El sistema cenagoso de Ayapel 'baña' el municipio que lleva su nombre, ubicado al oriente del departamento de Córdoba, en Colombia. Este complejo hídrico se encuentra entre 25 y 50 metros sobre el nivel del mar y está conformado por 40 ciénagas, caños y ríos que interactúan entre sí para darle origen a lo que se conoce como La Mojana.
En época de aguas altas, el sistema puede alcanzar un área de 145 kilómetros cuadrados y durante las aguas bajas se reduce hasta 40 kilómetros cuadrados. Por ello, las comunidades que habitan los alrededores del sistema cenagoso sufren inundaciones cada año, daños en sus cultivos, problemas de contaminación en el agua y reducción de la oferta pesquera.
Por no contar de los problemas medioambientales que acarrean estos fenómenos climáticos: esta reserva hídrica sirve de hábitat a diferentes comunidades de fauna cuyo ciclo alimenticio se basa en plantas acuáticas y microorganismos.
Con este contexto como base, el 2 de febrero de 2018, el Sistema Cenagoso de Ayapel entró en el listado de la Convención Internacional Ramsar, en la que se busca la conservación y el uso racional de los recursos en ecosistemas valiosos y vulnerables.
La primera consecuencia de este paso fue un trabajo conjunto entre la Universidad de Antioquia —con el Grupo GeoLimna y la Escuela Ambiental—, Corpoayapel, Simevam y el Ministerio de Medio Ambiente para la monitorización permanente de las ciénagas con el fin de contribuir a la toma de decisiones frente al aprovechamiento de los recursos naturales con datos fiables.
"Instrumentando las cuencas —mediciones en tiempo real— con datos confiables, podríamos tener una cantidad de datos significativa que nos permita hacer predicciones y responder a preguntas tan cotidianas como ¿habrá subienda? o ¿nos inundaremos este año?", señaló el docente Aguirre Ramírez, doctor en Ciencias Naturales-Limnología.
Múltiples variables
Algunas de las variables ambientales que monitorea Simevam son el nivel y calor del agua, la luz y los iones en el agua. Esta información se obtiene en tiempo real gracias a "métodos electrónicos y computacionales que permiten generar simulaciones y anticipar las inundaciones", indicó Ramírez.
El investigador del Grupo Gepar, David Fernández Mc Cann, explicó que "para poder predecir tienes que tener la capacidad de observar alguna tendencia y para observar esta tendencia necesitas datos. Entonces no solo basta una información puntual que se suministra desde las diferentes investigaciones que se han hecho desde la Universidad, sino que realmente, si queremos predecir con precisión, necesitamos contar con datos continuos".
Lo primero que requiere esta monitorización es ubicar aparatos para medir estas variables: "Saldrán primero unos dispositivos que vamos a ubicar a orillas de la Ciénaga de Ayapel, en un lugar estratégico. A través de internet, vamos a poder obtener esa información continua que se puede observar en la pantalla de su computador. Será información pública, si es posible, y tendremos un grupo de estudiantes para que observen estos datos y los analicen", indicó Aguirre Ramírez.
Cada vez más frecuentes
Anticiparse a las inundaciones, entre otros comportamientos de estos ecosistemas, es importante en tanto a que el crecimiento demográfico, y la deforestación que esta genera, ha aumentado la frecuencia de estos eventos, sobre todo durante el fenómeno de La Niña, cuando se tienen mayores afectaciones.
Los investigadores resaltaron que para poderse adaptar a esta situación es importante contar con mayor información y aceptar el reto de la instrumentación y la medición confiable de variables físico-bióticas o ambientales y el procesamiento de esta con fines predictivos.
Aunque ahora la investigación se realiza a corto plazo hasta el año 2023, los investigadores señalaron que se requiere de procesos de largo plazo que permitan reunir datos por lo menos durante una década para poder hacer predicciones confiables que beneficien a las comunidades y los ecosistemas.
Esta recolección permanente de datos y en tiempo real del conjunto de ciénagas es importante para preservar los servicios ambientales de este sistema cenagoso, que provee de agua a la región, tiene asociada una estructura de producción arrocera —recientemente de mango—, y es una zona ganadera y de pesca, con lo que se beneficia directa e indirectamente a más de 48.000 habitantes de Ayapel.