Asistimos a un despertar tecnológico sin precedentes, con la digitalización omnipresente en casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. La pandemia de la Covid-19 ha demostrado la enorme relevancia de estos avances para permitirnos continuar con nuestro día a día, trabajando o manteniendo vida social. Pero estas innovaciones no llegan de forma equitativa ni con la misma profundidad a todos los colectivos sociales.

Las personas con diversidad funcional o dependencia son uno de esos grupos sociales que más podrían beneficiarse de los avances tecnológicos. Sin embargo, no ha sido hasta tiempos recientes cuando el componente a escala humana de la tecnología ha comenzado a abrirse hueco en las agendas públicas, los planes de desarrollo de las empresas y la arena investigadora.

Eliminar las barreras, visibles e invisibles, que enfrentan estas personas en su cotidianidad es el propósito último de este enfoque. En él trabajan ya punteros investigadores y pujantes startups en nuestro país, con esa idea de que la tecnología se ponga al servicio, al fin, de las personas (y no a la inversa), incluyendo además aspectos éticos y de responsabilidad que no deben obviarse nunca.

"Tenemos que seguir avanzando para incluir el humanismo en la tecnología", explica al respecto Concha Monje, investigadora del Robotics Lab de la Universidad Carlos III de Madrid. En su caso, esta experta está liderando un grupo de trabajo para crear robots manipuladores capaces de alcanzar objetos por aquellas personas que sean incapaces de hacerlo; además de exoesqueletos que complementen la movilidad reducida surgida a raíz de múltiples patologías.

"Normalmente, pensamos en robots que van fuera del cuerpo, pero los exoesqueletos son una fuente de innovación muy interesante. Eso sí, todavía quedan aspectos por resolver, como el peso de estos equipos, el ruido que generan a personas que son especialmente sensibles a ellos o la seguridad: asegurarnos de que no pueden hacer daño a personas que no tienen la capacidad de reaccionar ante un posible fallo del sistema", destaca Monje.

Durante una mesa redonda organizada por el Parque Científico y Tecnológico de la UC3M, Belén Ruiz, investigadora del grupo HULAT de esa misma universidad, experta en accesibilidad y Directora Gerente del Centro Español del Subtitulado y la Audiodescripción (CESyA), profundizó sobre la particular democratización y futuro de esta tecnología.

"Hemos visto un salto abismal, ahora mismo el 86% de los contenidos en televisión están subtitulados. Y cuando empezamos a contabilizar los eventos culturales accesibles, apenas había 40 salas de cine habilitadas. En 2019 eran 88.000 sesiones. Ahora el reto está en la calidad de estas tecnologías y en cómo impactar con ella a todos los colectivos que la necesitan", concreta Ruiz. "Estamos viendo muchos avances en los sistemas de reconocimiento de habla y, también, en hacer que estas tecnologías de accesibilidad sean algo útil para todos, como ha sucedido con la app de 'Navidad Mágica' de Madrid, que ofrece explicaciones por voz sobre las luces de la ciudad para personas sordas pero también para todo el que quiera saber más sobre ellas".

Ejemplo claro de cómo la tecnología puede ayudar a la inclusión en la vida cotidiana de las personas con diversidad funcional. Una integración que cobra especial relevancia en el ámbito laboral. "La digitalización debe permitirnos caminar hacia el trabajo ordinario, esto es, que sirva como instrumento de integración laboral y que permita a las personas con discapacidad acceder no sólo al trabajo protegido, las cuotas establecidas por ley, sino también al resto de posiciones", anticipa Carmen Carrero, investigadora experta del grupo Seguridad Social y Prevención de Riesgos Laborales de la UC3M.

Innovación en la práctica

Esta aproximación hacia la innovación a escala humana no sólo tiene su parcela de actuación en la investigación, sino que empezamos a ver un recorrido interesante en su calado comercial o de materialización hacia la sociedad en su globalidad.

Ana Arroyo, directora de Proyectos de la Fundación Tecsos de la Cruz Roja Española, detalla en esta línea cómo su entidad trabaja en distintas iniciativas ligadas a la asistencia remota no sólo de personas mayores, sino también de aquellas con discapacidad "que estaban excluidas legalmente hasta hace poco". Su entidad también está impulsando avatares de familiares o seres queridos para que las personas mayores puedan tener una mejor adherencia a los medicamentos, aprovechando las conexiones emocionales con sus allegados. E incluso, Tecsos está explorando el uso de drones con 5G para buscar a personas desaparecidas de forma más eficiente.

Jorge Ruiz, director de la Unidad de Ingeniería y Desarrollo de Software de Solusoft, aportó a su vez la visión más empresarial con esta perspectiva social en el corazón. Su firma participa, de hecho, en varios proyectos ligados a ayudar a las personas con discapacidad en su día a día, desde un sistema de navegación y piloto automático para sillas de ruedas, con gestión de rutas, hasta una función para que personas con discapacidad visual puedan avisar de una parada en los buses de Madrid. 

Finalmente, Javier Jiménez, director de la startup Aptent, empresa que innova en el Parque Científico UC3M, detalló el enorme trabajo detrás de las herramientas de subtitulado y audiodescripción, que han pasado por varias etapas de evolución -con un mayor o menor peso humano en estas labores-, con ese fin último de llevar la accesibilidad a todos los eventos culturales o sociales. Meta ambiciosa con la que lograr la tan ansiada integración de las personas con discapacidad en un mundo sin barreras y con las mismas oportunidades para todos.

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