En la etapa final de Begoña Cristeto en la Secretaría General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa, todavía con el Gobierno de Rajoy, publicó una serie de ayudas para implantar planes de digitalización en industrias españolas. Conseguir la subvención era un galimatías técnico, tanto por la dificultad de ajustar la realidad de una fábrica convencional a las exigencias de la norma, como por la introducción de condicionantes de raíz posibilista, como que la empresa que implantara las soluciones tecnológicas fuera estrictamente española (lo cual que a las multinacionales que quisieron concurrir con sus clientes habituales les tocó encontrar un socio local capacitado para el despliegue).

El resultado es que prácticamente ninguna empresa consiguió acceder a esas subvenciones, y ese hecho constituye en sí mismo un indicador más o menos fiable de la realidad de nuestro tejido empresarial.

Pero si lo miramos de forma constructiva, la carencia que manifiesta la anécdota representa una imponente oportunidad... si se sabe cubrir esa necesidad. Algo que en estos momentos no está siendo capaz de hacer nadie. Tremendo el asunto.

Hay dos elementos cruciales que explican el porqué del fracaso de la loable iniciativa de Cristeto: uno, que las empresas tecnológicas que dominan el área de operaciones, de procesos, de producción, siguen sin tener buena entrada en el área de información, y eso es así, como bien saben Siemenes, General Electric, ABB, Schneider, y demás. Y viceversa: tampoco un IBM, un Salesforce, un Oracle o un SAP son recibidos con el mismo entusiasmo al otro lado de la fabulosa barrera que separa al hardware del software en nuestras empresas.

Y dos, las medianas y pequeñas compañías que actúan como proveedores de las multinacionales digitalizadas se están beneficiando de la ola transformadora de su ecosistema, pero las que están fuera de una de esas cadenas de suministro tienen que buscarse las castañas en solitario, una tarea titánica y extremadamente complicada de asumir.

La oportunidad, inmensa, es para aquellos que sean capaces de proporcionar una solución integral -es decir, útil para las áreas de operaciones e información, que lleve la información de las máquinas al mercado, y traslade la información del mercado a las máquinas en tiempo real- de nicho, para sectores específicos, implantables en compañías que no pueden financiarse un trabajo de consultoría de una gran corporación tecnológica, y que de hecho quedan fuera del radar de éstas. Resuelvan el problema de hardware y software de un sector específico, y tendrán el mercado a sus pies, queridos innovadores.

EUGENIO MALLOL es director de INNOVADORES