Cuando uno piensa en búsquedas online, Google es el nombre que se nos viene a la cabeza. Esta marca incluso se ha convertido en un verbo en inglés, sinónimo del orden de todo el conocimiento en internet. Un milagro de la era digital que ha dejado por el camino a un sinfín de competidores, desde los primitivos directorios hasta mil y un buscadores de nuevo cuño. La hegemonía se ha consolidado hasta tal punto que parece imposible que alguien le plante cara a la multinacional ahora presidida por Sundar Pichai. ¿O acaso es posible disputarle este particular trono?

En estos momentos, Google ostenta una holgada primera posición en prácticamente cualquier clasificación. Si consultamos los siempre fiables datos de NetMarketShare, Google controla el 75% del mercado de ordenadores, el 89% en móviles, el 87% en tablets y el 90% en televisores. Ningún rival se le acerca ni de lejos, con muchos de ellos rondando porcentajes ridículos en numerosos casos. Pero hay muchos matices que dejan un sabor agridulce en esta coctelera.

No hay peligro en los dispositivos tradicionales (PC+smartphone+tabletas): el segundo en discordia en Bing, la enésima reconversión del motor de búsqueda de Microsoft, con un porcentaje que ronda el 8-10% de market share en cada uno de estos segmentos; cifras similares a las que encontramos en Baidu, la alternativa china que se beneficia de la prohibición formal de usar Google en la colosal dictadura asiática. Ni tan siquiera DuckDuckGo, la gran burbuja de los últimos meses en esta batalla, logra superar el 1% de cuota de mercado. El histórico Yahoo! apenas es hoy un mal recuerdo en la memoria, con  un 2,7% de la tarta.

¿Dónde están esos toques de incertidumbre relativa? En segmentos de mucho menor calibre, como los videojuegos o los televisores. En el primero de los casos, Google lidera el mercado con un 68% de las búsquedas, pero Bing se aprovecha con claridad de la base instalada de XBOX para auparse con un 25% del reparto. Y en los televisores, un nicho aún muy incipiente, es Yandex la que consigue un creciente 10% del pastel. Sin embargo, su escaso peso no es demasiada amenaza para un gigante como Google. Máxime si esta marca mantiene su control en los coches autónomos o los asistentes de voz.