora, y al favorable efecto que genera el propio crecimiento del PIB, España ha logrado aligerar su deuda exterior. En 2018, y de nuevo según los datos que este miércoles facilitó el BdE, la posición de inversión internacional neta (PIIN) de la economía española se redujo al 77,2% del PIB, con 932.000 millones de euros. De forma bruta, la deuda exterior alcanza los 2,01 billones de euros, equivalentes al 166,9% del PIB.

O lo que es lo mismo, la deuda neta ya ha bajado más de 20 puntos porcentuales desde el casi 100% del PIB al que llegó en 2014 y ha dejado atrás esas tasas superiores al 90% a las que se llegaron tras los años del 'boom'. Se trata, de hecho, del dato más bajo desde comienzos de 2007. Y en este caso, que sea  más bajo es bueno, porque denota que somos menos dependientes que antes del ahorro exterior y que tenemos menos deudas con los inversores extranjeros. 

...PERO NECESITA MEJORAR

Pero hay un 'problema'. Esta proporción aún próxima al 80% sigue siendo un problema. Un dato lo evidencia: la Comisión Europea recomienda que la posición internacional neta no supere... el 35%. Es decir, España se encuentra todavía muy por encima del doble de este umbral. 

"La Comisión Europea recomienda que la posición internacional neta no supere... ¡el 35%! Es decir, España se encuentra todavía muy por encima del doble de este umbral"

Lejos de suponer una cuestión menor, no lo es en absoluto. ¿El motivo? El mismo que en 2012: ¿cómo atendería España la deuda que tiene contraída con el exterior en caso de que los mercados 'se cierren' en un nuevo episodio de turbulencias? 

El propio gobernador del BdE, Pablo Hernández de Cos, no ha perdido ocasión de recordarlo cuando ha podido. "La economía española sigue enfrentándose a algunas vulnerabilidades y retos importantes" que convendría corregir, subrayó a mediados de enero. Entre ellos, la aún alta deuda con el exterior. "El saldo deudor de la Posición de Inversión Internacional (PII) neta de la economía española se situó en el 81% del PIB al cierre del tercer trimestre de 2018 -ahora ya 77,2%- y el de la deuda externa bruta en el 168% del PIB -ahora ya 166,9%-, unas cotas que resultan elevadas en relación con los países de nuestro entorno, lo que constituye un elemento de vulnerabilidad para el conjunto de la economía". Es decir, que este flanco haría a España vulnerable en una fase de perturbaciones financieras. 

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