La pandemia del Covid-19 traerá un nuevo orden mundial. No hay duda del profundo impacto social que está teniendo ni de sus consecuencias económicas. Son tiempos de cooperar para recuperar niveles de bienestar anteriores a esta crisis, o incluso, salir más fortalecidos. Para ello, son tiempos también de promover la innovación. Llevamos muchos años reduciendo el esfuerzo en I+D y echando de menos una adecuada cultura de gestión de los resultados de la ciencia y la tecnología. Ahora pedimos a los “héroes de los laboratorios” que desarrollen en semanas una vacuna, o tecnologías de desinfección.

Es un consuelo ver cómo, en este contexto tan aterrador como retador, han surgido multitud de proyectos emprendedores, que con más ánimo que medios, están consiguiendo desarrollar soluciones que ya son una realidad en los hospitales. He tenido oportunidad de estar cerca de varias de estas iniciativas: Aenium es una startup de Valladolid que ha desarrollado una metodología denominada "densidad de energía variable multivolumen" que permite fabricar filtros de mascarillas que cumplen la normativa más exigente. En este caso el reto era patentarlo y licenciarlo de manera gratuita sin poner en peligro el modelo de negocio de la empresa al difundir una parte de su conocimiento fundamental. También he visto de cerca como se han creado en el proyecto OxyGen respiradores que ya están en los hospitales catalanes.

Hay muchos más ejemplos en donde veremos que la Propiedad Industrial ya está ayudando a desarrollar soluciones que contribuyen a superar la emergencia sanitaria; pero el fin último tiene que ser definir el papel de la Propiedad Industrial en el nuevo orden mundial. Para ello, debemos abordar, entre otros, estos aspectos:  

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  • Globalización vs interés nacional. Aunque la lógica nos dice que las soluciones tienen que ser globales, nos enfrentamos al cierre de fronteras. Sin duda, los derechos de Propiedad Industrial tienen un carácter nacional, pero se ha construido un marco jurídico global que facilite la transferencia internacional de la ciencia y la tecnología. Antes del Covid-19 ya teníamos tensiones que ponían a prueba este marco en ámbitos como la tecnología 5G. Ahora tenemos que facilitar la cooperación y la diseminación de los resultados efectivos contra el coronavirus y los futuros retos a los que se enfrente nuestra Sociedad.
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  • Interés público vs interés privado. Se está ya planteando en algunos países la posibilidad de “expropiar”, con el argumento del interés general, la posible vacuna del Covid-19, que esperemos que llegue pronto. La Ley Española de Patentes contempla, en su artículo 95, la posibilidad de otorgar licencias obligatorias por motivos de interés público. Otra alternativa sería aprovechar el modelo de transferencia de tecnología bajo condiciones “justas, razonables y no discriminatorias” que ya se utiliza para licenciar las patentes asociadas a los estándares de telecomunicación. De esta forma se aseguraría, por una parte, que todos puedan tener acceso en unas condiciones adecuadas y, por otra parte, que las empresas que desarrollen la vacuna tengan una adecuada compensación.
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  • Privacidad de los datos vs. difusión de datos de interés nacional. Los países que ya han afrontado con éxito la pandemia se han apoyado en el uso de aplicaciones de localización e identificación de los movimientos de los individuos a través del teléfono móvil. Asumiendo la conveniencia de monitorizar a parte de la población en situaciones tan extremas, tenemos que tener siempre presente los límites de la privacidad de los datos personales. Asimismo, estas circunstancias pueden ser un buen escenario para promover un modelo de compartición y puesta en valor de datos no personales.
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  • Fomento de nuevos paradigmas productivos Este nuevo contexto, en el que muchos hemos aprendido a teletrabajar y a “teleaprender” nos tiene que servir para potenciar la transformación digital del tejido productivo. Para ello tenemos que definir de manera clara el ámbito de protección y transferencia de tecnologías como la inteligencia artificial.
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El objetivo es conseguir el equilibrio entre la defensa de los derechos fundamentales de las personas físicas y jurídicas y ese interés general apoyado en el desarrollo científico y tecnológico. Para ello, la Propiedad Industrial tiene que jugar un papel relevante. Ruego que tengamos esa visión amplia, que en las empresas llamamos estratégica, que necesitamos para disponer de los recursos científicos y tecnológicos que nos ayuden a afrontar el futuro. Para ello, necesitamos también definir modelos de gestión de Propiedad Industrial que fomenten la innovación y nos ayuden a construir el nuevo orden mundial posCovid-19.

Por Luis Ignacio Vicente, consultor estratégico de PONS IP