Lorena Rodríguez, investigadora de Aimplas y coordinadora científica del proyecto Refucoat, en su laboratorio.

Lorena Rodríguez, investigadora de Aimplas y coordinadora científica del proyecto Refucoat, en su laboratorio.

Centros tecnológicos Proyecto Europeo

Estos envases protegen al alimento de bacterias como la Salmonella y son reciclables

El instituto Aimplas coordina el proyecto europeo Refucoat para crear envases biológicos activos para carne de pollo, cereales y aperitivos.

18 diciembre, 2020 01:53

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Cada habitante de la Unión Europea desecha de media 179 kilos de alimentos en buen estado al año, según los datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Para mitigar el problema del desperdicio de alimentos y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente los relacionados con 'Hambre cero' (2) y 'Consumo y producción sostenibles' (12).

Con estos objetivos en mente, la Unión Europea estableció que en 2030 todos los envases deben poder ser reciclables, lo que inició una carrera en investigación para conseguir envases más sostenibles. Esta estrategia provocó una carrera en investigación, ya que hasta la fecha los materiales plásticos poseen propiedades únicas para el envasado de alimentos por su versatilidad, ligereza, fácil manipulado y resistencia.

Para buscar nuevas soluciones sostenibles de envasado surge el proyecto europeo Refucoat, que se centra en la producción de bioplásticos para envasar alimentos a partir de materiales renovables. El reto es poder sustituir el uso de materias primas tradicionales de origen fósil por otras que sean reciclables, explica a D+I Lorena Rodríguez, investigadora en Packaging en el instituto tecnológico Aimplas, y coordinadora científica de este proyecto.

La investigadora indica que un envase para alimentos está compuesto por diferentes capas de materiales, porque "no hay un único material que presente todas las propiedades para proteger un alimento de la humedad, de los niveles de oxígeno y de la radiación ultravioleta". Rodríguez recuerda que, hasta ahora, el material que generaba una barrera protectora, por ejemplo, no tenía capacidad de termosellado o había que laminarlo para imprimir la tinta del etiquetado... "Los materiales monocapa para los envases es muy complicado".

De hecho, estas estructuras multicapa complejas de los envases son las que provocan que "su reciclaje suela ser difícil o costoso". Sin embargo, los sistemas de envasado desarrollados por Refucoat "se pueden reciclar y transformar en compost", lo que les convierte en "una alternativa sostenible muy prometedora a los envases actuales del mercado".

Se trata de bioplásticos como los polihidroxialcanoatos (PHA) y el poliglicolato (PGA), con lo que se han desarrollado tres sistemas distintos de envases biológicos activos diseñados específicamente para envasar carne de pollo fresca, cereales y aperitivos.

Envases de alto rendimiento para alimentos

En los tres años de desarrollo, el proyecto Refucoat se ha centrado en tres ámbitos. El primero es el desarrollo de recubrimientos activos para los films de envasado de alimentos que "alarguen la vida útil de los productos alimenticios, gracias a organismos bacteriófagos". Al usar estos organismos, señala Rodríguez, se ha demostrado "una reducción significativa de la proliferación de Salmonella en muestras de pechugas de pollo envasadas en atmósfera modificada".

Por otra parte, también se ha aprovechado la harina de baja calidad, un subproducto del sector alimentario que se suele desperdiciar, como base para producir polihidroxialcanoato (PHA), un biopolímero biodegradable, con el que "se han fabricado bandejas que alargan la vida útil de los productos de carne de pollo fresca".

Por último, se ha desarrollado un proceso eficaz de producción de poliglicolato (PGA), un material completamente biodegradable con excelentes propiedades de barrera al agua.

Con estas propiedades, este material tiene “aplicaciones prometedoras para el envasado de alimentos” para sustituir los materiales de origen fósil. Hasta la fecha, el uso del PGA se centraba en el sector médico, ya que sus costes de producción no lo hacían rentable para el sector de la alimentación, destaca la coordinadora de este proyecto europeo.