Es indudable que España vive un momento crucial en su proceso de transformación digital. La pandemia del coronavirus ha supuesto un punto de inflexión -y de aceleración- en las necesidades digitales de todos los ámbitos de la sociedad, desde empresas, administraciones e instituciones, hasta consumidores finales.

En este sentido, como se señaló durante la celebración del evento 'Wake Up Spain', organizado por El Español, Invertia y D+I (Disruptores e Innovadores), los fondos europeos Next Generation serán uno de los ejes fundamentales para la recuperación económica y para implementar nuevos proyectos de digitalización.

Con ellos se debe dar un impulso a los objetivos marcados por el gobierno en el plan España Digital 2025, que será clave para cerrar la brecha digital, aumentar la productividad económica, crear nuevos modelos de negocio y lograr la vertebración territorial del país.

El principal desafío para el sector tecnológico, y en especial el de las telecomunicaciones, será el de apoyar con la mejor tecnología y experiencia al Gobierno, instituciones y empresas en el camino de la transformación digital. Pero para ello, y antes de mirar al futuro y poder avanzar debemos preguntarnos: ¿Cuál es el punto de partida de España para lograr este objetivo?

Global Connectivy Index 2020

Es muy difícil determinar el nivel de digitalización de un país y los modelos a seguir en el camino de la transformación digital y la recuperación económica. Son muchos los factores que influyen: las diferentes respuestas a la pandemia, la situación sociopolítica, la logística en las cadenas de suministro, la madurez digital... Lo que es evidente es que aquellas economías que cuentan con una infraestructura digital más desarrollada son las que están más preparadas para salir de esta crisis.

Pero no se trata exclusivamente de crecer mucho y rápido, sino de que el avance tenga lugar de forma homogénea, evitando crear o acrecentar brechas entre los diferentes sectores e industrias. En este sentido, tal como explica el informe Global Connectivy Index 2020 (GCI 2020) de Huawei, contar con las infraestructuras y estrategias digitales adecuadas contribuye a evitar un modelo de recuperación más sólido y equilibrado.

Por suerte, en España hay plena conciencia de la actual emergencia digital y nuestro punto de partida es bueno. Si tomamos como referencia aspectos tan estratégicos como es el desarrollo del 5G, el país cuenta con una de las redes de fibra más importantes de Europa, y está a la cabeza en proyectos y pruebas piloto 5G. Sin embargo, si se compara con el mapa mundial aún queda mucho camino por recorrer para despuntar entre las economías más avanzadas.

Tal como muestra el CGI 2020, España destaca dentro del grupo de los denominados "adopters", es decir, aquellas economías que centran su inversión en el desarrollo de infraestructuras de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y el aumento de conectividad de alta velocidad.

Esta categoría se sitúa en un punto intermedio entre los países que comienzan a despegar o "starters" (fundamentalmente países de Latinoamérica y África), que están aún en la fase inicial de la creación de sus infraestructuras TIC, y aquellos que cuentan con mayor madurez digital o "frontrunners" (encabezados por China, Corea y Suiza), cuyo foco ya no está en invertir en infraestructuras de 5G, Big data, IA o IoT, sino en la mejora de las experiencias de los usuarios y el desarrollo de economías más inteligentes e innovadoras.

Esto no hace más que reafirmar la necesidad de que España siga manteniendo una firme apuesta por el desarrollo de infraestructuras avanzadas. Pero se debe ir más allá, y aspirar a situarse entre los países que están liderando la transformación digital, convirtiéndonos nosotros mismos en motores de la innovación.

5G y nuevos modelos de negocio

En este sentido, las tecnologías TIC, y en concreto el desarrollo continuo del 5G, serán un motor clave de la economía global, ya que su valor está llegando más allá de la industria de las telecomunicaciones.

Con las tecnologías 3G o el 4G el beneficio venía de una forma más directa a través de las mejoras en la conectividad. Sin embargo, con el 5G será necesaria la creación de nuevos modelos de negocio, descubrir nuevas aplicaciones y servicios que mejoren el día a día de los ciudadanos.

Esto requerirá más esfuerzo y trabajo conjunto por parte los actores de la industria, pero las posibilidades y beneficios futuros serán mucho mayores que con cualquier avance tecnológico previo.

De hecho, en los países en los que el 5G se está desarrollando más rápidamente, los operadores han visto un crecimiento más rápido de los ingresos, y están desempeñando un papel más importante que antes. En el mercado de consumo, el 5G no sólo significa velocidades más rápidas, sino que también aporta nuevas experiencias y nuevo valor.

España debe continuar su apuesta por el 5G, ya que es una tecnología que requiere de una innovación continua. Para ello, deben crearse estándares 5G comunes para toda la industria que potencien el resto de nuevas tecnologías (cloud, IA, edge computing) y se puedan integrar en los procesos de producción de las principales empresas para ayudarlas a ser inteligentes y digitales, y, de este modo, traer la transformación digital desde las infraestructuras y empresas al resto de la sociedad.

 

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