Han pasado unos cuantos años desde que me dedico a la función de los Recursos Humanos. Empecé en la Administracion de personal y de vez en cuando seleccionando a algún candidato que solía venir como lo que hoy llamamos referenciado.

Miro atrás y veo que esa parte era la que más importaba porque se trataba de dar la mayor relevancia a cobrar por el trabajo, algo prioritario para todos. Sin embargo, con el tiempo, además de esa nómina, buscamos algo más en nuestro trabajo y en nuestras empresas, y, por tanto, nosotros también tenemos que evolucionar. 

Evolucionar, desde mi punto de vista, no significa buscar un nombre que quede mejor o peor. Los profesionales de este sector somos ahora responsables de capital humano, de cultura, de organización, y vamos dejando atrás nuestro nombre inicial porque ya no queda bien eso de llamarnos “recursos humanos”. ¿No somos todos esos nombres que acabo de escribir? ¿No tenemos que dedicarnos a todo lo mencionado? Y esto, en mi humilde opinión, significa que algo está en entredicho o que nuestro lugar no está claro. Compañeros míos no compartirán esta opinión y me dirán que esto es parte de esa innovación que tanto buscamos.

Lamentablemente, durante años nos hemos dedicado a hacer la pelota a nuestros CEOs (antes directores generales sin más) sin mediar protesta por lo que acontecía en las empresas. Sin levantar la voz de alarma, nos hemos dedicado a buscar alternativas de sistemas novedosos “chupiguays” y a ser americanos con siglas en inglés, que quedaba mejor, partiendo de estudios carísimos que nos marcaban unas pautas que iban dejando atrás sobre todo la palabra “recursos” para no ofender a nadie.

Y ahí estamos buscando alternativas sistemáticas de evolución hacia otros contenidos que nos alejen de los recursos humanos y poco amigos de las personas realmente.

Me estoy cubriendo de gloria, sin duda, para hablar de una situación en la que estamos “más cerca del negocio” para seguir sus directrices, sin analizar qué significa realmente lo que hacemos. A alguien se le ocurre cambiar al departamento financiero el nombre, ¿a qué no? Pues eso debería hacernos pensar y valorar lo que somos y lo que podemos hacer, que es gestionar personas. 

Con esto, los que tenemos que evolucionar somos nosotros para poder dar la mejor atención a cada uno de los empleados. No se trata de las herramientas, que las hay y muy buenas, se trata de buscar la esencia de nuestro trabajo. Somos “recursos”, sí, y ¿qué hay de malo en ello? La empresa necesita de todos los recursos para funcionar, sean materiales o humanos, y no por ello es malo.

Si aplicamos toda esta innovación que tenemos a nuestro alcance para analizar perfiles, ser más efectivos y poder dar un mejor servicio, hagámoslo. Soy consciente en que la Ley en muchos casos nos merma flexibilidad, pero siempre hay que indagar en las alternativas y, sobre todo, explicárselo a cada persona, ocupemos nuestro lugar ahí, en ese trato directo.

Tenemos más medios que nunca para hacer seguimiento de cada persona y estar a su disposición, consigamos aprovecharlos para hacer que los empleados se sientan participes y quieran estar con nosotros. No les saturemos con mensajes que, en muchos casos, no se leen. Escuchemos, analicemos lo que quieren los trabajadores y hagámoslo con los medios a nuestro alcance, que son muchos, no dejando de ser recursos humanos. 

La evolución y la innovación hace que se produzcan los cambios a nuestro alrededor, y esto hace crecer a las empresas, pero sobre todo a las personas. Ahora bien, no nos olvidemos de nuestra esencia, que es la gestión de esas personas que forman parte de la organización, de verdad y sin demagogia, apostando por los humanos que, a su vez, son recursos.



*** Mercedes Vázquez es Directora Corporativa de Personas y Operaciones del Grupo Antipodas Solutions y Miembro de la AEDRH.