Casi dos millones de personas visitan cada año Santander. Incluso ya arrancado septiembre, los hoteles son un hervidero de gentes de heterogéneas lenguas, inextricables orígenes y, en cualquier caso, frugales preocupaciones. Podemos afirmar, empero, que son tres y sólo tres los grupos de turistas que se agolpan estos días en las terrazas que abrazan la Playa de la Magdalena: jóvenes que aún no han vuelto a sus estudios, jubilados de media Europa y hombres trajeados con un carné de plástico colgado al cuello.

Si uno acerca las miras, coge el prismático natural que es nuestra capacidad de atención, podrá resoluto discernir que se trata de las cientos de personas que acuden, y ya van 36 ediciones, al congreso anual de la patronal tecnológica, Ametic. Si uno siguiera a esa manada de seres envueltos en trajes oscuros (el cisma de género existente entre el Respetable de esta clase de saraos sigue siendo una asignatura pendiente), llegaría a unas antiguas caballerizas. Y, una vez dentro de ellas, existe un mundo particular, con atavismos inamovibles, anaqueles de lisonjas y apretones de manos.

Hay rituales que se repiten de forma onerosa, no siendo por ello menos relevantes. La exigencia de Pedro Mier, presidente de la patronal en cuestión, de un ministerio que rece un apellido de "Reindustrialización" alberga un lógico propósito conceptual, pero no deja de ser un ejercicio fútil ante desafíos -la necesidad de digitalizar o modernizar, como prefieran, el modelo productivo del país- que exigen un pragmatismo absoluto. 

Y es que, nuestro lector omnisciente se dará cuenta de que algunos mantras, en origen catárticos, han acabado por volverse un anatema y poco menos que un vodevil.

Fue en estos designios donde surgieron los 'macroproyectos tractores' que darían vida a los archiconocidos PERTE que debían devolver el latido a una economía en parada cardiorrespiratoria tras la pandemia. Con el ineludible paso del tiempo, esta numinosa idea sigue sin materializarse por completo, con la mayoría de los grandes desembolsos aún en el aire (aquí, en las mismas caballerizas, están las cabezas pensantes de los PERTE de los chips, aeroespacial y la lengua), algunos tambaleándose por las dificultades encontradas en la senda (como Ford en el caso de la iniciativa para el coche eléctrico y conectado) y otros tantos que reciben críticas casi unánimes de las Comunidades Autónomas por su excesivo centralismo.

Pedro Mier, presidente de Ametic, durante la inauguración del 36º congreso de la patronal tecnológica.

Pedro Mier, presidente de Ametic, durante la inauguración del 36º congreso de la patronal tecnológica.

Seguramente no haya lugar para albergar dudas del extraordinario esfuerzo de la Administración por materializar la mayor inyección de capital europeo de la historia en el lapso más breve jamás planeado. Que muchos de los denostados funcionarios están trabajando como galeotes para sacar adelante las enésimas propuestas y convocatorias regadas con estos fondos europeos. En algunos casos, con notorio éxito: Alberto Martínez Lacambra, director general de Red.es y responsable del 'kit digital' que hoy mismo abre un nuevo tramo, presume en la misma Santander de cómo este ente ha logrado una capilaridad del 50% y procesar alrededor de 70.000 solicitudes hasta la fecha.

En otros tantos, sin embargo, cabe poner en solfa el funcionamiento, la celeridad y lo resoluto de los planes emprendidos por el Ejecutivo. Ya nos hemos acostumbrado, se comenta en los mentideros del congreso, a las convocatorias hechas con nocturnidad y alevosía, con plazos y requisitos que invitan a la peor de las sospechas sobre si ya habrá alguna firma frotándose las manos antes incluso de que se hagan públicas las bases. A lo mejor va siendo hora de debatir profusamente esa otra vieja idea de Mier y compañía, la de crear una agencia público-privada que gestione esos fondos de una manera más ágil y transparente. O quizás sea ya demasiado tarde, con toda la maquinaria en marcha y con un contexto geopolítico que hubiera parecido un dislate cuando se diseñó la agenda de recuperación.

Los mensajes que reproducen los altavoces de Moncloa son, no obstante, más extraordinariamente optimistas que nunca. Como muestra: la siempre docta Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, hizo suya una frase que encajaría a la perfección en una cinta al más puro estilo Braveheart: "Estamos en un ritmo histórico de ejecución de los fondos europeos, a la altura de las circunstancias". El paroxismo digital no cesa; pero los tiempos apremian y hemos de terminar de bajar de las musas al teatro para lograr, entre todos, ese futuro soñado: un país referente en innovación y a la vanguardia de la digitalización.

