La invención made in Spain está de enhorabuena. La Oficina Europea de Patentes (OEP) ha anunciado que la científica y profesora universitaria española Margarita Salas Falgueras y los inventores españoles Antonio Corredor Molguero y Carlos Fermín Menéndez Díaz están nominados para el Premio al Inventor Europeo 2019. La primera, como finalista en la categoría Lifetime Achievement; los segundos, en la de Industria.

Margarita Salas, que ahora es Profesora Honoraria del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid, desarrolló una técnica que amplifica las muestras más pequeñas de ADN en cantidades lo suficientemente grandes como para realizar un análisis genómico completo, copiando moléculas individuales de ADN en millones de réplicas idénticas. Su invención se ha convertido en un pilar de la genética moderna y tiene aplicaciones en una amplia gama de campos.

Por su parte, Antonio Corredor Molguero y Carlos Fermín Menéndez han permitido la aplicación industrial de unas unidades de hormigón denominadas Cubipods que fueron originalmente ideadas y patentadas por investigadores universitarios y buscaron la ayuda de la industria para llevar su producto al mercado.

Este molde permite que los diques rompeolas se produzcan de manera más eficiente, ayudando a reducir la erosión y protegiendo vidas en caso de tormentas catastróficas. Ya se ha utilizado para producir los bloques para las defensas portuarias en Argelia, Dinamarca y España, y también se están explorando mercados en Chile, México y Marruecos.

Los ganadores de la edición 2019 del premio anual a la innovación de la OEP se anunciarán en una ceremonia que se celebrará en Viena el 20 de junio.

Identificación de víctimas y sospechosos

Margarita Salas aisló la proteína y demostró que también funcionaba en células humanas, desbloqueando aplicaciones revolucionarias para las pruebas de ADN. "Por primera vez, esta replicación de alta precisión permitió obtener resultados fiables a partir de pequeñas cantidades de material genético", explican desde la OEP.

Esta técnica se utiliza hoy en día en la investigación médica para estudiar microbios que no pueden ser cultivados en el laboratorio. Ha arrojado luz sobre las primeras etapas del desarrollo embrionario y permite a los oncólogos acercarse a pequeñas subpoblaciones de células que podrían dar lugar a tumores. También presta apoyo a los especialistas forenses y a los arqueólogos, ya que las cantidades de rastros de ADN recogidas en las escenas del crimen y en los sitios históricos pueden ahora amplificarse con la phi29 ADN polimerasa para identificar a las víctimas, los sospechosos e incluso a los fósiles.

"La investigación básica puede dar lugar a aplicaciones que nunca podrían haberse previsto y que pueden beneficiar realmente a la sociedad", dice Salas.

El potencial de la invención de Salas fue pronto reconocido por la United States Biochemical Corporation (USB), que a finales de los años 80 se dirigió al CSIC para pedirles que solicitaran una patente para poder comercializarla, en forma de kits de secuenciación de ADN fáciles de usar. Salas y el CSIC presentaron la primera solicitud de patente en EEUU para proteger la utilización de la enzima phi29 ADN polimerasa y sus usos en 1989, y la patente se concedió en 1991. USB originalmente licenció la patente del CSIC y la sublicenció a Amersham Biosciences (posteriormente adquirida por General Electric Healthcare). La patente europea se concedió en 1997.

Mejora de la protección costera a un coste menor

Trabajando juntos y combinando su experiencia, Antonio Corredor y Carlos Fermín Menéndez idearon un molde que permite que los conocidos Cubipods se fabriquen en grandes cantidades a partir de hormigón común sin comprometer la calidad ni aumentar los costes.

En comparación con otros moldes, Corredor dice que la principal ventaja es que el bloque se puede fabricar levantando el molde: "Esto significa que no necesitamos ningún espacio alrededor del molde, por lo que los Cubipods pueden crearse muy cerca uno del otro. Además, con un solo molde podemos incluso producir varias piezas al día".

La producción in situ es un factor crítico porque un dique rompeolas requiere típicamente varios miles de Cubipods, lo que sería costoso de transportar. Los bloques pueden montarse en pilas de almacenamiento o en un rompeolas mediante simples abrazaderas de presión. Las abrazaderas utilizadas para el manejo de los Cubipods también facilitan su almacenamiento debido a su forma cúbica. El molde Cubipod permite ahorrar hasta un 45% en la construcción con respecto al uso de otras unidades voluminosas o bloques de hormigón cúbico convencional, según Corredor.

El Cubipod se desplegó por primera vez en el puerto de Málaga en 2011. Desde entonces, se ha utilizado en varios proyectos portuarios españoles, entre ellos en A Coruña en 2012 y en Las Palmas de Gran Canaria en 2014. El proyecto de Las Palmas de Gran Canaria ha supuesto la instalación de cerca de 2.000 Cubipods para proteger una nueva cuenca. En 2018, la compañía se adjudicó un contrato de 44,6 millones de euros para la ampliación del puerto de Agaete en Gran Canaria. Y en 2019, la empresa se adjudicó un contrato por valor de 8,1 millones de euros para la construcción de la muralla sur de Naos, en el Puerto de Arrecife, en Lanzarote. Estos proyectos han supuesto la construcción e instalación de más de 33.000 Cubipods de diferentes tamaños, desde tres toneladas hasta 45 toneladas.