La robótica móvil es una de las estrategias que pueden ser claves en la recuperación económica en momentos tan difíciles como los que vivimos hoy por la crisis derivada de la pandemia. La Covid-19 ha traído como efecto colateral una aceleración de tendencias previamente identificadas como la digitalización y la robotización. En el actual contexto los robots y la tecnología se han convertido en los mejores aliados de los humanos para combatir el coronavirus.
Los avances en robótica hacia sistemas más móviles, autónomos e inteligentes están llevando a muchas industrias a recurrir a esta tecnología para automatizar determinados procesos y complementar el trabajo de los humanos. La automatización de procesos mediante robótica móvil es un proceso transversal a todos los sectores y procesos.
De manera especial, es y será clave en sectores como la automoción, farmacéutico y alimentación. Asistimos en la actualidad al crecimiento exponencial del uso de la robótica en el sector del e-commerce y cada vez cobra más protagonismo en el sector servicios y salud, especialmente tras la crisis.
El crecimiento de la robótica será exponencial en los próximos años y así lo confirman los datos. Según la Federación Internacional de Robótica (IFR), está previsto que para el año 2020 haya casi 4 millones de robots industriales en funcionamiento en las fábricas y almacenes de todo el mundo, ejecutando tareas cada vez más complejas de modo autónomo. Por otro lado, un informe de la consultora PwC apunta que los robots y la inteligencia artificial afectarán nada menos que al 30% de los empleos en 2030.
No obstante, la contrapartida de este proceso de expansión es la falta de talento, de profesionales cualificados que tengan la formación adecuada para trabajar en entornos robotizados. En estos contextos tecnológicos, se precisan nuevas habilidades y capacidades y, por ello, es necesario que los agentes implicados en la preparación de la próxima generación de jóvenes, entre los que se encuentran las instituciones académicas y los diferentes gobiernos, tomen las riendas para incorporar materias digitales imprescindibles como la robótica colaborativa, la inteligencia artificial o el big data en los programas curriculares.
Solo así se podrá combatir la carencia de perfiles tecnológicos que hoy ya se empiezan a demandar entre las empresas. La adaptación de los sistemas educativos a la era de la robotización es imprescindible para el desarrollo de capital humano especializado que pueda ayudar a las organizaciones a afrontar los enormes desafíos que presenta el futuro mercado laboral.
Y es que, a pesar de que se habla mucho sobre la pérdida de empleo que traerá consigo la automatización, lo cierto es que la introducción de tecnología para asumir los trabajos más rutinarios, mecánicos y repetitivos que realizan los robots se va a traducir en nuevas oportunidades laborales y, sobre todo, en el auge de determinados perfiles profesionales que serán claves en los próximos años.
No es menos evidente que la incorporación de máquinas a los procesos productivos dentro de las compañías va a requerir talento que sea versátil y con capacidad para recibir una formación continua que mejore sus habilidades y, de esta manera, poder trabajar al lado de robots cada vez más sofisticados y complejos, que, sin embargo, aún no están dotados de un elemento crucial como es la interacción humana y la creatividad para resolver imprevistos o nuevas ideas. Hoy por hoy, la empatía no puede ser diseñada o transferida a una máquina.
Las empresas se enfrentan, por tanto, al reto de atraer a sus organizaciones a profesionales especializados y con un profundo conocimiento sobre tecnologías emergentes como la IA y el big data. Los perfiles son variados, aunque existen algunos que comienzan a tener un impacto enorme en la transformación digital que han de acometer las organizaciones para adaptarse al nuevo contexto.
Es el caso del big data scientist, el big data architect y el big data analyst. Todos ellos son perfiles fundamentales para manejar, analizar y visualizar cómo los datos pueden proporcionar soluciones de negocio y respuestas para situaciones imprevistas. La recogida e interpretación de esos datos a través de la automatización de tareas y el uso de robots dentro de las organizaciones es esencial.
Pero, sin duda, uno de los perfiles más importantes, especialmente en el ámbito de la industria, es el ingeniero especializado en inteligencia artificial, con un alto conocimiento de los procesos de la industria para su automatización a través de la IA y la robótica, a lo que se suman sus nociones sobre el deep learning y la analítica avanzada.
Además de apostar por profesionales de estas disciplinas, es una condición inexorable que las compañías inviertan en la capacitación de talento, facilitando los recursos y herramientas para que sus trabajadores adquieran competencias cada vez más demandadas en el escenario tecnológico en el que tienen que operar estas organizaciones. Sin olvidar otras que, aunque no están vinculadas a la tecnología, son indispensables como el liderazgo, la comunicación efectiva, la inteligencia emocional y el pensamiento crítico.
*** Roberto Ranz es director general de Fundación ASTI