No hubo ocasión de preguntarle por estas palabras: la mandataria se encontraba a varios miles de kilómetros, en Bali, para atender el encuentro sobre digitalización organizado en torno al G20. Sí se acercaron por Santander su homóloga de Innovación, Teresa Riesgo, con la recién aprobada ley de ciencia bajo el brazo, o el de Telecomunicaciones, Roberto Sánchez. Él ha adelantado conversaciones "por el buen camino" con "algo más de media docena de empresas internacionales" para el PERTE de los chips... justo en la misma semana en que el CEO mundial de Samsung, Jong-Hee Han, visitaba la ciudad norteña -con un discurso que batió el récord Guinness de brevedad- y se reunía con Pedro Sánchez en Madrid.

La ministra Reyes Maroto, el CEO de Samsung Jong-Hee Han y el resto de autoridades en el 36º congreso de la patronal Ametic.

La ministra Reyes Maroto, el CEO de Samsung Jong-Hee Han y el resto de autoridades en el 36º congreso de la patronal Ametic.

En cambio, en el nivel ministerial, Reyes Maroto -titular de Industria, o reindustrialización o regeneración sostenible del modelo industrial, como guste, querido lector- fue la única que mantuvo su visita al encuentro más importante de la industria digital en nuestro país.

Y es que, si bien Carme Artigas tenía una buena excusa, resulta más difícil encontrar una justificación semejante en perfiles como el de la vicepresidenta Nadia Calviño (que envió otro vídeo para cerrar la jornada). En su agenda figuraba hoy un sencillo de reprogramar viaje a Murcia, en el que se reunirá con empresarios de la región. Otros años la agenda rebosaba de ministros abriendo y cerrando cada día de congreso: este año sólo una ministra y un vídeo componían el cartel de la cita de Ametic.

De nuevo, en la playa sin sol de Santander, había teorías para todos los gustos sobre este curioso fenómeno sin comparación histórica. Desde quienes apelan a la simple casualidad y los designios de las agendas públicas hasta los que ven en estas ausencias una estrategia bien ideada. Esta última sería algo así: ante el difícil año electoral que se avecina, Moncloa habría priorizado los perfiles y temas políticos por encima de los técnicos y económicos. Que bastante tenemos con salir adelante entre inflación, desempleo e incertidumbre. Desgraciadamente, la digitalización no consigue votos.

Pero volvamos a ese paroxismo digital, porque no se trata de un fenómeno atribuible únicamente a la Administración. También las empresas, recurrentes muchas de ellas -como GMV, AWS, Google, HP, Evolutio, Globant o Meta- junto a enseñas neófitas en este escenario -caso de Kyndryl, SubastrateAI o TikTok-, participan de este juego a varias velocidades, entre la ilusión y el realismo, la exaltación y el negocio, en todo lo que atañe a la mentada transformación digital.

Alberto Granados, presidente de Microsoft España, durante su participación en Santander.

Alberto Granados, presidente de Microsoft España, durante su participación en Santander.

Algunos nombres para ilustrar esta crónica de color, bañada con el gris del cielo cántabro. Alberto Granados, presidente de Microsoft España, apelaba a la persistencia digital (realismo), al aumento masivo de las capacidades de la inteligencia artificial o la nube (negocio) y al metaverso (ilusión). Tres dimensiones, tres mundos distintos, para una misma multinacional que aspira a canalizar gran parte de los presupuestos dirigidos a digitalizar el tejido productivo.

Otro nombre, Xabier Mitxelena, director responsable de Seguridad en España, Portugal e Israel de Accenture. En su caso, apelando solo a los dos mundos iniciáticos, el real (la ciberseguridad como elemento imprescindible "para que haya transformación digital") y el de negocio (que pasa por el cambio cultural y la concienciación de la alta dirección).

Y cerremos esta crónica, esta ola con la que nos recibe septiembre, con otro nombre. Trío de ases en las caballerizas del Palacio de la Magdalena. Sería el turno del director para el sur de Europa de Nuance, Marco Piña, empresa que registró en 1999 la primera patente para reconocer a una persona por su voz. "Ahora gestionamos 31.000 millones de transacciones soportadas con nuestra tecnología, 8.000 millones de ellas de autentificación". Ese es un buen ejemplo, un numinoso caso de éxito, de cómo convertir la ilusión en un modelo de negocio que sea real.