Looka, Synthesia, ChatGPT, DALL-E, MidJourney… ¡Locos! Pero como locos nos tienen todas las últimas herramientas de IA generativa que están lanzando al mercado estos últimos meses y que, como ‘niños con zapatos nuevos’, probamos y probamos fascinados por todo lo que podemos y hacer y, mejor aún, por todo aquello que podremos hacer…

Compartimos los resultados con amigos y colegas de trabajo, enviamos nuestras nuevas creaciones por todos los grupos de chat, las publicamos en redes sociales… Incluso la expresión ‘inteligencia artificial’ fue la elegida en 2022 como la palabra del año por la Fundación del Español Urgente. Parecería que la sociedad ha avanzado, de repente, 20 años y se ha digitalizado por completo, ¿verdad? Pues nada más lejos de la realidad, al menos, en España.

Según el Índice Mundial de Innovación de la OMPI de las Naciones Unidas, en el top 10 de las economías más innovadoras del mundo se encuentran: 1. Suiza, 2. USA, 3. Suecia, 4. UK, 5. Países Bajos, 6. Corea del Sur, 7. Singapur, 8. Alemania, 9. Finlandia y 10. Dinamarca.” Por si os lo preguntáis, para encontrar a España hay que bajar hasta el puesto veintinueve.

Y no es que queramos estar ‘anclados en el siglo XIX’ y vivir analógicamente, ya que, según los datos de la 'Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en los Hogares 2022', un 82,9% de los hogares con al menos un miembro de 16 a 74 años dispone de algún tipo de ordenador (de sobremesa, portátil, tablet...), un 99,5% de los hogares presenta teléfonos móviles y el 96,1% disponen de acceso a Internet por banda ancha fija y/o móvil.

Pero, ¿para qué utilizamos realmente los dispositivos tecnológicos? En cuanto a los menores, el Estudio de Cáritas 'Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias 2022' explicaba que, aunque la gran mayoría de la población juvenil (93%) utiliza las pantallas para realizar tareas o estudiar, también hacen un uso de las mismas como medio de entretenimiento relacionamiento y para diversión, sobre todo a través del acercamiento a las redes sociales y a los videojuegos.

La mayoría (66%) invierte más de una hora de su tiempo diario en consultar sus redes sociales y, de ellos, casi la mitad (el 30% del total) dedican más de tres horas. Pero, y ahí radica parte del problema, destacaba que el 53% de padres y madres asumen que les resulta difícil gestionar el uso de las pantallas y, más allá, el 18% dicen sentirse desorientados y necesitar apoyo para la educación de sus hijos/as en este sentido.

Para poder explicar a nuestros hijos por qué es fundamental tener contraseñas robustas en todos los dispositivos y verificación en dos pasos, para así evitar cualquier ataque de malware (aunque ni con esto muchas veces nos libramos), es necesario tener unos conocimientos mínimos de informática y programación, saber qué ocurre dentro de los ‘cacharros’ y cómo funcionan.

Lo más preocupante del informe de Cáritas se refiere a la brecha social y educativa. El documento también recoge que en aquellos hogares donde los progenitores no cuentan con estudios superiores o no han podido terminar la educación obligatoria se incrementan las tasas de abuso y adicción de las pantallas.

Así, por ejemplo, observamos que la tasa de adolescentes que consumen más de 6 horas diarias en las redes sociales se da en aquellos hogares donde ninguno de los progenitores cuenta con estudios obligatorios, y duplica la tasa del conjunto de la adolescencia.

Porque, aunque sabemos que en la adolescencia influye todo lo que absorben de sus iguales, también es fundamental el aprendizaje de su entorno, y ese se produce en su hogar, de su familia.

Los padres, dentro del deber irrenunciable, imprescriptible e intransferible que es la patria potestad, estamos obligados a velar por la seguridad y el bienestar de nuestros hijos, y aquí se incluyen factores como garantizar una buena alimentación, sanidad y educación. Hoy día es incuestionable que el entorno digital es indivisible del físico o analógico, por lo que es nuestro deber también formar y educar a nuestros hijos en el uso seguro y saludable de la tecnología. Pero, la Educación Digital ¿es solo labor de las familias?

Pues el informe de Eurydice de la Comisión Europea (2019) definía la educación digital como el uso pedagógico de la tecnología para la mejora y transformación de la enseñanza y el aprendizaje, para lo cual era imprescindible que se diera al mismo tiempo la adquisición de competencias digitales por parte del alumnado y de los docentes. Y es en lo que posteriormente se ha basado el Plan de Acción de la Educación Digital 2021-2027 de la Comisión Europa y nuestro Plan de Digitalización y Competencias Digitales del Sistema Educativo, Plan #DigEdu (Ministerio de Educación y Formación Profesional).

Pero como ocurre año tras año con los planes detox, el dejar de fumar, la operación bikini o los cientos de matrículas al gimnasio que a los tres meses se quedan en el olvido… los millones y millones para los planes de ‘digitalización’ se quedan por el camino (o, al menos, no sabemos exactamente dónde).

Y es que en España somos muy eclécticos. Como utilizar los fondos Next Generation para convertir municipios en la nueva sede del Giro di Italia o de querer convertirnos en los amos del parkour, dejando a un lado aquello de “la necesidad de la digitalización de las empresas y pymes para cambiar el modelo de país” (recordemos, ¡140.000 millones de euros! Una oportunidad única e irrepetible.).

Así que tenemos un ‘cóctel molotov’; por un lado, los ‘extraños criterios’ del gobierno para el reparto de los fondos europeos; por otro, la difícil aplicación de planes de digitalización en el sistema educativo, ya que éste se reforma y desmorona (siempre a peor) cada vez que entra el ministro de turno; y, por último, la incapacidad que sienten muchas familias para enfrentarse a la alfabetización digital de sus hijos, ya sea por falta de conocimiento, tiempo o de saber gestionar los nuevos conflictos.

Así que, ya que sabemos que el 94% de los padres dicen que las pantallas van a ser muy importantes para el futuro profesional de sus hijos y el 92% saben que internet cambia muy rápido el mercado laboral, en este 2023 no dejemos de lado el aprendizaje y la formación, especialmente la digital.

Y esto pasa por ver la IA más allá de ‘tunear’ nuestros avatares de redes sociales o de hacer con ella los trabajos de la universidad. La inteligencia artificial puede suponer la revolución del trabajo y la gestión del talento, la innovación en el campo de la sanidad, la agricultura, las telecomunicaciones, la economía o la preservación del medio ambiente. Porque lo más fascinante de cumplir años es tener más tiempo para seguir aprendiendo cosas nuevas.