Respecto a 2020 existen numerosas incertidumbres que lo inundan todo, desde una escalada en la guerra comercial hasta la llegada de una nueva crisis económica que azote los mercados internacionales. De suceder esto último, su impacto en el tejido productivo de los países que más debilidad arrastran desde la última recesión -España incluida- puede ser mayúsculo. Máxime en términos de empleo, con una tasa de paro todavía de las más altas de Europa y con la ya confirmada ristra de despidos que se avecinan en sectores clave como la banca.

Por ello hay que destacar sobremanera las perspectivas respecto al empleo que rodea al sector de las TIC en nuestro país. Y es que, en el año que comenzamos, no sólo se espera que se sigan contratando más profesionales (el vacío de especialistas y de talento de calidad en muchas áreas es otro de los grandes retos pendientes de resolver que llevamos arrastrando históricamente y que daría para un libro entero), sino que los salarios van a seguir gozando de una buena salud. Para ser concretos, un informe de la escuela de negocios IEBS señala hasta cinco perfiles técnicos que verán como sus emolumentos crecerán un 2,3% de media durante 2020. 

Hablamos de labores como las de experto en experiencia de usuario (cuyo sueldo medio pasará de 36.000 a 45.000 euros anuales) o los duchos en growth hacking (cuyo salario se disparará de 35.000 a 50.000 euros). También se encuentran en esta selecta lista los gestores de proyectos y, muy especialmente, los especialistas en blockchain (que llegarán a percibir hasta 90.000 euros) y en analítica digital y big data (con una nómina de 70.000 euros estimada para 2020).

Son solo cinco ejemplos, quizás los más paradigmáticos, pero que son reflejo de una tendencia generalizada dentro de la arena tecnológica y que constata el comportamiento en paralelo y ajeno a los vaivenes de la coyuntura económica de turno que presenta históricamente la industria digital.  Eso siempre que las Administraciones Públicas pongan de su parte para frenar la fuga de talento al exterior, para no imponer trabas regulatorias o fiscales al desarrollo del sector en nuestro país y se respeten los principios de competencia que han de guiarnos en estas lides.