En el sector tecnológico no hay semanas tranquilas: siempre hay algo nuevo que llama la atención, surge una tecnología que promete revolucionar algún aspecto de nuestras vidas o se produce algún golpe de timón que obliga a reinterpretar principios que creíamos asentados. Pero hay una época, que comienza en mayo y no acaba hasta que la playa nos llama, que es extraordinariamente intensa en este sentido. Y es que, es en este trimestre cuando se concentran la mayoría de eventos TIC a escala mundial, esos donde se concentra la verdadera innovación y que puntualmente narramos en INNOVADORES.

Esta semana es el vivo ejemplo de ello. Con permiso de Red Hat Summit, hemos asistido a las conferencias anuales para desarrolladores de los dos grandes gigantes del software, Microsoft y Google, Google y Microsoft. Dos caras de una misma moneda, quizás porque desde sus particulares puntos de partida, ambas han acabado confluyendo en una misma meta: la inteligencia artificial.

La inteligencia artificial ya se plantea como una realidad de negocio

De Microsoft destaca su Proyecto Kinect para Azure, que rescata las capacidades de sensorización y reconocimiento visual del popular complemento de la videoconsola XBOX para crear escenarios de inteligencia ambiental en los que poder seguir o mapear operaciones, movimientos de operarios en una fábrica o los delicados y sutiles pasos de un cirujano en una intervención. Pero los de Redmond tampoco olvidaron los chatbots o una apuesta más arriesgada, protagonizada por el Proyecto Brainwave, una arquitectura para el procesamiento de redes neuronales profundas.

Por su parte, Google ha hecho hincapié en las capacidades de su inteligencia artificial para predecir el riesgo de ataque o paro cardíaco de un paciente con un gran nivel de precisión. En una vertiente más de negocio, su asistente parece cada día más inteligente y capaz de reconocer lenguaje natural con más facilidad.

Que dos marcas del calado de las que estamos hablando coincidan en la prioridad absoluta de innovación, no es casualidad. Es el vivo reflejo de que la inteligencia artificial comienza a ser una realidad de negocio, después de años sujeta más al ámbito académico y la ciencia pura. Vivimos tiempos apasionantes, ¿verdad?