Esta semana se ha celebrado en Madrid una nueva edición del South Summit, un evento que -sobre el papel- ha de servir para unir a startups con potenciales inversores. Pero, también, para poner en contacto a esos mismos emprendedores con grandes empresas deseosas (de nuevo, esa es la teoría) de colaborar con el ecosistema para innovar de forma abierta. 

Recalco esa diferencia entre pretensión y realidad, entre voluntad y ejercicio, precisamente porque muchas de esas corporaciones que sacan pecho en esta y otras ferias son justo el contraejemplo de lo que predican. Endesa, posicionada como uno de los principales patrocinadores de esta feria, mantiene varios programas de innovación abierta en nuestro país pero lo cierto es que no se conoce ninguna aplicación comercial que haya sido masiva y que haya surgido de estos polos. Lo mismo ocurre con Ferrovial o con Iberia. Wayra, antaño emblema de la apuesta por las startups de Telefónica, está todavía en un proceso de refundación tras haber sido canibalizada, subrogada y empequeñecida por otros programas de la multinacional como Open Future (iniciativas que, a propósito, tienen más que ver con un impacto social que con la incorporación de tecnología disruptiva para cambiar el modelo de negocio de una 'telco' en pleno proceso de commoditización).

Pero podríamos seguir con este repaso casi de forma eterna. Santander, cuya aceleradora de startups está basada en Reino Unido, atesora como principal logro en materia de innovación digital la integración de Apple Pay (y cualquiera que conozca su banca digital puede constatar cómo esta entidad sigue ofreciendo una experiencia digna de los años 90). Renfe, también colaborador del South Summit, está inmersa en un proceso de digitalización a marchas forzadas que por ahora se ha materializado en intentar (que no lograr) dotar de conectividad WiFi a sus trenes (algo que en Europa está disponible desde hace años) y haber ofrecido a sus empleados un ERP basado en SAP hace ya una década. Y así podríamos estar horas y horas. Quizás, y sólo como recomendación, sería una buena idea actuar antes que hablar, innovar antes que posturear sobre la innovación. Menos ferias y menos logos, más trabajo de campo.