El lúpulo es uno de los ingredientes esenciales de cualquier cerveza y el responsable de su característico amargor, aroma y sabor. Nuestro país es el sexto mayor productor europeo de esta planta y el décimo a nivel mundial, con una particularidad: el 95% se origina en un único punto, la ribera del río Órbigo en León.

Con el fin de ampliar la superficie de cultivo a otras regiones, contando con distintas variedades que permitan cervezas con matices diferentes, hay proyectos que están tratando de extender la producción de lúpulo en zonas como el País Vasco. Allí, una firma biotecnológica -AleoVitro- es la encargada de buscar esas variedades que conformen las cervezas 100% vascas del futuro. 

"Somos especialistas en la selección de quimiotipos: plantas que son iguales por morfología pero cuyas propiedades químicas son completamente distintas", explica Eneko Ochoa, CEO de la empresa. "Cogemos las excepciones más relevantes y las propagamos de manera fiel y segura in vitro, sin patógenos ni enfermedades. Con ello conseguimos una calidad material vegetal muy reseñable". En este caso, AleoVitro trabaja codo con codo con la asociación de cerveceros artesanos vascos y la Universidad del País Vasco desde hace seis meses. Su objetivo es encontrar aquellas variedades autóctonas de lúpulo que tengan las mejores aptitudes cerveceras o para fibra lupulada, recuperando los ejemplares más interesantes de la naturaleza y produciéndolos a gran escala.

El hecho de contar con una empresa biotecnológica en un proyecto así no es casualidad. Como comenta Ochoa, su firma ya lleva más de un lustro (desde que surgió como ‘spin-off’ del Parque Tecnológico de Bizkaia) juntando "la química orgánica y la biología botánica" con un sinfín de aplicaciones en el sector agrícola y farmacéutico. De hecho, AleoVitro nació con un nicho muy específico en mente que luego se ha ido ampliando: el desarrollo de bioestimulantes para micorrizas asociadas a especies vegetales de alto valor añadido, como setas o trufas. Gracias a su trabajo, se pudo ‘domesticar’ la producción de setas como el Pleurotus Eryngii, el Boletis Edulis y la Terfezia Arenaria.

En colaboración con el CSIC, esta empresa también logró "salvar" la planta endémica de Sierra Nevada Artemisia granatensis, conocida como ‘manzanilla real’. "Hemos rescatado esta planta, está en una situación infinitamente mejor que antes. Es una de las plantas medicinales más antiguas de Europa, conocida desde el siglo XII, y una de las que estaba más en peligro", presume Eneko Ochoa.  Por su labor con este proyecto, la Junta de Andalucía ha reconocido a AleoVitro como entidad colaboradora para recuperar especies en extinción

Pero es que las aplicaciones del bioanálisis y la citoquímica son prácticamente infinitas, casi tanto como la heterogeneidad de proyectos en los que Ochoa y su equipo de seis profesionales están inmersos. En el ámbito farmacéutico, AleoVitro está investigando nuevos medicamentos contra enfermedades como la malaria o la tuberculosis a partir de plantas. También están midiendo la concentración en sangre de los medicamentos en animales de laboratorio para evaluar su efectividad, en proyectos financiados por la Fundación Bill y Melinda Gates. Además de un proyecto incipiente que tiene que ver con el cannabis medicinal y, en concreto, con el análisis citoquímico y el control de las propiedades de esta planta. "Ya se nos han acercado una empresa española y dos internacionales que están valorando esta tecnología para entender mejor las propiedades químicas de las variedades de cannabis medicinal", adelanta Eneko Ochoa.

Incluso sus miras se han ampliado tanto que se salen del marco puramente agrícola o farmacéutico, llegando a las personas directamente. En ese sentido, AleoVitro está iniciando un nuevo nicho de negocio consistente en el desarrollo de perfiles metabólicos personalizados para deportistas profesionales. "Queremos ayudar a la suplementación personalizada que evite los cócteles masivos, con una cuantificación precisa y que evite las tentaciones del dopping", añade el CEO de la casa.

Creando ecosistema innovador

 Eneko Ochoa enfrentó la cruda realidad de tratar de hacer innovación en nuestro país: "Todos los proyectos biotecnológicos fracasaban por falta de financiación. Al final, solo teníamos dos opciones: hacer las maletas e irnos fuera o montar un proyecto propio". Quizás por esas dificultades, AleoVItro ahora colabora en conformar un ecosistema biotecnológico abierto, con los colegios profesionales de química o la UPV.