Cuando Lehman Brothers quebró, España todavía era un país que lucía en su solapa la mayor distinción crediticia posible, un 'rating' de 'triple A', por parte de las tres grandes agencias de calificación del mundo, Standard & Poor's (S&P) -ahora S&P Global-, Moody's y Fitch. El Reino de España, nombre que recibe en los mercados, retuvo esa condición hasta el 19 de enero de 2009. Entonces, y tras avisar de sus intenciones una semana antes, S&P retiró la nota 'AAA' para rebajarla un peldaño, hasta 'AA+'. 

Fue S&P quien abrió la veda, pero luego vinieron las demás. En total, entre 2009 y 2012, es decir, en los peores momentos de la crisis para España, con rescate bancario incluido, la nota crediticia española 'mereció' 15 recortes. 

En dos casos, el de S&P y el de Moody's, se quedó a un escalón de perder la categoría de 'grado de inversión', que es la que caracteriza a los emisores más fiables. Tras seis rebajas, la calificación de S&P bajó a 'BBB-', mientras que Moody's la redujo a 'Baa3' tras cinco tijeretazos. En el caso de Fitch, cuatro recortes dejaron su 'rating' en 'BBB', dos peldaños por encima de la categoría de 'alto rendimiento', conocida más coloquialmente como 'bono basura'. 

Fueron los años más duros de la crisis para España. La holgada situación de la que venían las finanzas públicas, con superávits fiscales enre 2005 y 2007 y una deuda pública inferior al 40% del Producto Interior Bruto (PIB), dio paso a un déficit público del 11% en 2009 y una deuda que en 2010 ya superaba el 60% del PIB y que en 2012 alcanzaba el 85%. Y la tasa de paro, que hasta mediados de 2008 se mantuvo por debajo del 10%, se disparó hasta rebasar ya el 25% en 2012 y el 26% en 2013. 

PROGRESA ADECUADAMENTE

Al final, España se libró de caer en la categoría de 'bono basura'. Ninguna de las tres grandes agencias fue más allá con sus recortes. El histórico compromiso lanzado en julio de 2012 por el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, de "hacer todo lo que sea necesario para salvar al euro", templó los ánimos en los mercados y proporcionó a España un oxígeno que le permitió seguir saliendo al mercado para financiarse e iniciar la senda de la recuperación. 

"La deuda pública, la deuda con el exterior o la ausencia de un mapa nítido de reformas descartan la posibilidad de que España recupere la calificación 'AAA' próximamente"

Como consecuencia, los recortes se interrumpieron y en 2014 dieron paso a las mejoras de calificación. Dede entonces, España ha recibido seis, con lo que se ha alejado de la zona de peligro del 'bono basura' y ha pasado a otra comprendida más templada: Moody's le da un rating de 'Baa1' y S&P y Fitch, otro de 'A-'. 

Eso sí, aún queda a seis o siete escalones de recuperar la 'triple A'. ¿Lo conseguirá? No. Al menos en los próximos años. 

En su contra, fundamentalmente, la situación de las finanzas públicas. Cuando España entró en el 'club de países AAA', a comienzos del siglo XXI, venía firmando una evolución positiva tanto en la reducción del déficit como de la deuda pública. Los déficits públicos superiores incluso al 5% hasta mediados de los años 90 dieron paso al mencionado superávit fiscal de 2005, 2006 y 2007, en tanto que la deuda pública, que venía de tasas superiores al 60% del PIB, desembocó en el 35% en 2007. 

Ahora, entre las herencias de la crisis figura una deuda pública que supera el billón de euros y equivale al 97% del PIB, sin que ninguna previsión la sitúe por debajo del 90% en los próximos años. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que en 2023 estará en el 92%. El endeudamiento exterior, aún superior al 80% del PIB, la rémora que supone la baja productividad española las reformas pendientes en apartados como el de las pensiones públicas y la sostenibilidad de la Seguridad Social impiden no ya aspirar a la 'triple A', sino progresar hacia la 'doble A' o cotas próximas. 

Las próximas agencias en revisar la calificación española serán S&P Global y DBRS, que llegarán a tiempo para hacerlo antes de las elecciones. De hechom ambas coincidirán en el tiempo, puesto que llevarán a cabo su revisión el 22 de marzo. A poco más de un mes para los comicios, no parece que ninguna de ellas se 'atreva' con un incremento del 'rating'... ni con un recorte. "Los ratings de España probablemente no se verán afectados de inmediato por los acontecimientos políticos recientes", ha confirmado esta misma semana S&P. 

EL CONSUELO 

España, eso sí, puede encontrar consuelo en que la lista de países ‘triple A’ es muy reducida. Apenas 10 países pueden presumir de haber sobrevivido a la crisis con la mayor calificación crediticia posible. Esa lista se reduce a Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Noruega, Singapur, Suecia y Suiza

"Potencias como EEUU, Reino Unido o Francia también han sido desposeídas de la 'triple A' en los últimos años"

Ni siquiera la potencia de potencias, Estados Unidos, pertenece a este selecto club. En agosto de 2011, en plena crisis política por el debate sobre el límite de la deuda pública, S&P apeó a EEUU de la 'triple A' por primera vez en 70 años. Redujo su calificación en un escalón, hasta 'AA+'. Reino Unido o Francia también figuran entre los países a los que la crisis arrebató la 'matrícula de honor' crediticia. 

¿Y China? En su caso, se queda un 'notable' a la espera de enderece la situación de su deuda y su transparencia. Moody's le otorga un rating de 'A1' y S&P y Fitch otro de 'A+'. 

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