Concluidos los dos grandes eventos anuales que marcan cada año la agenda del sector tecnológico y de la economía toda, el CES de Las Vegas y el Foro de Davos, se puede afirmar que la pasada Borrasca Gloria es una suave brisa de verano comparada con el vendaval que acompaña al cambio de ciclo histórico en el que estamos entrando, desde el punto de vista de la producción de bienes y servicios (si es que todavía tiene sentido diferenciarlos) y de la concepción misma de nuestras sociedades.

Confluyen varios vectores de una dimensión desconocida: el 5G traerá la economía en tiempo real, acabará con el internet tal y como lo conocemos, que ya no girará en torno al móvil, y provocará una crisis en las operadoras de telecomunicaciones que, por primera vez, tendrán que competir por el tramo del espectro que será privado, propiedad de las empresas que soliciten la correspondiente licencia (son miles las que se están preparando para ello, según Ericsson) y extiendan su red de estaciones privadas.

Sin duda, el cambio climático y las declaraciones de emergencia que se suceden por todo el mundo redefinirán los liderazgos tecnológicos en sectores estratégicos como la energía y la alimentación. A quienes todavía alberguen alguna duda, les recomiendo laslide del profesor Johan Rockstörm en Davos que muestra la degradación irrefutable de los grandes ecosistemas que sostienen el equilibrio climático actual: desde el hielo ártico hasta la selva del Amazonas.

Por no hablar de la arquitectura institucional de las democracias, que se sostiene sobre uno de los valores más quebradizos de la era digital, objetivo prioritario de todos los grupos de poder que aspiran a liderar el mundo saliente del cambio que se inicia ahora: la confianza.

Van a cambiar industrias enteras a las que tradicionalmente atribuíamos un referente físico como centro de su modelo de negocio, desde el automóvil, a la aviación o los fabricantes de dispositivos, una transformación mayor que la que supuso el trabajo en cadena de Ford debida al incremento de la capacidad de procesamiento y a los avances en inteligencia artificial y machine learning. La cadena de suministro global que conocemos se reconfigurará conforme desemboquen en el mercado empresarial las evoluciones de todas esas tecnologías que hemos ido probando (tú y yo) en el sector de consumo, en nuestros móviles, vaya. Gracias por los servicios prestados.

Ahora sí, entramos en una gran disrupción en la que ya no sólo serán las empresas las que vean amenazadas su consistencia, sino los países. ¿Vivirá España su particular ‘efecto Polaroid’? No es descartable si seguimos enfocando este proceso desde la perspectiva de cómo utilizar la tecnología que idean terceros y no desde la de cómo ponernos en la locomotora del cambio. El presidente de Pepsico, Ramón Laguarta, sitúa en Israel uno de los futuros hubs mundiales de agrotech, ¿competiremos por entrar en esa liga u otra similar?

Eugenio Mallol es director de INNOVADORES