El panorama empresarial actual está "movidito". Es turbulento, complejo y ambiguo. Por supuesto, aunque la narrativa continúa, el mayor influencer del tema ha sido posiblemente el COVID-19, que amplificó muchos desafíos y obligó a las organizaciones a enfrentarse cara a cara con lo desconocido.

Durante mucho tiempo, navegamos por un mundo en el que las tendencias históricas construían el contexto y nos daban la capacidad de planificar lo que conocíamos como "resultados probables". Ahora, nos enfrentamos al reto de prepararnos para múltiples futuros potenciales y equilibrar la complejidad de un mundo en el que puede ocurrir cualquier cosa.

Los líderes empresariales deben tomar decisiones más rápido que nunca y, al mismo tiempo, evolucionar continuamente para seguir siendo competitivos en el mercado. Aunque el miedo a lo desconocido siempre ha estado presente, a medida que alcanzamos nuevas cotas de volatilidad, toca recordar que aceptar la incertidumbre y cambiar de mentalidad puede ser la clave del éxito.

Aceptar el cambio: Según el Deloitte Global Report, el 66% de los CxO no se sienten completamente preparados para liderar, y el 70% no confían plenamente en la capacidad de sus organizaciones para pivotar y adaptarse a eventos disruptivos, lo que pone de relieve la necesidad de ir más allá de la conciencia de la disrupción y cambiar de marcha.

Para ello, los directivos deben invertir su bien más preciado, el tiempo, en reciclar sus cerebros para que puedan adoptar nuevas mentalidades. Esto implica dejar de lado las suposiciones, aumentar la capacidad de asumir riesgos, renunciar a la necesidad de control y, en última instancia, sentirse cómodos navegando por la ambigüedad e incertidumbre.

Una vez que se haya producido este cambio de mentalidad, repercutirá en todos los aspectos de una organización, abriendo nuevas oportunidades que antes no se habían tenido en cuenta. Como resultado, las empresas podrían estar mejor preparadas para hacer frente a futuras perturbaciones e incertidumbres.

Comunicar un propósito: Un propósito claro es crucial para una organización que quiera tener éxito. Este es su "estrella polar" y crear conciencia su alrededor debe tratarse con el mismo esfuerzo y entusiasmo que cualquier campaña de marca.

De hecho, un artículo de McKinsey de hace poco más de un año, lo deja claro: el 82% de los empleados consideraba importante que sus empresas tuvieran un propósito.

Carecer de un propósito claramente definido conduce a la fragmentación de los departamentos que, sin más remedio, empezarán a trabajar en pos de lo que creen que debe ser su visión. Esto conduce inevitablemente a la formación de silos. Cuando se pierde esta comunicación, también se pierde cualquier posibilidad de adelantarse a cualquier crisis dentro o fuera de la organización.

Y no, no basta con tener un propósito, los líderes también tienen que comunicarlo y capacitar a todo el equipo para que trabajen al unísono hacia el mismo objetivo.

Potenciar de los datos: Para anticiparse a los posibles obstáculos al propósito de una organización, los líderes deben trabajar para encontrar el término medio entre las personas y los datos.

A medida que pasa el tiempo, más organizaciones se apuntan a convertirse en organizaciones basadas en datos. Sí, eso del data-driven. Sin embargo, muchos trabajadores carecen de la capacidad para evaluar la información de los datos y tomar decisiones basadas en ella. Lanzarse directamente a un compromiso así, sin una estrategia sólida, es un gran riesgo de consecuencias nada buenas.

A menudo, los directivos suponen que la tecnología por sí sola bastará para sentar las bases de la transformación de los datos en su organización. La presunción es que la tecnología por sí sola puede dar a las empresas la información que necesitan para innovar. Pero nada más lejos… ¡Mucho cuidado!

Cada vez son más las empresas que se dan cuenta de que los datos son un activo y, como cualquier otro activo de una empresa, necesitan gestionarlos de forma eficaz. Una buena cultura del dato puede permitir a los miembros del equipo pensar en los datos en sus procesos de toma de decisiones; puede apoyar y añadir valor a lo que la tecnología y las herramientas aportan y permitir un sistema de narración de historias que llegue al corazón de las necesidades de los clientes o usuarios. Para ello, los responsables deben facilitar a los empleados el acceso a los conocimientos y la capacidad de sentirse seguros con los datos, a fin de capacitarlos para utilizarlos.

Asumir riesgos:  Fomentar la asunción de riesgos cuando la supervivencia es una prioridad principal puede parecer contradictorio; sin embargo, en el clima empresarial actual, puede ser crucial.

Cuando se trata de innovación, no basta con sesiones de brainstorming con la alta dirección, una pizarra y muchos post-it de colores. Por supuesto, saldrán algunas ideas brillantes, pero probablemente se perderán en una cadena de comunicación y dejarán a los equipos intentando dar sentido a lo que ocurrió dentro de una sala en la que no se les dio la oportunidad de estar.

Una vez alineada la visión de una organización, la innovación puede llegar en forma de ideación a pulso de futuros imaginados.

Para ello, las organizaciones deben crear espacio para que se formen sistemas de asunción de riesgos que, a su vez, puedan generar ideas y construir vías para que esas ideas puedan ser desarrolladas por cualquiera dentro de la empresa. Esto creará una cultura que animará a los todos a arriesgarse sin miedo al fracaso. Recordemos que nuestros cerebros están programados para la predicción; predecimos resultados probables para mantenernos a salvo.

Cuando cultivamos una comunidad que no teme el fracaso, podemos generar ideas para resultados imaginativos basados en una visión unificada.

Al final, la base de todo esto es una cultura empresarial basada en la empatía. Esto es crucial para comprender las necesidades cambiantes de los clientes. Cuando la generación de ideas pretende abordar problemas reales a los que pueden enfrentarse clientes y usuarios, es más que probable que ocurran grandes cosas que transformen a las organizaciones… para bien.